Una esposa para mi tío

Capítulo 2: Ella no

Lorenzo

Algo a mi lado se mueve y entonces abro los ojos, los recuerdos de la fiesta de ayer llegan a mi mente y el dolor de cabeza se intensifica, maldigo en voz baja y luego miro a mi lado, hay una hermosa mujer durmiendo ahí y sonrío, intento sentarme, pero al sentirme algo molesto miro a mi otro lado y sorpresa hay otra chica realmente bonita, con cuidado de no despertar a ninguna de las dos me siento en la cama, suspiro recordando lo de ayer y luego salgo en silencio, al poner mis pies en el suelo todo a mi alrededor da vueltas y debo sentarme, es entonces que escucho la vibración de mi teléfono y comienzo a buscar este, al encontrarlo bufo, una llamada de mi madre, algunas de mi abuelo y algunas de los gemelos, sin pensarlo mucho apago el teléfono.

—¿A dónde vamos, señor? —cuestiona mi chofer cuando subo al auto y suspiro.

—A casa —este asiente, pero cuando va a arrancar el auto la puerta a mi lado se abre, ruedo los ojos al verla.

—Sabía que estarías en uno de estos hoteles —reclama una enfurecida Sofía —no fuiste a cenar ayer Enzo —me regaña como si fuera un niño —estabas con una mujer, ¿verdad? —miro sus ojos y niego —no me mientas.

—No te miento preciosa —sonrío diciendo la verdad, no estaba con una sola. —¿por qué no dejas los celos Sofía? —llevo una mano a su rostro

—Porque solo me buscas aveces —niego con la cabeza

—Tú me buscas —dejo claro y ella bufa para luego soltar un manotazo a mi mano

—Antes no eras así Enzo —tenso mi mandíbula —cambiaste desde

—Sofía me duele la cabeza —soy bastante brusco al hablar —no tengo ganas de conversar y quiero llegar a mi casa. —ella bufa

—Casa a la que ya no voy porque los niños esos de los que te hiciste cargo no me soportan y son demonios —respiro hondo —Enzo estás tirando años de relación a la basura —cansado abro la puerta del auto.

—Creo que te he terminado varias veces y no me escuchas

—Porque te he dado tiempo amor —sus manos van a mi rostro —sé lo mal que estás y

—Baja del auto Sofía —ella aprieta sus dientes

—A mi padre no le va a gustar la forma en que me tratas y sabes que tiene buenos negocios con tu abuelo —ella se baja —Lorenzo voy a —el auto arranca y solo escucho como me maldice, yo miro a mi chofer y murmuro un simple gracias, él sonríe, es uno de mis mejores amigos y tiene mi total confianza.

—Tu abuelo ha estado llamando —habla mi madre mientras camina detrás de mí por la casa —quiere hablar contigo Enzo, pero no das señales de vida

—Pues dile que baje de su trono y venga a la casa —entro a mi habitación

—Debes acabar con la vida que llevas Lorenzo, Luca piensa quitarte todo, nos dejará en la calle, sabes que no soy su persona favorita y aunque te quiere tú no cambias

—No tengo por qué cambiar —comienzo a quitar mi camisa —y tampoco me interesa hacerlo.

—Hace un año murió tu hermano —sus palabras detienen mis movimientos —sé que fue duro Lorenzo pero

—No sabes nada —volteo a verla

—Era mi hijo —veo sus ojos llenos de lágrimas —él murió ¿y sabes que es lo único que me mantiene en pie? —ella se acerca a mí —los dos pequeños que viven aquí y de los cuales te haces cargo —dejo de mirar sus ojos —¿para eso quisiste la custodia de ellos?

—Le juré a mi hermano que me haría cargo, que cuidaría de ellos y además, soy lo que tienen, su madre los abandonó —mamá asiente y lleva sus manos a mi rostro.

—Luca planea dejarte fuera de la herencia —dice mirando mis ojos —y le dejará todo a tu tío Alessandro —frunzo el ceño y me alejo de ella

—No hablas en serio

—Eso hará

—¡Por culpa de él papá murió! —alzo la voz —el abuelo jamás haría

—Él es su hijo, tú solo eres el nieto rebelde y yo la nuera que nunca quiso, pero eso no es todo —mamá suspira —te quitará la custodia de los gemelos y se la dará a Alessandro —respiro hondo.

—Eso jamás pasará

—Entonces debes cambiar, dejar las fiestas, sentar cabeza y casarte —comienzo a reír cuando la escucho y ella me mira confundida

—No voy a casarme mamá —bufo —sabes que no lo haré —me giro

—Sigues amándola —sus palabras me hacen cerrar con fuerza mis ojos —te enamoraste de la mujer equivocada y sigues amándola Enzo a pesar de todo, dime, ¿Por qué tienes aún a los gemelos contigo? Es por tu hermano o

—Cállate —mascullo y la miro —no vuelvas ni siquiera a pensar así mamá, sabes que mi hermano era todo en mi vida y esos niños ahora lo son también, cometí errores, pero eso es parte del pasado —ella asiente —no vuelvas a hablar sobre eso, hay cosas que los gemelos no deben saber —al decirlo voy al baño y me encierro en este, luego paso las manos por mi rostro, los gemelos no pueden conocer esa parte del pasado o van a odiarme para siempre, miro mi reflejo en el espejo sintiendo ahora asco de mí mismo, yo también me odio, todo ha sido mi culpa y ahora debo vivir con eso.

Salgo de mi habitación con dolor de cabeza y camino hacia mi despacho, el dolor aumenta cuando de este sale una chica y choca contra mí, el café que traía en mis manos acaba en mi ropa, ella cae al suelo por el choque y aprieto tanto mis dientes que siento que se romperán.

—Señor yo

—Maldita sea —farfullo sin mirarla —son unos incompetentes todos los empleados de esta casa —me alejo de ella pasando un pañuelo por mi camisa, pero es en vano, demonios, voy a necesitar una ducha nuevamente, quizás debí coger su nombre para despedirla, pero ni siquiera me fijé en su rostro.

Despacio y sin hacer mucho ruido entro a la habitación de los gemelos, sonrío viendo nuevamente sus camas unidas como les gusta ponerlas y voy hacia estas, Chiara deja a un lado el libro de cuentos que tenía en sus manos y yo me siento en la cama, mirarla es ver nuevamente a su madre, idéntica a esta, como dos gotas de agua, pero al mirar a Dante veo a mi hermano, este es como él.

—Ya nos íbamos a dormir —habla Chiara —¿vas a salir? —niego con la cabeza.




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