Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 6

Hazlo —ruedo los ojos ante las palabras de mi otro yo, ella pedía a gritos que disfrutará con Renzo.

Pasó una mano por mi cabello que estaba bien cepillado, brillante y limpio. Mi ropa de dormir no era llamativa pero honestamente llevaba mucho tiempo sin una relación así que no me había tomado la molestia de comprar algo nuevo, no olvidaba que mi último novio, el sapo rastrero me había robado todo. El muy maldito me abandono y no le basto que se llevó mis electrodomésticos, mi ropa de cama y por supuesto mi ropa... es que aún no entendía con que objeto se había llevado mi ropa de dormir... bueno era sexy.

Sacudó la cabeza por que no era momento de recordar al bicho rastrero con quien me había enredado en el pasado, debía pensar en el hombre que estaba en la cama... esperándome, aunque siendo honesta debió quedarse dormido, yo llevaba casi una hora encerrada, si el pobre tenía la expectativa de verme deslumbrante se iba a decepcionar ya que no contaba con nada hermoso que mostrar, suspiré y dejé el cepillo sobre el mármol del baño, la mujer que me devolvió la mirada através del espejo se veía ruborizada, los ojos brillantes como dos faroles en una noche oscura...ni Renzo me creería que no estaba dispuesta para estar con él, si sólo me faltaba cargar un letrero indicando estoy lista nene cierro los ojos y me doy cuenta que está expresión no me la quitaba nadie, con suavidad abró la puerta y veo por la rendija exactamente hacia la cama, él está con su espalda apoyada en el respaldo de la cama en sus manos tiene un libro pero ni el título alcance a ver... no, mis ojos estaban bebiendo de la belleza de ese espécimen humano, estaba sólo en bóxer negro, su pecho al descubierto, sus largas y musculosas piernas cruzadas una sobre la otra, el calor me empezó a invadir, estaba con la boca abierta... ese hombre era una tentación viviente y yo... no era ninguna santa ya estaba más que claro.

¿Qué esperas tonta? Es nuestra oportunidad  —Frunzo el ceño por que extrañamente sólo mi otro yo perverso estaba presente ¿será que mi conciencia estaba con la boca abierta admirando a Renzo como yo?

Aprovecha —si que estaba desesperado mi otro yo y ¿a quien iba a mentir? Yo también, me miró una vez más al espejo, me levantó una ceja y me tiro un beso

Prepárate hombre sexy, aquí voy —murmuré bajito. Abrí la puerta y caminé sexy... o esa creía pero recordaba a una chica en una película que vi hace muchísimos años, se colocó en la puerta, recostó su cadera en ella y el tipo dejo lo que estaba haciendo para admirarla; así que sin más me detengo y en lo que me recuesto en la puerta y al querer colocar una pierna como toda una modelo, lo único que conseguí fue enredarme e irme de bruces al suelo.

—¡Por Dios! —escuché el gritó de Renzo pero mi rostro dolía, sentí sus manos levantándome y un líquido viscoso en mi barbilla —Te has roto la boca.

Quería gritar, llorar sentía que mi boca estaba hinchada, me levantó con cuidado y me llevó al cuarto de baño, la mujer de hace un minuto no se parecía a la que estaba ahora. El labio inferior parecía que lo había pinchado un ejército de abeja, sangre en mi camisa de dormir, mis dientes y la barbilla.

—¡Nuestra gran oportunidad y lo arruinas! —juro que quería matar a mi otro yo.

Cuando al fin Renzo se cercioro que ya no sangraba y podía irme a la cama, me sentía cansada. Bebí con cuidado un analgésico y me dejó para que me cambiará la ropa de dormir. Una noche fallida por tratar con poses sexys.

Renzo ya había apagado su lámpara, suspiré y me acomodé en mi lugar, cerré los ojos y me dije que yo si debía hacerme una limpia o la mierda que fuera por que todo era que tratará de estar en una relación para que las cosas salieran por la mismísima mierda.

Sentí su brazo rodear mi cintura y luego su cuerpo pegado a mi espalda. Cerré los ojos por que temía que iba a tener una noche muy pero muy larga.

******

—Salomé —abrí un ojo, la habitación estaba ya inundada por la luz del sol pero yo no me quería levantar, mi cabeza estaba apoyada en... enfocó bien y me doy cuenta que estoy en el pecho de Renzo, ufff esto se sentía maravilloso —necesito levantarme —sonríe —Buenos días pequeña.

—Buenos días Renzo

Con renuencia me apartó, lo veo incorporarse y para mi horror el frente de su camisa tiene una gran rueda húmeda ¿Por qué a mi? Por que tenia que babearlo. En las malditas películas las mujeres despertaban más frescas que la lechuga, sin ni una gota de baba sobre su pareja

Él no se ha percatado de la mancha, se está colocando las pantunflas para dirigirse al baño. Tapó mi rostro con ambas manos, solo lo malo me pasaba.

Es normal, esto es la vida real —la sabelotodo de mi conciencia aparece al fin.

Me pongo de pie para arreglar la cama, mientras Renzo sale del cuarto de baño, suspiró al pensar que si hubiéramos tenido intimidad este despertar sería otro. Suspiró mientras imagino lo que debió pasar.

—¿Te sientes bien? —parpadeó y Renzo está junto a mi, ya está bañado y vestido.

—Claro —sonrió apenada pero mi labio a dolido, él debió notarlo por que se acerca y lleva su dedo a mi labio, sus ojos conectan con los mios.

—Abre, revisaré el labio —recuerdo que no me he cepillado, niego y me suelto para ir corriendo al cuarto de baño.

—Salomé —me llama pero ya he cerrado la puerta, ni loca abriré la boca, lo fulminaria con aliento a dragón.

Renzo

Ciertas cosas estaban llegando a mi mente, pero lo más extraño era el rostro de una mujer, una con cabellos negros, aún no podía ver su rostro pero me desconcertaba que mi mente estuviera empezando a recordar a una total extraña y no a Salomé.

Me dediqué a preparar el desayuno mientras Salomé se estaba duchando, pero trataba de forzar a mi mente para saber quien era. La noche anterior mientras abrazaba a Salomé, vino el primer recuerdo a medias, la mujer de espalda con su largo cabello negro regado en la almohada mientras yo la abrazaba por la espalda y enterraba mi nariz en sus perfumados cabellos.




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