Una esposa para mi tío

Capítulo 1: Oferta

Selena

Una vida sencilla, eso es todo lo que siempre he querido y es justo lo que tengo ahora, estudié durante mucho tiempo y aunque no tengo el trabajo de mis sueños me pagan bastante bien, estudié para ser chef, de niña siempre soñé con eso y me veía en un restaurante, mi restaurante, quizás ahora piensen que lo de vida sencilla es hipócrita decirlo cuando soñaba con un restaurante, pero tampoco quería uno de lujo aunque la verdad, no tengo ninguno y apenas puedo llamarme chef, tuve que dejar de estudiar porque mi abuela ya no podía trabajar más y entonces obtuve gracias a ella el trabajo que hoy tengo, solo que aquí soy una simple cocinera, una a la que nadie le tiene confianza, me dan por torpe y jamás me dejarían sola en la cocina por miedo a quemar la casa. Bufo mientras friego todo, sí, estoy fregando, yo quien soñaba con ser dueña de una cocina ahora friego losas en una casa de millonarios, ellos si se dan la buena vida mientras yo, joder, olviden que dije que llevaba una vida que había querido porque no, mi trabajo nadie lo quiere.

—Selena —miro hacia mi jefe cuando habla —cuando acabes deja todo organizado y limpia la cocina.

—Pero señor

—¿Pero? —ríe —haz tu trabajo o te vas a la calle —me señala

—Señor quería llegar temprano a la casa, mi abuela

—Bla bla bla —tenso mi mandíbula por sus muecas —tu abuela está enferma sí y antes tenía un trabajo aquí, pero ahora estoy yo y haces lo que pido —me señala —mañana en la mañana si llego y veo una sola cosa fuera de lugar te irás a la calle —demanda como si nada —yo me iré, tengo una cita —él sonríe y yo solo siento asco, todos en la cocina ya se han ido y cuando la puerta se cierra a sus espaldas quedo bastante sola, con muchas lozas por fregar, un suelo sucio que limpiar y mucho reguero que debo organizar antes de irme, ya dije que odio mi trabajo ¿verdad? Trabajo soñado, maldigo lanzando lejos una cazuela.

—Selena ¿no? —rápido volteo y frente a mí están los dos niños que vi antes y tengo entendido que son los sobrinos del jefe.

—¿Desean algo? —ellos miran la cocina —iba a limpiar ahora —carraspeo —todo quedará más que limpio, lo juro, yo

—Mi nombre es Chiara —dice la pequeña que se acerca —y te tenemos una oferta —sonrío, son tan hermosos.

—¿Una oferta?

—De trabajo —alzo una ceja, luego miro la cocina y me encojo de hombros, quizás quieren que cocine algo y este es mi momento, sonrío volviendo la mirada a la pequeña.

—Puedo cocinar lo que quieran —me pongo a la altura de ellos —no soy la chef, pero les juro que mi comida les encantará y sé hacer muchos dulces, la repostería es mi pasión —se miran entre ellos, luego a mí.

—Síganos —suspira la niña que se aleja, rápido me pongo de pie y la sigo, ¿qué querrán? Al llegar a una puerta ellos entran y despacio hago lo mismo, ahí también está la abuela de ellos y bajo la mirada.

—Señora Rossi, los pequeños

—Sí, no te preocupes, toma asiento —ella señala la silla frente a ella y respiro hondo, tomo asiento más que nerviosa, ¿y si me quieren despedir? Aunque habló de un trabajo ¿Y si era una broma de ellos? ¿Y si la dueña de la casa me sacará de aquí? Y si

—Mi abuela está enferma —hablo rápido —sé que no hago mucho en la cocina, solo limpio y friego, pero les juro que sé cocinar —la miro —necesito el trabajo, por favor, no me despida, yo

—¿Conoces a nuestro tío? —miro al pequeño cuando habla y asiento levemente

—Lo he visto par de veces —él asiente —pero no le conozco, paso todo el tiempo en la cocina y él no va por allá.

—Habrá trabajo —comenta la niña sobando su barbilla mientras me mira, ¿de qué habla? —ella es rara, viste mal y mira su cabello —mira a su abuela, yo miro mi ropa, paso las manos por mi cabello, ¿habla de mí?

—Y no parece estar muy bien de la cabeza —dice el niño, mi ceño se frunce, ¿me está diciendo loca?

—¿Me van a despedir por mi apariencia? —ellos me miran, al parecer habían olvidado que yo estaba aquí.

—Vamos a arreglarte —dice la señora Rossi poniéndose de pie —cambiaremos tu cabello, tu ropa y hasta tu forma de hablar —ella sonríe tranquila —eres bonita, solo necesitas algunos arreglos pero

—No entiendo nada —digo siendo más que sincera

—Es algo burra —miro mal al niño y abro mi boca

—¿Te parece bien? —miro a la señora cuando habla extendiendo hacia mí un papel, tomo este, es un cheque y... mis ojos se abren como platos mirando la cifra, se le escapó par de ceros —si acepta va a recibir esa misma cifra cada mes —miro sus ojos, no está riendo, no bromea, luego miro a los niños que están sonriendo, luego a ella, es mucho más que lo que gano aquí y con ese dinero podré ayudar a mi abuela, un nudo se forma en mi garganta mirando la cifra escrita.

—No voy a matar a nadie —expreso y ellos ríen

—Selena no tienes que hacer eso —habla la niña —solo algo simple, enamorar a mi tío —ladeo el rostro confundida, escuché mal, seguro que sí.

—¿Has dicho?

—Lorenzo, mi hijo menor —habla Aurora —desde la muerte de su hermano mayor y padre de los gemelos —los ojos de estos se llenan de tristeza —él se hizo cargo de los gemelos, es su tutor, pero lleva una vida loca que a su abuelo no le gusta y va a desheredarlo si no cambia, además, si eso pasa el abuelo le quitará a los gemelos y ellos no quieren alejarse de él, por eso debe casarse, si encuentra una esposa y comienza a trabajar en los negocios de la familia, todo estará bien y por eso te hemos elegido a ti, Lorenzo es un mujeriego que ama las fiestas y necesitamos a alguien simple, humilde y para nada ambiciosa como tú —sigo mirándola confundida, segura de no haber entendido ni la mitad.

—Sigo sin entender —el niño golpea con su mano abierta su rostro

—Que debes enamorarlo —dice Dante, el pequeño —debes hacer que se enamore de ti, tanto que cambie su vida y debes casarte con él, sacarás una fortuna de todo esto Selena y lo único que debes hacer es casarte con Lorenzo Rossi, el hombre más deseado de este país —sonríe, mis ojos se abren en demasía comprendiendo todo y los miro a los tres.




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