Al abrir los ojos vi a mi alrededor y estaba todo oscuro.
Apreté los puños, sentía mis uñas enterrarse en la palma de mi mano pero necesitaba no entrar en pánico.
Escuche un gemido en la habitación y tuve miedo, a como pude me puse de pie y pegué mi espalda en la pared.
-Salomé -la voz de mi padre sonaba débil, a tientas caminé hacia donde venía la voz, extendi mis manos para no caerme, sentí que mi pie chocó con algo blando -¿estas bien?
Me puse de rodillas y me di cuenta que era un colchón, toque las piernas de papá, escuché otro gemido de su garganta
-¿Qué te hicieron? -pregunte a punto de las lágrimas.
-Cuándo llevaron tu coche me pareció extraño el hombre que bajó de él y no me equivoqué, ya que en sus manos en lugar de las llaves traía un arma y el hombre que se colocó detrás de mi, me susurró que si hacía algo, tu sufririas las consecuencias.
-Recuerdo tu cara de terror pero no recuerdo nada más.
-Te durmieron, al llegar acá les exigí que me dejaran contigo y no les gusto que les ordenará algo y pues me dieron una buena paliza pero valió la pena por que estoy contigo.
-¿Tienes idea de quién nos tiene aquí?
-He pensando en mil posibilidades pero no dejo de pensar que sea uno de mis hijos, no olvides que me han estado robando, quizás tratan de evitar que te vuelvas mi heredera.
-Pero... -sentí como apretó mi mano
-Si la única opción para que te dejen ir es que no seas mi heredera, no lo dudaré, mi prioridad es tu vida y no me importa renunciar al imperio Baruzzo por ti.
Pase mi mano por mi cabello, esperaba que la persona que nos tenía ahí, no pensara en matar a papá o a mi.
Era increíble lo que la ambición era capaz de hacer.
Pensé en mi hijo y la angustia se instaló en mi corazón.
Renzo
Frunci el ceño al leer la nota, pensaba era una broma de mal gusto pero luego mi celular sonó, mire la pantalla y vi el número desconocido.
Al levantar y escuchar aquella voz mi temor se hizo realidad... si la habían secuestrado.
-¿Cómo lo sabes?-fue mi pregunta, escuche el silencio al otro lado de la línea y luego su voz, sabia que estaba conteniendo su furia, lo poco que lo había tratado me había hecho conocerlo y sabia que era un volcán a punto de entrar en erupción.
-No puedo mover un solo dedo por que la matarán, sólo tú puedes salvarla
-Pagaré el rescate -escuche su risa de burla al otro lado de la línea
-No es por dinero D' Luca, alguien te visitará, quiero que entiendas que si yo hago algo, Salomé muere, por favor pelea por ella, salvala.
Apreté el móvil
-¿Quién vendrá?
Hubo un pequeño silencio
-Alguien que no es de tu clase pero que es muy necesario para que ella sobreviva. Yo me pondré en contacto contigo con diferentes números, no puedo dejar rastro, si necesitas dinero no lo dudes y Renzo, a veces lo correcto no funciona en estos casos.
-Tengo dinero Luka, no te preocupes
-Es mucho lo que necesitarás
-No te preocupes, no dudaré en pagar lo que sea, por salvarla. ¿Este secuestro tiene que ver contigo?
-Si, es por eso que debo dejarla para siempre, no puedo estar más cerca de Salomé, una vez este a salvo no dudaré en vengarme, no menciones mi nombre en este asunto, ni tampoco al hombre que te visitará, dile que un viejo amigo te lo recomendó.
-Tú lo estás enviando y no quieres que te mencione.
-La fidelidad de alguien a veces depende de cuánto te puedan pagar y yo no confío en nadie pero está persona me debe un favor así que no puede traicionarme por mucho dinero que necesite.
Nos despedimos y llamé a papá, él debía ir donde mi hijo, cuidarlo.
Papá me sorprendió al decirme que su fortuna estaba a la disposición.
Las horas pasaron y el visitante no aparecía, atendi a mis pacientes, pero la inquietud no me dejaba tranquilo.
Tocaron la puerta y la enfermera me notificó del último paciente.
Me senté y cerré los ojos esperando a la mujer, está apareció y al entrar me sonrió, su vientre aún no era muy prominente.
-Dr D' Lucca -ella extendio su mano y su apretón fue fuerte -¿mi esposo puede entrar? Es nuestro primer hijo y ambos estamos emocionados -está en la sala de espera, su nombre es Massimo.
Asenti
-Enfermera por favor haga pasar al Sr. Massimo -cuando la enfermera salió la mujer se puso de pie y la vi poner un aparato en mi escritorio -No dejes que se quede, debemos tratar de negocios.
La miré sorprendido ¿ella era la mujer que me iba a ayudar a salvar a Salomé? Todo el día esperé a un hombre, no a una mujer, ella me sonrió y se sentó como si nada estuviera pasando.
El hombre alto entró, con una gran sonrisa en su rostro
-Gracias doctor, mi esposa y yo estamos muy emocionados, ¿hoy podremos saber el sexo del bebé?
Ambos sonreían la verdad, cualquiera pensaría que eran una pareja de padres muy emocionados por la llegada de su hijo.
-Puede retirarse -le dije a la enfermera, ella me miró sorprendida pero asintió y se marchó.
Cuando cerró la puerta, mi mirada se dirigió al hombre, esperando sus indicaciones.
—Sr D'Lucca, hemos ubicado donde tienen a la señora Martini
Mi mirada se dirigió a la mujer, quién se había recostado en la silla y me miraba con seguridad.
—No será fácil sacarla de ahí —mi respiración se aceleró, pase una mano por mi cabello
—Si ustedes no pueden ¿conocen a alguien que lo haga?
La mujer sonrió y se cruzo de brazos.
—Dije difícil no imposible —ella enarca una ceja y la veo apoyarse en mi escritorio —la sacaré de ahí pero el precio será alto —tomo mi recetario y garabateo una suma— lo empujó hacia mi, lo tomé y sonreí al ver la cantidad
—Su vida vale más que esto— me cruce de brazos — quiero acompañarlos por que quiero estar seguro que ella sale libre.
La mujer soltó una carcajada, enarque una ceja, ya que era delicada, la miré a detalle y me di cuenta que era bellísima, vestía sencilla pero elegante, no se veía corriente, me preguntaba cómo una mujer así había ido a parar a este bajo mundo.
Editado: 16.12.2021