Una esposa para la bestia

Capítulo 5: Una madre para mi hija

Sebastián: 

—Quiero que vigiles a la chica que vive en esta casa—le dije a mi investigador privado que estaba sentado frente a mí en mi oficina enviándole la dirección de la casa. 

—¿Tienes fotos de ella? —cuestionó, él ya había hecho antes otros trabajos investigativos para mí. 

—No, pero vive ahí, sola con su padre, no hay nadie más alrededor. Quiero saber a todo lo que se dedican, si tiene otra familia y cualquier cosa que haga, si sale de su casa, si habla con alguien, todo, absolutamente todo. 

—No se preocupe, lo mantendré informado—pronunció mirando la dirección. —Ya lo llamo—dijo antes de ponerse de pie y alejarse de allí. Suspiré cuando cerró la puerta y me quedé pensando en ella, a mi mente solía venir la canción que estaba cantando y nunca me había recordado tanto de la voz de ninguna persona como de la suya. 

—Abi—pronuncié, así es como dijo su padre que se llamaba y no sé por qué ya quería conocerla, pararme frente a ella y presentarme y por primera vez en mucho tiempo tenía miedo de lo que alguien pensara de mí. Tomé mi teléfono y miré la foto que tenía de mis cicatrices preguntándome si se asustaría cuando me viera. 

**************

Llegué a la casa del trabajo y fui inmediatamente a ver a mi pequeña, pero no estaba en la habitación, tampoco mi hermana, caminé buscándola por toda la casa sin poder encontrarla, me sorprendió porque le había dejado más que claro a mi hermana que no podía sacar a la niña de la casa sin antes avisarme. Intenté llamarla, pero su teléfono daba apagado y eso voló mi mente. Salí furioso hasta la cocina para preguntarle a alguna empleada si tenía idea de dónde podía estar mi hija. 

—Amanda—le dije a una de mis empleadas más antiguas—¿Sabes donde está mi hija y mi hermana? 

—Señor, escuché a la pequeña diciéndole a su tía que ya quería ir para su casa... Me atreví a preguntarle donde iba y me dijo que si volvía a entrometerme haría que me despidieran. Necesito este trabajo señor, usted sabe que tengo dos hijos que mantener y mi esposo está enfermo. 

—No serás despedida, mi hermana no es nadie para despedir a ninguno de mis empleados. Deja que la encuentre—exclamé golpeando la mesa de la cocina con el puño cerrado ya que estaba muy enfadado por su actitud inconsciente y egoísta. 

—Por favor no le diga que yo le dije donde estaba. La señora es muy rencorosa. —pronunció Amanda. 

—No te preocupes, pero no debes temerle a mi hermana—aseguré poniéndole mi mano en su hombro. 

—Usted es de muy buen corazón, en el nombre de Dios verá que llegarán cosas buenas para usted—añadió y sonreí, ya no esperaba nada bueno en mi vida, con que no ocurriera ninguna otra tragedia era más que suficiente. Fui hasta mi auto y conduje hasta la casa de mi hermana, toqué la puerta y abrió una de sus empleadas. 

—¿Dónde está mi hermana? —pregunté agitado. 

—En su habitación le avisaré de su llegada... 

—No hace falta—interrumpí entrando. Si no respetaba las leyes de mi casa, no tenía por qué esperar que me anunciaran ante ella. Subí las escaleras casi corriendo y empujé la puerta de la habitación que estaba entreabierta. Tanto la mirada de ella como la de su esposo, que también estaba allí, se dirigieron a mí. 

—Seb—pronunció mi hermana poniéndose de pie sorprendida de que estuviera allí y su esposo también se puso de pie a su lado. 

—Creo que te dejé más que claro que no debías sacar a mi hija de la casa sin mi autorización. —le reclamé enojado. 

—No quise molestarte por una tontería. Pensaba regresarla antes de que se hiciera tarde, pero ella quiso quedarse un poco más. —Intentó excusarse. 

—Anne por qué nunca me haces caso, a donde quieres llegar con todo esto... —pronuncié y fui interrumpido por ella. 

—Exageras, solo cuidaba de mi sobrina. Eres un paranoico. 

—No olvides que Alexa es mi hija y quiero lo mejor para ella, pero no debes pisotear mi autoridad—dije mientras volteó sus labios hacia un lado y mi cuñado se mantuvo en silencio sin dar ni voz ni voto—. Vamos, Alexa —pronuncié extendiéndole la mano a mi hija. Ella me observó en silencio y se puso de pie dando unos pasos hacia mí, pero se detuvo cuando estuvo en medio de mi hermana y su esposo. 

—Mamá—pronunció mi hija tomando la mano de mi hermana—papá—agregó tomando la mano del esposo de mi hermana y se me comprimió el corazón—no me quiero ir de aquí, quiero quedarme a vivir aquí con ustedes y quiero que seamos una familia—sentí una punzada en el pecho al escuchar sus palabras, cómo había llegado hasta este punto, estaba perdiendo a mi hija, la única cosa que en verdad me importaba en este mundo. Si quería tenerla de vuelta, tendría que buscarle una madre, hacer una familia solo para ella, aunque solo fuera un montaje. Si mi hija quería una madre se la iba a comprar.




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