Narrador
La mujer abrió los ojos de la gran sorpresa que se llevó, al ver al hombre ahí de pie frente a ellos.
Piero tomo el control de si mismo y adopto una frialdad total.
—Padre —Giovanni estrecho con fuerza a su padre, llevaba años sin verlo y debía admitir que extrañaba al viejo —Tuvimos la suerte de encontrarnos con Renzo en la entrada.
La mirada de Piero se dirigió hacia su hijo mayor quién estaba ajeno al efusivo abrazo de ellos, su mirada estaba clavada en las dos mujeres que estaban al fondo de la habitación.
— y ella ¿quién es? —su voz sonó fría más que un témpano de hielo, Giana lo miró con ojos suplicantes
—Estamos saliendo —su hijo sonrió con mucha alegría, mientras la atraía hacia su pecho —nos conocimos hace un par de meses en Nueva York —desvió la mirada hacia ella y enarco una ceja.
—Disculpe sr. D'Luca ¿me puede mostrar el baño? —Giana lo miro.
—Por supuesto —levantó su brazo para llamar al mayordomo y ella lo miró con horror.
—¿Qué hace ella aquí?—Piero siguió la mirada de Giovanni, quien al fin había notado a Mercedes, suspiró y llevó su mano al brazo de su hijo.
—Debo confesarles algo importante —miró a Giana —después de la cena, tu chica y Salomé pueden tomar el té en otra habitación, está charla es de familia, mientras tanto te voy a pedir que no le hagas un desaire a tu madre, luego te puedes arrepentir— le sonrió a Giana —la madre de Giovanni se ve espectacular.
Los guio hacia donde estaban las 2 mujeres, sintió que le tomaron de la manga de su saco, con cuidado se sacudió y siguió caminando hacia ellas.
Las presentaciones fueron formales, Mercedes sonreía llena de felicidad al tener al fin a sus dos hijos cerca de ella y lo mejor de todo es que era abuela, esperaba con ansias que su nieto despertara para poder conocerlo.
Renzo no dejaba de admirar a Salomé, reconocía que le gustaba como se veía, su corazón latía emocionado al tenerla cerca aunque ella no le había dedicado ni una sola mirada, se preguntaba donde estaba Luka ya que no se había presentado en ningún momento.
Giovanni se relajó y aceptó la copa que le sirvieron, se sentó y comenzó a charlar con su hermano, Salomé y por supuesto su madre de una manera indirecta.
Piero decidió ir a dar un último vistazo a la cocina de que todo estaba listo y perfecto.
Pero en el pasillo sintió como jalaron su saco con molestia se giró, su rostro era duro como granito. Ella lo miró a los ojos, sintió miedo pero debía hablar con él.
—¿Qué quieres? —su voz era dura
—Por favor... —sonrió con burla y la sujeto de la barbilla, Giana se maravilló una vez más de la belleza de este hombre mayor.
—Así que el viaje que te pagué a Nueva York porque estabas muy estresada,fue para que me fueras infiel —ella entreabrio los labios —y nada más y nada menos que con mi hijo —Piero apretó su mandíbula con fuerza— supongo temes que le diga a mi hijo que eres mi amante desde hace muchos años atrás.
—¿A mi me hablas de infidelidad? Estas babeando por tu ex mujer ¿quién me asegura que no has estado con ella?
Piero sonrió con burla
—Para mi, había un compromiso y lo respetaba Giana, en cambió te fuiste a Nueva York y no me avisas que regresas a Italia antes de lo previsto pero ya entendi la razón. Yo no le diré nada a mi hijo, espero tú lo hagas —se giró pero se detuvo —la relación ha terminado, ya había pagado un mes de adelantado de tu alquiler.
—¿la casa?
Piero la miro y se enfureció más ante la osadía de la muchachita.
—Hablaré con mi gente para que detenga la compra
—Piero... —ella trató de detenerlo pero él no dejó que lo tocará, irónicamente ella se había marchado por que sentía que ya no lo quería, que quería algo nuevo para ella, algo que la hiciera feliz y al conocer a Giovanni se sintió cautivada por él, le atrajo su belleza, su alegría y sobre todo que era italiano como ella, en su euforia no se tomó la molestia de preguntarle por su familia, no relacionó el apellido de él con el de su amante y lo lamentaba, jamás debió ir a esa cena, había perdido a Piero y le dolía... ella que quiso alejarse de él por que estaba aburrida, en este momento se negaba a perderlo.
—Debemos hablar, por favor llega al apartamento y ...
—Giana, lo nuestro se acabó, yo soy leal a mi pareja y es lo que espero también.
—No he dormido con tú hijo —Piero la miró, sus ojos oscuros estaban llenos de preocupación, ella se acercó hacia él, entreabrio sus labios y pasó la punta rosa de su lengua por ellos de una manera provocativa —sigo siendo solo tuya Piero.
Se pegó a su cuerpo bien trabajado, sabía como despertar la pasión de ese hombre pero no sabía que Piero era implacable cuándo se lo proponía, la aparto y la miro como si fuera un bicho asqueroso.
—Disfruta de la velada junto a mi hijo, déjame en paz Giana, ya no tengo ninguna relación contigo, se puede decir ambos somos libres.
Salomé
—Puedo ayudarte —pegue un sobresalto al tener a Renzo detrás de mi en el cuarto del bebé, lo miré a los ojos, él sonreía mientras miraba al bebé —Es precioso.
—Lo es —él acarició su mejilla con ternura —perdóname por todo lo que pasaste sola.
—No quiero hablar de eso —él se acercó y levanto mi barbilla para que lo mirará a los ojos.
—En su momento hablaré con Zia, ella debe responder por la mentira que te dijo, jamas le haría daño a mi hijo.
Lo miré atónita ¿me creía?
—Pero...
—Salomé te he fallado tanto y no he sido el hombre que ha luchado por nosotros, te perdí por mi maldito orgullo y casi pierdo a mi hijo por la misma razón pero ya no será así, sé que ya no tengo una oportunidad contigo, ambos hicimos nuestras vidas con otras personas pero no le fallare a nuestro hijo.
Bajé la mirada hacia mis manos.
—Renzo...
—Lo único que te pido es que me perdones por haber sido un cobarde, no quiero más mentiras entre nosotros
Editado: 16.12.2021