—¡Es Ming! —enarcó una ceja y fijo mi mirada en el jarrón que a mis ojos estaba feo.
—No sabia que los jarrones tenían nombre —me encojo de hombros mientras el padre de Renzo me mira espantado.
—No puedo creer que en esta época no sepas nada de... —Calla y lo veo respirar profundo —olvídalo, sólo te advierto que Renzo adora este jarrón y si esa gata —lanza una mala mirada a la Señora Gertrudiz quién en respuesta abre sus piernas y comienza a asearse, el viejo frunce los labios y se dirige nuevamente hacia mi — rompe este jarrón, mi hijo no te lo perdona
—Honestamente en el pueblo de mi santa abuelita los artesanos hacen mejores jarrones con dibujos más bonitos, ese Ming esta horrible —arrugó la nariz y podía jurar que el padre de Renzo estaba a punto de un colapso aunque no entendía la razón —yo le encargaré mejores jarrones a Renzo y este lo puede tirar a la basura.
—Me rindo contigo —deja el jarrón con mucha suavidad en el estante, pasa su mano sobre el con cariño y yo ruedo los ojos
—Tienen un horrible gusto —murmuró por lo bajo pero mi voz no era tan baja como yo deseaba ya que él me miró rápidamente furioso.
—Eres... eres ... —respira, exhala y sin más se da la vuelta, cuando a desaparecido comienzo a reír
—Lo haces a propósito —Renzo está en el umbral de la puerta con los brazos cruzados, deseo con todas las fuerzas dejar de reír, pero mi cuerpo no ayudaba en nada.
—Lo... —cuando al fin la risa se detuvo —siento —murmuré, él debía estar furioso por que me estaba riendo de su padre, avanzó lentamente hacia mi o fue lo que me pareció... estaba sin camisa y yo literal... pero muy literal estaba babeando, mis ojos subían y bajaban sobre ese dorso, las palmas de mi mano hormigueaban por querer tocarlo.
—"Calmate cuerpo" —murmuré, necesitaba que mi cuerpo se tranquilizara pero no cooperaba, mi cerebro obligaba a mis ojos a seguir paseándose por ese dorso, con toda la fuerza del mundo los cerré pero fue el turno de mi nariz ya que olfateo el olor a colonia y jabón del cuerpo de Renzo. Mordí mi labio inferior y sentí sus dedos en mi rostro, enviando una deliciosa sensación a todas mis terminaciones nerviosas
—¿Sientes sacar de sus casillas a papá? —abró los ojos al escuchar humor en su voz
—Realmente lo siento —murmuró pero Renzo niega y apoya sus manos en mis hombros
—Está bien, creo que papá necesita relajarse
—No soy experta en los temas de los que habla tu padre pero créeme que los jarrones en el pueblo de mi abuelita son más bonitos pero me ha causado gracia que cuando le mencione a tu padre que ese jarrón Ming era feo, ha puesto una cara que me ha parecido... divertida
—La verdad no recuerdo mi adoración por ese jarrón —se encoge de hombros mientras me atrae a su cuerpo, mi corazón late tal como si fuera la minutera de un reloj de manecilla
—Esperó que no lo adores tanto por que si esta feo —él no dice nada, solo acuna mi mejilla en su mano.
—Eres preciosa Salomé —si, abrí los ojos como platos ¿la amnesia lo hacía ciego? Yo andaba mi cabello como un nido de pájaros, no puedo pretender que ando como si salí de un salón, unos pantalones cortos descoloridos ya tirando a blanco, mis pantuflas de pato y por supuesto sin ni una gota de maquillaje.
—Creo estas viendo mal Renzo —mis mejillas estaban calientes de la vergüenza.
—No —levanta mi barbilla, he achicado un poco mis ojos para verlo mejor ya que Renzo era alto
Me he quedado como hipnotizada observandolo, para mi, él era perfecto... y era increíble que este hombre mirará lindo mis defectos ya que no estoy tan perdida como quisiera y soy muy consciente de que mi risa es fea, de que no tengo buen aspecto en las mañanas y menos con la larga noche que viví en donde era muy consciente de Renzo durmiendo junto a mi. Varias horas pase contemplando y deseando desde lo más profundo de mi corazón que esto fuera real. Que él fuera mi novio, mi amante pero la realidad era otra, dormía junto a mi por que él creía que yo era alguien importante en su vida.
Salgo de mis pensamientos al sentir su pulgar acariciar mi boca, mis labios son dinamita pura... a punto de explotar, moría por sentir su boca sobre la mía... no debía aprovecharme, repetí esto en mi mente tantas veces pero como siempre mi mente se hizo de la vista gorda, cuando la boca de Renzo estaba tan pero tan cerca de la mía, mi mano atraía su cabeza mas rápido hacia la mía... son tantas emociones pero la que mas sobresale es la felicidad... un beso del hombre que amo.
Quería aprovechar el momento así que me coloque de puntas, rodeó su cuello con mis brazos, pegó mi cuerpo al suyo y sigo el ritmo de su beso.
Su mano apretujaba mi cintura, las mías aprietan sus hombros anchos, su pelvis choca contra la mía... estoy derritiendome como un helado bajo el sol.... Este hombre me estaba volviendo loca, cuando soltó mi boca para pasar su nariz por mi cuello, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
—Renzo —abró los ojos y miró a Renzo, esto no podía ser, ¡mi momento mágico, arruinado!
—Padre —Renzo gruñe pero su padre no parece notarlo o mejor se hace el desentendido —¿Qué necesitas?
—Le pediré a Valeria que venga a hacer la limpieza, no recuerdas pero padeces de muchas alergias —yo, estaba de brazos cruzados, está era la manera de tratar de no pegarle un puñetazo a este hombre que había arruinado mi momento. Aunque mi conciencia no dejaba de repetir que era lo mejor, no debía aprovecharme, él pensaba que era su prometida y que era lo más normal que tuviéramos intimidad.
—"no te aproveches, no sería correcto" —murmuró mi conciencia, sin mas le rodé los ojos, odiaba que se entrometiera.
—"Será un delicioso recuerdo en nuestras noches de soledad" —murmuró mi otro yo que era una mala influencia.
—Está noche que estemos solos continuaremos —levantó la mirada y en los labios de Renzo había una sonrisa con muchas promesas —¿Estás de acuerdo?
Editado: 16.12.2021