Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 18

—¿Luka? — mire al hombre que estaba sentado junto a mí, su rostro estaba lleno de preocupación

— Salomé — él tomó mi mano entre las suyas, sentí su beso en el dorso — que bueno ya despertaste

—¿Pasa algo? — él se puso de pie y camino por la habitación — ¿mi bebé?

Él niega y se detiene por un momento

—El bebé está bien, es mamá — está en el hospital —abro más los ojos —un infarto pero está bien, llegó a tiempo.

Muerdo mi labio inferior y desvío la mirada hacia la pared, mis dedos se enredaban en las puntas de mis cabello.

— ¿Sabe lo del bebé y Renzo?

—No... —lo veo a los ojos y veo la preocupación —me tiene preocupado como se lo tomará

Asiento y también temo por ella, sufrió por mamá por ser una madre soltera y por las carencias que pasamos y hoy se repetía la misma historia.

—El médico indica que no debe tener preocupaciones... —levantó la mano para que me deje hablar

—No me puedo casar, debo hablar con Renzo y saber lo que piensa de su hijo, yo...

—Apresurate, el embarazo se notará y no quiero que mamá pase por esto nuevamente, un segundo infarto no lo resistirá —dicho eso abandona la estancia.

Cierro los ojos y dejó que las lágrimas corran, estaba entre la espada y la pared. No podía someter a mí tía a un nuevo sufrimiento, sobre todo en la condición que estaba.

Renzo

La mire ahí de pie en la terraza, su mirada se perdía en el paisaje, el viento jugaba con su cabello largo y negro. No podía ver sus ojos estaban ocultos detrás de las gafas de sol. Recuerdo tras recuerdo llegaron a mi, había recuperado la memoria. Ella giro su rostro hacia mí. Sus labios dibujaron una sonrisa y cuando menos lo espere Zia estaba corriendo hacia mis brazos, sentí su cuerpo pegarse al mío, el olor de su perfume inundó mis fosas nasales...

—Renzo —murmuró sobre mi hombro, su cuerpo empezó a sacudirse y la estreche más fuerte para calmar su llanto —pensé que no te volvería a ver, el tiempo del pacto pasó y no supe nada de ti pero dos meses después estás aquí —levanta su rostro y puedo ver sus ojos negros como la noche enrojecidos por el llanto, había quitado sus gafas y estas cayeron sin ninguna contemplación en el suelo.

—Estoy aquí —murmure sobre sus labios, extrañaba sus besos, la extrañaba a ella.

Nos fundimos en un apasionado beso, ella se aferro a mis hombros, ella por más de tres años había sido mi prometida, mi compañera, mi mujer.

Al separarnos, levantó su mano y la llevó a mi mejilla, la acarició con ternura y sonrió

—La boda quiero sea aquí en la India, no puedo abandonar unos proyectos, me llevara un par de meses pero podemos tomarlos como nuestra luna de miel.

La mire a los ojos y recordé, él yo haber ido a buscarla le había afirmado que me casaría con ella. Note su ilusión, su alegría de que por fin su sueño se había hecho realidad... Casarse.

—Prepararé la cena, ve a darte un baño, está noche será especial —sonrió y me dejó ahí en la terraza mientras caminaba muy segura hacia el interior de mi casa... nuestra.

Salomé

Mordí mi labio mientras sonaba el teléfono al otro lado, cuando iba a colgar, solté el aire al escuchar que lo levantaron.

—Hola —hubo un silencio al otro lado, temia que cortaran

—Hola —respondió una mujer al otro lado de la linea

—Tú debes trabajar con el Dr. D'Luca, mi nombre es Salomé y me urge comunicarme con él.

—¿Salomé? —respondió la mujer y hubo otro silencio al otro lado, pensé la mujer se había olvidado de mí o no entendía el idioma —Soy la prometida de Renzo.

Mi cuerpo fue recorrido por una sensación helada desde la cabeza hasta la planta de los pies

—¿Prometida? —esa palabra resonaba en mis oídos lastimandolos —Disculpa pero es urgente que me comunique con él

—Puedes decirme, entre él y yo no hay secretos

—Pero... —ella me interrumpe

—No hablará contigo, me escucho decir tu nombre y se fue de la cocina, así que si es importante, es conmigo que lo hablaras, mi prometido no quiere saber de ti, sea quien sea tú seas en su vida.

Está vez, yo guarde silencio, Renzo no quería saber nada de mí, era más que obvio y no me quedaba de otra que decirle a su prometida que estaba embarazada.

—Veras yo... —aclaré mi garganta —estoy embarazada de Renzo.

El silencio fue muy incómodo esta vez, podía escuchar que ella estaba al otro lado de la línea y debía ser muy difícil para ella.

—¿Estas segura es de él?

—Muy segura —respondí molesta

—Iré a llamarlo para que hable contigo sobre el bebé

—Disculpa, la verdad debe ser incómodo para ti pero...

—No te preocupes, somos adultos.

Escuche que coloco el teléfono, luego una puerta abrirse, mordi una de mis uñas, estaba nerviosa, no era mi intención dañar la relación de Renzo, dolía y mucho pero era más que obvio que lo de él hacía mi, solo fue un espejismo.

Escuche pasos apresurados y luego que tomaron el teléfono

—Salomé —la voz de la mujer era un poco agitada —lo lamento pero se niega a hablar contigo y sobre el bebé —guardo silencio por un momento —... Que te hagas cargo del asunto —abrí los ojos como plato e iba a decir improperios —se hará cargo de los gastos médicos por supuesto

—¡Dile que el dinero con el que quiere acabar con la vida de su hijo que se lo meta donde mejor lo cabe! —grite furiosa pero mi voz se quebró, la historia se repetía, lo mismo le dijo mi padre a mi madre, ahora entendía el dolor que sintió mamá al saber que el hombre que amaba quería deshacerse de su hijo —Gracias por tu ayuda la verdad no espere que te lo tomarás con tranquilidad

—Somos adultos, lamento todo esto Salomé, intente convencerlo para que hablaran pero cuando Renzo toma una decisión no hay manera de que lo saques de ahí, es muy orgulloso.

—Gracias por todo, no se si felicitarte o darte el pésame por tu boda, nos vemos —No espere su respuesta y termine la llamada, me abrace a mi misma y me derrumbe. Él no quería saber de mi, ni de su hijo, bueno a su hijo lo quería muerto y eso no se lo iba a perdonar jamás. Desde este día Renzo D'Luca había muerto para mí.




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