Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 1

Suspiro largamente al verlo antes que mi café de la mañana, ese hombre era una belleza ambulante, suelto un segundo suspiro al verlo sonreir, podria pasar todo el dia observandolo ...

- Salomé, lleva estos expedientes a archivos -asiento y tomo las carpetas pero mis ojos no se apartan de él ... -¿me escuchaste? -giro el rostro y veo a la jefa de enfermera observarme con el ceño fruncido.

-Claro -murmuro y apresuro el paso pero su mano ha aferrado la mia.

-¿Comprometida? -mi mirada baja a mi mano que ella ha sujetado, el fin de semana habia ido a una venta de patio, la chica tenia una bolsa de seda en una mesa,me gusto y cuando quise tomarla para revisar, ella no lo permitio, me dijo te lo llevas pero en casa lo revisas. Nunca habia sido arriesgada pero la curiosidad y la cantidad que pedia me hicieron comprarla, ella sonrio y me indico que le quitaba un gran peso de encima por que se estaba librando del ultimo eslabon de su pasado.

Al llegar a casa y tirar el contenido en la cama, me lleve la gran sorpresa de mi vida, eran joyas lo que habia comprado, casi juraba de rodillas que el anillo y un par de aretes eran autenticos.

Mire a la mujer y su rostro de incredulidad de que alguien se fijara en mi me alento para responderle.

-Si, ahora si me disculpa, llevare las carpetas a archivos -sali lo mas rápido que pude pero baje la velocidad cuando iba a pasar junto al Dr. Renzo de Luca

****
 


 

Me sentia totalmente agotada, no habia tenido tiempo de probar bocado y mi estomago rugia furioso, busco en mi bolso y saco un banano, mientras caminaba en el estacionamiento.
 


 


Sin ninguna ceremonia, devore rapidamente la fruta, mi corazón salto al escuchar pasos, estaba sola. Me habia llevado mucho tiempo arreglar unos expedientes e ingresar la información en el sistema, mis piernas tiemblan ya que si alguien me atacaba nadie me iba a socorrer... calma Salomé -me dije a mi misma -el guarda de seguridad, siempre da una ronda, esperemos que esta sea la hora.
 


 

Camino un poco rápido y maldigo el haber llegado tarde por que mi auto quedo estacionado muy alejado.
 


 

Estrecho con mas fuerza mi bolso en mi pecho, mientras hago nota mental que nada de lo que cargo puede ayudarme a defenderme.
 


 

-Si salgo de esta, juro por mi abuela que en paz descanse que cargare media docena de gas pimienta -susurro, mientras mi respiración es mas agitada.
 


 

Los pasos se escuchan mas cerca y el panico se apodera de mi, cuando sali de la clinica solo estaba el poco personal de turno, no habia nadie mas que se hubiera quedado un rato mas.
 


 

Aún me falta para llegar a mi auto, sentia que habia caminado por horas, pero la verdad no era asi pero la falta de ejercicio fisico me estaba pasando factura.
 


 

La luz parpadea y con horror me doy cuenta que se ha ido, de mi garganta sale un grito desesperado mientras tiro mi bolso. Los pasos se escuchan apresurados y luego... el golpe seco de alguien cayendo.
 


 

Escucho el gemido, cuando la luz vuelve y para mi sorpresa en el suelo yace Renzo y puedo darme cuenta que la cascara del banano ocaciono su caida, me coloco de rodillas mientras con pánico busco su pulso, no lo siento.
 


 

Pero no se mueve, me incorporo con desesperación, mate al hombre del que estaba enamorada... no podia ser.
 


 

-¡Ya no nos podremos casar!
 


 

-¿Qué? -me giro y la jefa de enfermera, junto a otros compañeros que estaban de turno estaban ahi
 


 

-Renzo se ha resbalado, por favor ayuda -murmuro desesperada.
 


 

-¡No lo toquen! -grita uno de los medicos -voy a revisarlo y vamos a llevarlo en una camilla.
 


 

Los minutos los senti como horas, sentia una gran agonia, si él moria seria mi culpa, en mi grito solte la cascara de banano, ocacionando su accidente.
 


 

Cuando lo levantan y lo acomodan en la camilla, los sigo hasta el hospital. La culpa me estaba matando, él no podía morir.
 


 

Gruesas lágrimas recorren mis mejillas, yo no era capaz de matar una cucaracha pero me había cargado al hombre que amaba, siento un brazo rodear mis hombros y al levantar el rostro la jefe de enfermera me acerca un vaso de agua, la mujer tenía su corazoncito al parecer.
 


 

—Debes descansar —ella suspira —ve al cuarto del Dr. De Luca —no quería moverme de donde estaba, debía estar segura que él no moriría que estaba vivo.
 


 

—Lo haré luego, necesito saber que esta bien —sabía que no podía exigir información por que no era nada de Renzo pero necesitaba estar segura que él estaba bien.
 


 

—Te entiendo Salomé —me extendió una pastilla —tomate este relajante, estas alterada y te comprendo.
 


 

Para mi sorpresa la jefa de enfermeras estaba siendo muy comprensiva y no se había opuesto a que yo estuviera esperando noticias de Renzo.
 


 

La espera se hizo larga, por un momento cerré los ojos y me quedé dormida.
 


 

—Salomé —abrí los ojos y la jefa de enfermera me sonreia —ya abrió los ojos —me incorporó rápidamente —puedes pasar a verlo.
 


 

—¿Puedo verlo? —la miré confundida, sólo deseaba tener noticias suyas.
 


 

—Por supuesto, el padre del Dr. De Luca estará en un par de horas, está fuera de Italia pero viene para acá —asiento y me levantó, pasó una mano por la arrugada falda y compongo mi cabello —vamos.
 


 

Caminé con pasó firme pero mi corazón latía apresurado como caballo desbocado. Me cercioraria que estaba bien y no a punto de estirar la pata, me iría y juro que no vuelvo a tirar basura aunque fuera accidental.
 




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