Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 35

Narrador

El hombre se sentó en su fino asiento y giró el vaso entre sus manos, se sentía feliz, su momento había llegado.

Años de años tratando de atrapar al hombre que le arruinaba sus negocios, pero estaba luchando con un fantasma ya que no tenía idea de quién se trataba.

Pero todo había cambiado hacia exactamente hace seis meses, cuando se topó con aquel hombre en los tuneles que daban a su casa, nadie sabía de ellos, solo su gente de mayor confianza, él lo miró y se llenó de pánico así que no dudó en ordenar a sus hombres que lo atraparan.

Después de haber sido torturado había hablado, le había dado el nombre de un extraño, no lo conocía no sabía quién rayos era Luka Martini menos por que le tenía tanto odio para buscar ha arruinar sus negocios, estuvo buscando el motivo hasta que descubrió que era el yerno de Bruno Baruzzo, apretó los dientes con fuerza y odio.

Bruno debió manejar a Luka todo este tiempo para dejarlo en la quiebra, ya que su pleito venía desde hace mucho tiempo atrás, los dos se odiaban a muerte pero odiaba la hipocresía de este que pregonaba ser un hombre recto y honesto y todos estos años estuvo luchando por destruirlo, pero lo había descubierto.

Dio un sorbo a su bebida y dejó que la música de ópera inundara su ser, cerró los ojos para saborear el líquido en su boca y soltó una sonora carcajada, tenía en sus manos a Bruno y a su hija.

Había enviado un mensaje a Luka con el hombre que había torturado, le faltaba una mano y varios dedos de la otra, si él se metía nuevamente con él, su adorada esposa moriría y por supuesto su suegro...pero se metiera o no Luka el destino de sus dos prisioneros estaba ya decidido... iban a a morir y él se encargaría de enviarlos en diferentes bolsas por que los haría pedazos, nunca más Luka se metería con él... por algo él era la Parka.

Renzo

—¿Que pasa? —Zia se sentó frente a mi y soltó un fuerte suspiro

—Mañana es la cita con la ginecóloga, te estuve escribiendo, llamando pero no podía comunicarme contigo.

Pase una mano por mi cabello, la verdad había estado sumergido en la preocupación por Salomé.

—Lo siento, estuve bien ocupado en la clínica ¿hablaste con mi asistente? Para que me dejara libre las horas donde la ginecóloga.

Ella asintió y luego miró hacia sus manos

—¿Aún tienes problemas de erección?

Asenti y la verdad no le mentía

—Lo siento —murmure, ella hizo una mueca y se puso de pie.

—¿Es por ella? —se abrazo a si misma, frunci el ceño y baje por un momento la cabeza. Era hora de quitarse las máscaras, no había querido tocar el tema aún acerca de la mentira que le había dicho a Salomé, sobre abortar a mi hijo.

—No lo sé —la miré a los ojos, ella sonrió con burla y ladeo la cabeza.

—Cuando me casé contigo pensé que era lo correcto, que íbamos a ser felices pero me equivoqué. He sido un mueble más en este apartamento, sé que tengo un esposo por que al despertar veo la huella de su cabeza en la almohada, la ropa sucia en el cesto, el olor de tu colonia impregnado en el baño pero nada más,  en todo el dia espero un mensaje tuyo... como antes, cuando te preocupaba si yo estaba bien, si había tenido una linda mañana e igual una buena tarde pero no pasa nada de eso y estoy segura que ella si sabe de ti... ¡es la maldita otra mujer! ¡la que me ha robado a mi esposo!

—No hay ninguna otra mujer —me cruce de brazos y la observé —ella como la llamas me odia por tu mentira —Zia palidecio —Se que le mentiste y le dijiste que yo deseaba que abortara a mi hijo ¿sabes algo? Tuve una historia con ella, sin saber que estaba comprometido, ella y mi hijo eran inocentes por que el que había perdido la memoria era yo.

Yo te olvide todos esos meses, la tenía a ella y fui feliz no tienes idea pero cometí la mayor estupidez del mundo... la juzgue y no entendi los motivos y las razones que ella tenía para hacer lo que hizo y luego tú... decides sobre la vida de mi hijo

—No sé de qué hablas,  está claro que esa mujer miente para que estés en ⁶no mira con furia —el Renzo que conociste y que te amaba con locura, ese hombre desapareció el dia que perdí la memoria y el que está hoy ante ti... ama a Salomé.

Ella se acerca rápidamente y me da una fuerte cachetada

—Te odio Renzo, tendré a mi hijo y me encargaré de que no lo veas nunca —sujetó su mano y la veo a los ojos.

—Son nuestros problemas, el bebé no tiene por qué pagar por nuestros errores, siempre estaré para mi hijo.

Ella se suelta con furia y se dirige al cuarto,  la veo regresar con mi almohada.

—Duermes aqui —avanza un  momento y luego se detiene —Empacas tu ropa y te vas mañana mismo, no quiero saber más de ti.

—Mañana te acompañaré donde la ginecóloga, quieras o no

Zia no dijo nada, solo camino en silencio hacia la habitación

Especial Zia

Una vez mi padre me dijo que existía algo llamado Karma, que lo que uno hacía se regresaba, nunca le crei pero hoy estaba segura que era lo que estaba viviendo.

No me consideraba una mala mujer, era un ser humano lleno de errores como todos pero sé que lo que hice no estuvo bien.

Pase meses culpandome por haberle dicho ese dia a Salomé que Renzo deseaba que abortara al bebé, me sentí celosa, ella llevaba en su vientre al hijo del hombre que amaba, mientras estuve fuera, él se había acostado con otra mujer.

Ella se fue y calle, no le dije que ella había llamado para informarle que sería papá. Pasaron los meses y creí que le había ganado a la intrusa en mi vida al casarme con Renzo pero me equivoqué, la intimidad ya no era como antes, sentía que Renzo todo lo hacía mecánicamente sólo para satisfacer un deseo mío... ser madre.

Pero al llegar de la India todo fue un caos, ya no había intimidad por eso anhelaba que las noches que estuvimos juntos dieran frutos.

El día que supe que estaba embarazada,  visité a mi suegro luego de hacerme los análisis, estaba ansiosa por recibir los resultados pero mi alegría se esfumó cuando escuché que Renzo era papá, sentí dolor, furia pero también alivio por que ya no cargaría con la culpa de haber inducido al asesinato del hijo de Renzo.




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