Capítulo 5: Cocinera

Lorenzo

Miro los anillos sin deseos de comprar ninguno, la verdad, casarme con alguien nunca estuvo en mis planes, una sola vez soñé con eso y solo me di contra un gran muro que me devolvió a la realidad, suspiro cansado de caminar por la tienda y luego solo escojo uno, es grande y bastante brillante, así que supongo que a Sofía le gustará, me quedo mirándolo demasiado tiempo y luego solo voy hacia la chica que amablemente atiende en la joyería, es este y será para ella. Mi teléfono suena mientras la empleada cobra la joya y la envuelve, respiro hondo antes de tomar la llamada.

—Abuelo —digo con menos ánimo del que quería y solo escucho un suspiro.

—Lorenzo te espero en casa, quiero que hablemos

—Al fin —río —esperaba tu llamada, señor —tomo el anillo.

—Ven a casa —son sus únicas palabras y cuelgo justo cuando la empleada acaba, solo doy las gracias y me alejo de ahí, al salir de la joyería siento que cargo un gran peso en el bolsillo de mi pantalón, pero debo ser sincero, perder a los gemelos no está en mis planes, prometí a mi hermano que cuidaría de ellos y pienso cumplir con esa promesa mientras viva, no dejaré que nada ni nadie nos separe y si para lograr eso debo casarme entonces lo haré.

—Siéntate —la voz del abuelo llega hasta mí cuando entro a la casa, este está a unos metros de la puerta con un juego de ajedrez frente a él, sin mucho ánimo me acerco y tomo asiento, cuando hace la primera jugada entiendo el punto de la conversación.

—Mamá dice que quieres quitarme a los gemelos —hablo haciendo mi jugada

—No quiero quitarte a nadie Lorenzo, solo quiero que seas responsable —él juega y medio sonrío

—Me casaré —me mira por breves segundos aunque la sorpresa en su mirada no pasa desapercibida —si eso quieres, eso haré abuelo —hago mi jugada —y también me haré cargo de los negocios de la familia.

—Tarde para eso —la voz de mi tío, el hermano de mi padre me tensa por completo, el abuelo hace su jugada, pero ni siquiera presto atención a nada y juego sin pensar —ya soy quien se hace cargo de la empresa.

—¿Entonces qué demonios quieres de mí? —le hablo al abuelo sin querer ni siquiera mirar a Alessandro —¿para qué quieres hablar conmigo? Ya le diste el puesto de mi padre al culpable de su muerte —me pongo de pie con brusquedad, el tablero se mueve y algunas fichas caen al suelo, el abuelo me mira.

—Tu hermano siempre fue mejor que tú —sus duras palabras hacen que apriete mis dientes y él se levanta —él era el heredero que quería y en cuanto a lo de tu padre —bufa —Alessandro no tuvo nada que ver con su muerte —me echo a reír ante tal tontería.

—Yo cuidaré de los gemelos —mascullo acercándome más al abuelo

—Trabaja en la empresa junto a Alessandro y seguirá siendo así —comenta sin pestañear —y cásate Lorenzo, ya es hora —aprieto mis puños mirando hacia Alessandro.

—¿Trabajar con él o para él? —sigo mirando a este que solo está sonriendo —abuelo, ¿acaso no ves la calidad de este hijo tuyo?

—Por supuesto que la vi y tu madre también la vio —sus palabras me provocan asco y luego el abuelo solo se aleja de nosotros, miro con rabia a Alessandro que sigue con su estúpida sonrisa y luego se acerca a mí.

—No sé por qué me odias tanto Enzo si somos muy parecidos —él sonríe —estuve con la esposa de mi hermano y tú hiciste prácticamente lo mismo, eres —lo tomo de la camisa con rabia.

—No somos iguales.

—Claro que no —ríe —yo no soy hipócrita ni niego las cosas —se suelta de mi agarre —te espero en la empresa mañana temprano —su sonrisa aumenta —y dámele saludos a tu madre —tenso mi mandíbula viendo como se aleja y solo tengo ganas de romper algo.

Cansado tomo asiento en el comedor luego de haber enviado un sencillo mensaje a Sofía, suspiro mirando la comida ya servida y luego miro a los gemelos que comen tranquilamente sin mirarme, cuando carraspeo Chiara deja los cubiertos y levanta su mirada hacia mí.

—Quiero ver a quien está cocinando esto —demando y la pequeña niega con la cabeza —¿por qué?

—¿No es mejor el misterio? —su sonrisa aumenta y suspiro

—Al menos dime su nombre —pido guiñándole un ojo, ella mira a su hermano y luego a mí, ambos dudan y no entiendo por qué el misterio, lo único que se es que la curiosidad me está matando.

—Se llama Selena —responde simple y me pongo de pie, ambos me miran confundidos, pero soy rápido en ir hacia la cocina y escucho los pasos de los gemelos detrás de mí, entro sin hacer preguntas y en silencio, la cocina es un total alboroto hasta que me ven y todos se quedan quietos.

—Selena —digo el nombre en voz alta, pero nadie dice nada —Busco a Selena —se miran entre ellos y nada, luego miro a Chiara.

—No está aquí tío, salió con la abuela —ella sonríe y bufo.

—¿Es amiga de la abuela? —asiente con lentitud —ahora entiendo, a saber qué víbora la abuela quiere meter a la casa —mis palabras confunden a la niña, pero conozco bien a mi madre y camino hacia la entrada, respiro hondo tocando el anillo que traigo en mi pantalón, saldré de este problema de una vez por todas, iré a ver a Sofía y le pediré matrimonio. Al salir de la casa solo me quedo en la entrada al ver a mi madre bajar de su auto y luego una chica baja de este también, quedo estático sin poder apartar mi mirada de ella, su cabello rubio, su cuerpo, es como volver a ver a la madre de los gemelos, realmente el parecido impresiona, no he visto su rostro, pero el cabello es el que hace que mis pies se muevan hacia ella y comienzo a acercarme a paso lento, hasta que ella se gira y su mirada cae sobre mí, sus ojos verdes quedan fijos en los míos y ahora es imposible dejar de mirarlos.

—Hijo —mamá me saluda sonriendo sin saber toda la tormenta que ha desatado dentro de mí —¿ibas de salida?

—Buscaba a la cocinera —digo sin dejar de mirar sus ojos verdes —y mira, la he encontrado —sonrío, la chica sigue muda ante mí y es claro que está nerviosa, mis ojos se achican en su dirección y doy un paso más hacia ella, puedo notar cuando intenta retroceder, pero mi madre es quien se lo impide —¿ya nos habíamos visto? —pregunto sin dejar de mirar su rostro esperando poder escuchar su voz.