Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 33

—Señora —levanto la mirada del libro que estoy leyendo y veo que Tomas el mayordomo extiende la bandeja de plata donde descansaba un sobre blanco con mi nombre en una perfecta caligrafía.Suspire y lo tome, cuando Tomas se retiro rasgo el sobre y veo la invitación de mi padre a almorzar en el restaurante de un lujoso hotel en la ciudad.Cierro los ojos por un momento y ahora que soy madre me doy cuenta de la importancia de los padres en la vida de un hijo, me pongo de pie, ya que tengo poco tiempo para prepararme, escuchare que tiene que decirme.Me preparo y me veo en el espejo, una mirada de nostalgia me devuelve el espejo, estaba diferente, mi cabello mas corto, los rizos ya no eran una maraña, ahora se veía mas brillante, sano, manejable pero extrañaba los días que viví con Renzo en el departamento, él siempre enarcaba una ceja al ver el cepillo con cabello rubio, pero no se quejaba. Sonreí un poco al ver al rincón de la habitación a doña Gertrudis, sus ojos amarillos y grandes estaban clavados en mí, había dejado de lamer sus patitas y me miraba con curiosidad. Camine hasta su camita y me agache para cargarla, la abrace fuerte y ella se removió por un momento pero creo se dio cuenta de que necesitaba ese abrazo por que se quedo quieta en mis brazos, una solitaria lagrima recorrió mi mejilla. 

— Aun lo amo —murmure sobre su suave pelaje — Se que no es lo correcto, tengo un esposo y yo aquí añorando los días que fui feliz con Renzo — me separe por un momento y mire a los ojos a la señora Gertrudis —fuimos felices.Ella maulló y la solté, una vez estuvo en el suelo, sentí su cuerpo restregarse en mis piernas, la acaricie y me puse de pie. Me dirigí a la habitación de mi hijo, la enfermera estaba sentada junto a la cuna de él, entre sus manos tenia una novela rosa, ella me sonrió 

—Saldré un momento a almorzar, cualquier cosa me avisa por favor — ella asintió y rápidamente echo una mirada a mi hijo 

— Ha estado bien tranquilo, espero no le moleste que me dedique a leer mientras el bebe duerme — sonreí 

 — Para nada Marta, puede hacerlo — camine hacia la cuna y contemple a mi hijo, cada día se parecía más a su padre —No olvide llamarme por cualquier cosa. 

 —Lo haré señora 

Decidí conducir hasta el hotel, al llegar, con paso firme me dirigí al restaurante, Bruno se puso de pie y en su rostro se dibujo una gran sonrisa al verme. Esta vez no sentí molestia alguna al verlo, no sé si estaba madurando o la maternidad me había cambiado pero ya tenía un sentimiento por Bruno. Vi sus ojos brillantes, cada facción de su rostro, era un hombre guapo. Me estrecho entre sus brazos y esta vez no busque a moverme incomoda, recibí su abrazo y se lo devolví. 

 — Mi querida Salome — se separo y aparto la silla para que me sentara, mi hijo tenia rasgos también de su abuelo — ¿Cómo está el bebe? — sonreí y esta vez saque mi móvil y le mostré las fotos del niño. 

 — Está bien, cuando desees puedes ir a ver a... tu nieto —balbucee —los ojos de mi padre se pusieron aguados por las lágrimas que quisieron escapar pero él las contuvo. 

— ¿Estas segura? — asentí y sentí como tomo mi mano entre las suyas — De hecho te invite a almorzar porque quería volver a hablar acerca de la herencia — fruncí el ceño y lo mire a los ojos —Tienes a Luciano, estoy segura de que él dirigirá muy bien el negocio, puede hasta innovar. Yo no sé nada a lo que te dedicas 

— Luciano puede ayudarte — suspire y me recosté en el respaldo de la silla 

 — ¿Por qué no quieres que tu hijo se haga cargo del imperio Baruzzo? ─Su mirada se perdió por un momento en el vacío, como si estuviera en otro lado y no ahí conmigo. 

 — No confió en mi familia —me miro a los ojos y pude ver una gran tristeza reflejados en ellos — Me he enterado de grandes desfalcos que han hecho en la empresa, solo que aun no sé quien de mis hijos lo está haciendo. Ha sido todo bien hecho, una mente maestra por qué ha pasado desapercibido por mucho tiempo. 

Lo mire sorprendida sin saber que pensar, eran hijos de él, como rayos se les había ocurrido robar a su propio padre.

─ ¿Estas en la quiebra? ─ él sonrió un poco y paso su mano por su cabello 

— Casi —suspiro fuerte —alguien me envió una nota anónima indicándome lo que estaba pasando, al inicio no lo podía creer pero me dije a mi mismo que no perdía nada en averiguar y tristemente quien sea que me aviso tenía razón. Pase lo que pase conmigo quiero saber que el negocio está en buenas manos, mi padre, mi abuelo y todos los hombres de mi familia, trabajaron duro para levantar el imperio y hacer lo que hoy es y no puedo permitir que quede en manos de alguna rata sucia. 

 —Puedo llevar el negocio a la quiebra ─ Bruno no dijo nada, solo tomo mi mano y beso mi dorso 

—Eres una gran mujer Salome y muy inteligente, se que cuidaras el negocio y lo levantaras y lo harás brillar. 

Trague fuerte porque temía que me estaba pidiendo demasiado, yo no fui muy buena para las matemáticas. Llego la comida y mi papá cambio de tema durante el almuerzo, cuando terminamos, me ayudo a ponerme de pie, caminamos hacia la salida en medio de una amena charla, estaba disfrutando sus anécdotas de cuando era joven. Cuando me llevaron mi auto, me gire para despedirme de mi padre, pero fruncí al ceño al ver su rostro de angustia y fue cuando en ese momento sentí la presión en mi costado. 

—Sube al auto  
 




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