Una esposa para mi tío

Capítulo 3: Todo lo que tenemos

Selena

Negarme a uno de mis jefes nunca ha sido nada fácil, o mejor dicho, nunca lo he hecho, pero lo que pide la señora y sus nietos es totalmente de locos, para mí está fuera de lugar, no es la educación que recibí de mi abuela, ella me crió con cariño donde el amor siempre era lo más importante, suspiro al detenerme en la puerta de la casa y comienzo a buscar mi llave, por otro lado, está el señor Lorenzo, es un hombre insufrible y un arrogante, pude notarlo hoy cuando caí al suelo por su culpa y ni siquiera me miró, ruedo los ojos, todos los ricos son iguales, bufo al no encontrar mi llave por ningún lado, ¿será posible? La he perdido, no es la primera vez que pasa, pero, sin mucho ánimo doy un suave toque a la puerta, solo que esta se abre un poco y mi ceño se frunce, mi abuela nunca deja la puerta abierta y con cuidado entro a la casa.

—Abuela ya llegué —hablo alto para que me escuche y quito mis zapatos —te traje el pan que te gusta —sonrío al decirlo, pero no hay respuestas de su parte. —¿Abuela? —voy a la cocina en donde debería de estar, pero ahí tampoco la encuentro, un poco preocupada camino hacia su habitación, ella no saldría y dejaría la puerta abierta, tiene que estar en la casa —Abue —la palabra se corta cuando al entrar en su habitación la encuentro en el suelo desmayada, me paralizo durante par de segundos, pero luego corro desesperada hacia ella.

Camino de un lado al otro del pasillo del Hospital sin recibir aún noticias, no dejo de mirar el reloj en mi mano pensando que han tardado demasiado y cuando veo al doctor voy rápido hacia él.

—¿Ella está bien? ¿Ya puedo verla? —el doctor suspira ante mis preguntas —Doctor

—Selena debes tranquilizarte —sus manos van a mis brazos con cariño —tu abuela ya despertó y quiere verte, pero no necesita verte así —siento como mi pecho se llena de alivio y asiento, luego él me lleva hacia los asientos y ambos nos sentamos

—¿Qué le pasó?

—Sabes el problema que ella tiene en su corazón —asiento —necesita los medicamentos, pero estos ya no son suficientes, tu abuela necesita una cirugía y no aquí, en un hospital mejor —respiro hondo y miro su rostro.

—Entiendo —es la única palabra que sale de mi boca y él solo sonríe.

—Ya quiero irme de aquí —farfulla mi abuela y sonrío

—Según Jonatan debemos quedarnos esta noche y parte del día —rueda los ojos cuando le digo lo que el doctor recomendó —y necesita hacer reposo

—Llevo años en lo mismo —bufa —no hagas esto ni lo otro, prefiero morir ya

—Susel —la regaño y ella pone sus ojos en blanco —se supone que dejaste de trabajar para cuidarte, pero haces todo en la casa y sales de compras, además, sé que haces esos dulces y sales a venderlos —la señalo

—Selena no quiero abusar de ti

—No abusas de mí —tomo asiento a su lado y agarro sus manos —tú fuiste mi madre y mi padre, eres todo lo que tengo —sonrío —y necesito que estés bien, quiero que me hagas una lista con los medicamentos que te faltan y además, tendrás a alguien contigo en casa haciendo todo, a partir de ahora, solo vas a descansar —sonríe triste.

—Mi niña, ¿y con qué vas a pagar?

—Conseguiré otro trabajo si hace falta, pero tu estarás bien, lo prometo —ella suspira y yo sonrío, ella tiene que estar bien.

En silencio corto las verduras necesarias para la comida, la cocina está cargada de ruido y todos van de un lado al otro en medio del ajetreo, yo estoy ajena a todo eso, por primera vez los gritos del jefe de cocina no me molestan, mi mente está en casa, con mi abuela, ya hay alguien cuidando de ella mientras estoy acá, ahora solo debo buscar otro trabajo, quizás por las noches pueda hacer algo.

—¡Selena! —miro cuando me llama una de mis compañeras

—La señora Aurora quiere verte —me tenso con sus palabras y luego de un suspiro me quito el delantal, ¿y si quiere despedirme por no aceptar su trato? Ahora menos que nunca puedo perder este trabajo.

Doy dos suaves toques a la puerta y luego esta se abre, miro hacia todos lados y solo veo a la niña sentada en la silla detrás del escritorio, luego la puerta es cerrada detrás de mí por su hermano, suspiro, la señora no está por ningún lado.

—Dios castiga a los mentirosos —digo tomando asiento

—No somos religiosos —es la respuesta de la niña y alzo una ceja —Queremos hablar del trato que te ofrecimos.

—Soy cocinera —hablo rápido —es lo que hago y amo hacerlo —sonrío —pequeños, no voy a casarme por dinero —digo mirando a los dos niños —lo lamento —me pongo de pie y voy hacia la puerta.

—Él es todo lo que tenemos —musita la niña con la mirada perdida deteniendo mis pasos —si no se casa, perderá todo y nos alejarán de su lado —la miro sintiendo lástima.

—Nuestro tío es el único que nos quiere de verdad —miro al niño —y si no se casa entonces tendremos que dejarle —sus ojos se llenan de lágrimas —perdimos a papá, mamá nos abandonó y solo él nos acogió —mi corazón se encoge sin dejar de mirarlos y ambos se acercan a mí —Selena

—Pero niños, me piden que enamore a mi jefe —me pongo a la altura de ambos —¿en serio creen que yo pueda hacer algo así? —me señalo —soy invisible para todos, más para él.

—Con nuestra ayuda lo vas a conseguir —la pequeña sonríe —por favor, hazlo por nosotros, quedaremos solos y también somos lo único que a él le queda —ella toma mis manos —si nos pierde como a papá todo acaba para nuestro tío, por favor —su ruego, su voz, su mirada y esas lágrimas parten mi corazón, Diablos, no, no puedo, grito que no en mi interior, pero mi cabeza se mueve de forma positiva aceptando algo que sé, me traerá muchos problemas y dolor, aunque debo también aceptar que quizás es el único medio que tengo para ayudar a mi abuela.




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