Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 26

Pasó mi mano por la mejilla de mi hijo, es precioso y no es que sea mamá zorra... no, mi hijo es muy lindo. Mi corazón se ha hinchado de felicidad total al verlo, al sentirlo. Cierro los ojos mientras y sonrió... es maravilloso tenerlo.

—Salomé —abro los ojos de golpe al escuchar su voz... él estaba aquí, lo veo...  ahí de pie, apretando con fuerza el maletín, sus ojos están fijos en mi hijo.

—¡Vete! —no he subido la voz pero si he sido firme —Te atreviste a operarme, sabiendo que no deseaba que lo hicieras y menos que pusieras las manos encima de mi hijo.

—Hablemos —sacudo la cabeza con energía

—No tenemos nada de que hablar —cubro a mi hijo con la colchita y desvio la mirada, no quiero verlo.

—Por favor —murmura suavemente, lo miró y se que no fue lo correcto, ya que su rostro de tristeza me cala el alma, sus ojos están tristes, él no aparta su mirada del bebé, quien duerme plácidamente sin enterarse que está en medio de una batalla, mi corazón se endurece al recordar que él quiso que me deshiciera del niño.

—Vete —lo miró directamente —me estas molestando, sabes muy bien que no tienes derecho de estar aquí. Él es hijo de mi esposo —Renzo niega y avanza un poco más hacia nosotros —Me extraña que creas que es tu hijo, si para ti, soy una vividora, aprovechada.

Él suelta el aire retenido, pasa su mano por su cabello alborotandolo, muerdo mi labio con fuerza ¿qué rayos estoy haciendo al admirarlo como un animal hambriento?

—No he dudado de que es mi hijo desde el momento que me lo dijiste —pasa su mano por su rostro —y si hubiera tenido dudas que no es mi caso, mi hijo lleva el lunar de los Amoretti.

No respondo, a mi mente viene el recuerdo del cuerpo desnudo de Renzo y del particular lunar... si, aquí estaba yo, recién me han abierto de par en par y babeandome al recordar el placer que viví con este hombre... paso mi mano por mi rostro... no sé que rayos me pasa, él y yo éramos prohibidos, habíamos decidido en continuar nuestras vidas con alguien mas.

—Por favor vete —mi hijo se ha movido en su cunita, en su rostro se ha dibujado una bella sonrisa... suspiro por que me trae calma y hace que mi corazón deje de latir como loco dentro de mi pecho —Mi esposo no tarda en llegar.

No pasa desapercibido el músculo que salta en su mandíbula, su mirada se vuelve dura.

—Es mi hijo —sonrió con frialdad y llevó un mechón detrás de mi oreja

—Perdiste tu derecho de llamarlo hijo cuando pensaste en deshacerte de él

—Ni siquiera sabia que estabas embarazada —la furia me visito en ese momento, ¿como se atrevía a negar lo que había hecho?

—¡Detesto que me mientan! Tu esposa atendió la llamada y me dijo que hablaría contigo y cuándo regresó me dio tu mensaje.

Renzo se quedó en silencio

—No lo sabía —murmura y mete sus manos en sus bolsillos delanteros— no sabia del bebé —desvio la mirada hacia mi hijo, la verdad no sabia si creerle o no, su prometida en ese entonces no me pareció una mala mujer como para mentirme.

—Bien, hablaré cara a cara con tu esposa, por que ella fue clara con tu mensaje.

Renzo suspira

—Salomé —camina hacia mi un poco más pero levanto mi mano para que se detenga

—No te acerques

—Es mi hijo —me mira y luego al bebé— por favor olvida el pasado, te juró que nunca he dicho algo en contra de nuestro hijo...

—En ese caso, si nunca dijiste que abortara al niño, tú esposa recibirá una tremenda golpiza ¿te imaginas si yo hubiera sido una loca que le hubiese hecho caso? Es que la mató

Renzo bajo la mirada hacia sus pies

—Ella... —suspira y me mira por un momento —no puedes hacerle daño a ella... estamos esperado un bebé —y ahí en ese instante sentí como si me hubieran dado un golpe en el estómago y me sacaron todo el aire, si, dolió y mucho. El había seguido su vida normal con su esposa, no sé que rayos esperaba, ¿qué no tuvieran intimidad? Su relación no era como la mía con Luka, ambos en cuartos separados. Renzo se había casado para formar una familia.

—Entiendo —respondí —necesito descansar ¿cuándo tendré el alta?extraño mi hogar, mi cama. Odio los hospitales.

Él me miró y luego sonrió un poco

—¿Enrico cuida a la señora Gertrudis?

—No, ella está en casa, mi esposo se está haciendo cargo de ella —suspiro —Enrico y la novia de él, adoptaron a los gatitos.

—Entiendo, por favor, te pido que pienses en dejarme entrar en la vida de mi hijo.

No respondí, no en ese momento, la puerta se abre y ahí estaba Luka, en el umbral de la puerta.

Era un hombre impresionante de una belleza oscura por así decirlo, ya que él mantenía aquel misterio, él había demostrado su amor por mi, respetaba mi espacio, me estaba dando tiempo.

Miró a Renzo y luego a mi, Luka era un hombre correcto, sabía que no iba a  interferir en la relación de Renzo y el bebé.

Avanzo lentamente y hasta ese momento pude ver el ramo de flores que llevaba en sus brazos, yo, me había cerrado para no darle una oportunidad pero él más que nadie se la merecía.

Me entregó las flores y depositó un beso en mi frente, su mirada se oscureció, ¿a quién mentía?me gustaba eso de él, que no ocultaba su deseo por mi.

—Dr D'Luca ¿cuándo le dará el alta a mi esposa? —no aparto su mirada de la mía, mientras le preguntaba a Renzo.

Hubo un silencio que duró quizás un segundo.

—Mañana —respondió Renzo —debo marcharme, Salomé por favor piensa en lo que hablamos —un nervio saltó en la mejilla de Luka, no hubo ninguna expresión en su rostro, a veces me preguntaba como hacia para esconder las emociones.

Escuche los pasos de Renzo saliendo de la habitación, Luka se aparta de mi y se acerca a la cunita del niño.

Él lo mira con ternura, mientras su mano acaricia su mejilla con cuidado.

—Debo viajar —muerdo mi labio por que desde que nos casamos no nos hemos separado, no quería estar sola en la gran casa —la enfermera estará llegando a casa el día de mañana para que te ayude con el bebé.




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