Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 12

—¡¡¡No!!!! —llevé mi mano a mi vientre, esto no podía estar pasandome, era mi noche, esa donde al fin me iba a librar de las telarañas después de tanto tiempo sin sexo pero no, ella tenía que adelantarse, aparecer justo ahora. ¡Justo ahora que tenía un hombre caliente esperándome en la cama!

Quizás era una falsa alarme, corro al baño y al bajar mi ropa interior veo la mancha, esa susudicha que acababa de arruinarme la noche mas deliciosa que anhelaba. Queria llorar, gritar, tirarme al suelo y patalear.

Con furia contenida me quito la ropa interior y me meto a la ducha una vez más, habia salido depilada y con mucha felicidad pero no, el maldito periodo tuvo que aparecer.

Al salir deseche el camison vaporoso y la tanga sexy, busque una de mis pijamas viejas y una camisa.

Al abrir la puerta, vi a Renzo sólo con un calzoncillo negro, su cuerpo musculoso se veia como si estuviera tallado en piedra, sollozo por que no podia creer en mi mala suerte.

Al entrar Renzo se incorpora y en su rostro se dibuja una sonrisa muy sexy

—¿Pasa algo? —me observa preocupado mientras seco una lágrima imaginaria

—Ay Renzo —sollozo,lo reconozco mi gemido a parecido que salió de ultratumba, él se levanta rápidamente y me rodea con sus brazos, es que quiero morir al sentir su cuerpo duro rodearme

—¿Chiquita estas bien? —lo veo a los ojos mientras sigo berriando por mi mala suerte

—Me bajó el periodo —sollozo y me detengo al escucharlo reir

—Salomé lo juro,un dia me matarás del corazón —se separa mientras pasa su mano por sus ojos, me cruzo de brazos molesta, me siento furiosa y a él le parece gracioso, lo veo luchar contra la risa para tratar de dejar de reir pero falla en el intento —Perdóname —rasca su nuca —pero pensé algo grave te había pasado al escuchar tu llanto, mi corazón latia apresurado del susto.

—¿No es grave? —alzo la voz con furia—era nuestra noche —recalcó —y pasa está catastrofe pero me doy cuenta que estás muy feliz...

—Espera no es asi ... —no lo dejó hablar, mi rostro ardia de furia

—Si no quieres dormir conmigo sólo dilo de una vez asi me evito pasar por esto

—Salomé estas exagerando... —se acerca para tomarme de los hombros

—¿Ahora soy dramática? —él abre más los ojos, pasa su mano por su barbilla —¡es el colmó!—gritó furiosa —¡Todo lo que yo hago te parece exagerado!

—Voy... voy a salir por un momento —susurra mientras se pone el pantalón y los zapatos —Cuando regrese estarás más calmada

—¿Calmada? —grito— ¿Ahora soy un animal salvaje?

Renzo niega mientras pasa su mano por su cabello

—¿Sabes qué? Ve a dormir al cuarto de tu padre o alquila una habitación

—Salomé —murmura

—¡Vete! —él levanta ambas manos en son de paz pero se gira para salir y yo me quedo ahí hipando de tanto llorar.

—¡Se fue! —gritó en medio del llanto, me habia abandonado.

Renzo

Papá enarca una ceja al abrir la puerta y escuchar que algo se estrellaba contra la puerta de mi habitación.

Entró y él cierra la puerta con cuidado

—¿Problemas? —me encojo de hombros mientras me dejó caer en su sillón

—Usaré tu teléfono para pedir servicio a la habitación

—¿A está? —niego y me levanto para pegar la oreja en la puerta de papá, ya no se escuchaba ruido, suelto el aire y me dirijo a la mesita de noche a tomar el teléfono. Hago mi pedido y luego miró a papá, él está en silencio observandome

—Esté lugar no es bueno para tu novia, jamás la habia escuchado tirar las cosas y eso que está loca de remate

—Está en sus días —murmuró, papá hace cara de espanto

—Entiendo pero ustedes llevan tiempo de estar juntos Renzo y apuesto que es la primera vez que te hace huir

—No lo sé papá, he olvidado todo lo concerniente a esta relación, es cómo si estuvieramos comenzando de cero

—Debo ser sincero contigo, Salomé no es mi persona favorita —frunzo el ceño —pero reconozco que es buena contigo y no me gusta cómo la mira su primo

—Son familia papá

—Yo también tengo primas y nunca las he visto como si las quisiera desnudar para devorarlas, tu me entiendes

—Confió en Salomé, me voy tranquilo

—Eres un testarudo

Escuché el carrito avanzar por el pasillo, me puse de pie y me despedí con un ademán de la mano de papá.

Él camarero golpeó la puerta y anuncio el servicio a la habitación, escuchamos la autorización de Salomé para que entrará, aproveche para entrar con él. Ella estaba tumbada boca abajo en la gran cama, se había cubierto con el edredón.

Le hice señas al camarero para que nos dejará después de darle una buena propina.

Serví el humeante té, busque en el cuarto de baño las pastillas para dolor. Me acerqué despacio, coloque la tasa de té en la mesa de noche, regresé para servir en un platito los varios tipos de pastel que pedí.

Toque su hombro con cuidado

—Pensé se había marchado señor —ella levantó la cabeza y me miró, sus ojos estaban aguados —Renzo —murmuró.

—Toma, lo que más te gusta —extiendo el plato, ella muerde su labio —puedes pecar por un dia chiquita, acá tengo un té que es muy bueno para el malestar y está pastilla.

Ella asintió, se incorpora.

Sonrió y le entrego el platito, tomó la cucharita y la hundo en uno de los pasteles le acercó el pedazo cremoso a su boca, la abre y cierra los ojos con placer al sentir el sabor en su paladar.

Disfrute darle de comer,cuando terminó tomó el té y bebio varios sorbos, ella no ha notado que me he puesto de pie ni que he regresado con la bolsa de agua caliente, con cuidado la depositó en su vientre. Ella se recuesta en las almohadas sin dejar de observarme, mis dedos están acariciando su cabello suavemente.

—Gracias —murmura mientras se deja cuidar —Está noche no resultó como esperaba.

Me inclino y doy un beso en sus labios, la veo a los ojos.

—Está noche te he hecho el amor —niega energéticamente pero colocó mi dedo en sus labios —hay muchas formas de hacerlo Salomé, me ha gustado cuidarte —cerró los ojos mientras acariciaba su cabello




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