Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 30

La mañana era muy agradable, con una sonrisa lleve mi mano a mi cabello y lo acomode mejor, mi mirada recorría el hermoso jardín y suspire de alegría.
 


 

—Señora Martini, tiene una visita —levante la mirada hacia nuestro mayordomo y tome la tarjeta que llevaba entre sus manos, enarque una ceja al ver el visitante.
 


 

Suspire y le indique que lo dejará pasar.
 


 

Bruno Baruzzo sonrió mientras se acercaba, me puse de pie y besó mi mejilla.
 


 

—Señor Baruzzo —negó con la cabeza y se sentó frente a mi.
 


 

—Llámame Bruno —su mirada recorrió el jardín y se recostó en el respaldo de la silla —Me gusta la tranquilidad de tu hogar.
 


 

Sonreí y pedí un café para ambos,mientras llegaba la bebida nos dedicamos a hablar de trivialidades, no conocía mucho a Bruno pero me daba cuenta que él estaba preocupado, de repente se quedaba en silencio y su mirada fija en la nada, le repetía las cosas por que perdía el hilo de la conversación.
 


 

—¿Pasa algo?— me atreví a preguntar, él guardo silencio por un momento, quizás analizando si era correcto contarme lo que le sucedía.
 


 

—Salomé —suspiró y desvió la mirada —¿Has pensado acerca de mi herencia?
 


 

Niego y llevo el café a mi boca, la verdad no había pensado en la herencia de Bruno Baruzzo.
 


 

—Para mi es importante que tomes una decisión —frunci el ceño y apoye mis codos en la superficie de la mesa, observé a Bruno.
 


 

—No soy tu única hija, tienes dos hijos ¿no piensas en ellos?
 


 

Bruno desvió la mirada hacia otro lado y luego me miró, su mirada había cambiado.
 


 

—Tú tendrás el control de la herencia Baruzzo, se le asignará una mensualidad a tus hermanos y a mi esposa 
 


 

—Tú puedes hacerlo —él bajo la mirada hacia sus manos 
 


 

—No por mucho tiempo —frunzo el ceño y espero en silencio, su respuesta 
 


 

—¿De qué hablas?
 


 

Bruno levantó el rostro, sus ojos estaban brillantes por las lágrimas.
 


 

—Voy a morir Salomé —llevé mis manos a mi rostro, estaba impactada, Bruno se veía sano
 


 

—No puede ser —Bruno levanto su mano para que no continuará.
 


 

—Detesto la lástima —luche contra las lágrimas, era increíble saber que él iba a morir —Necesito una respuesta lo más pronto posible
 


 

—Pero yo no sé nada del negocio, estoy segura que tus hijos saben de él.
 


 

—Lo saben pero mis hijos no saben decirle no a su madre y estoy seguro que por lo que mi familia y yo hemos trabajado por años, mi esposa lo echaría a la basura 
 


 

—¿Como así?
 


 

Bruno sonrió con tristeza 
 


 

—Ella sólo sabe despilfarrar mi querida hija, sé que tengo la culpa también por que nunca le he dicho no, pero trataba de calmar mi conciencia dándole todo lo que necesitaba y lo que necesitaba, ella aprendió a manipular y lo hace con nuestros hijos.
 


 

Asentí pero sabia que ahí había algo más, él rehuia mi mirada.
 


 

Guarde silencio y sentí un poco de dolor de cabeza, Bruno quería meterme de cabeza en un tremendo enredo, sabía que los problemas comenzarían una vez yo fuera declarada heredera de la fortuna Baruzzo.
 


 

—Bruno, yo no quiero la herencia —él tomo mis manos.
 


 

—Tienes derecho a ella, por favor Salomé —vi la angustia reflejada en su rostro —piénsalo, se que no sabes nada de la familia pero mi padre trabajo mucho por lo que hoy tengo.
 


 

—Voy a pensarlo —dije pero la verdad no quería nada de la herencia —si yo no acepto supongo la herencia va en manos de tu hijo 
 


 

Él no respondió, soltó mis manos y se puso de pie 
 


 

—Piénsalo por favor —miró su reloj de pulsera —tienes mi número —se dio la vuelta y se marchó.
 


 

Me quedé pensando que todo había sido muy extraño, había algo que sabía Bruno no me había dicho, me preocupaba saber que moriría, sentía la angustia en mi pecho.
 


 

Renzo
 


 

La verdad no había mentido a Zia, sentía el deseo sexual pero mi miembro no cooperaba, lo había asociado al accidente donde había perdido la memoria. Ella estaba en el comedor hojeando una revista, mientras tomaba jugo de naranja.
 


 

—Buenos días —la salude y di un beso en su cabeza, ella no respondió, continuó hojeando la revista.
 


 

Me serví un poco de jugo y me senté frente a ella.
 


 

—¿Qué planes tienes para hoy? —se encogió de hombros y continuó con su revista.
 


 

Me apresure a tomarme la bebida y me puse de pie.
 


 

—Me marcho, que tengas buen día— no respondió.
 


 

Imaginaba que estaba molesta ya que la noche anterior intentó que tuviéramos intimidad, pero no pasó nada.
 


 

Se dio la vuelta molesta y yo no pude dormir en toda la noche, buscaría ayuda.
 


 

Conduje a la clínica sumergido en mis pensamientos, de milagro su sufrí ningún accidente ya que no estaba concentrado en el camino.
 


 

Sentí nostalgia al ver a la nueva chica de archivos, recuerdos ya estaban viniendo a mi mente de Salomé recorriendo los pasillos cargando las carpetas de los pacientes.
 


 

Me dirigí hacia mi oficina, la jefa de enfermeras abrió la boca para decirme algo pero fue interrumpida por un paciente, luego la llamaría a mi oficina para hablar con ella.
 




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