Una Extraña en mi vida [saga Italianos #3]

Capítulo 36

Renzo

Al despertar esta mañana, me había encontrado con mis maletas junto al sofá donde pase la noche, me dirigí al baño de visitas y me di un baño, me vestí y me senté en la sala leyendo el periódico, levanté mi mano para ver la hora en mi reloj.

En dos minutos Zia iba a aparecer, ella era una mujer muy puntual y por nada del mundo llegaría tarde a alguna cita.

Abrió la puerta de la habitación, su expresión era de molestia, me vio y se cruzó de brazos después de haberse percatado que las maletas seguían en el mismo lugar.

—¿Qué haces aquí?

—Esperándote para llevarte al medico —declaro—y antes que digas algo, no olvides que también es mi hijo.

Apretó los puños, su mirada relampagueba.

—No te quiero cerca de mi hijo, eres un maldito —gritó furiosa — no lo vas a conocer nunca.

—Es mi hijo —tomo las llaves del auto —yo de ti, me tomo las cosas por las buenas, si buscas a alejar a mi hijo de mi lado, voy a luchar contra ti, Zia y donde quieras llevarte a mi hijo, lucharé por él.

—Vamos a la clínica pero el hecho de que me acompañes no significa que has ganado Renzo.

No respondí y le abrí la puerta para que saliera, entendía su molestia pero eso no le daba derecho a apartar a mi hijo de mi.

El trayecto a la clínica lo hicimos en silencio, en estos momentos era mejor callar.

Narrador

La Parka, sonrió al ver llegar su copa de vino en manos de su mano derecha, dio un sorbo y saboreó el líquido en su boca, cerró los ojos por un instante, era con la única persona que se sentía en confianza y sabía que nunca lo iba a traicionar.

—Supongo han seguido las instrucciones al pie de la letra —sonrio al ver que su mano derecha asiente  —-Los quiere ver suplicar por un plato de comida.

—No entiendo ¿por qué ella?

La Parka no dijo nada en ese momento pero luego de dar varios sorbos a su bebida dio la respuesta

—Es la hija de mi peor enemigo —se recostó en el respaldar de la silla —es más que suficiente.

El silencio reinó en ese momento pero luego se rompió con el sonido de la copa rompiéndose al ser estrellada en el pared

—No olvides tu lugar —declaro furioso

—No lo he hecho,  solamente quería saber por que vas a matarla.

Paso una mano por su cabello

—No lo entenderías, así como la gente tampoco entiende como rayos tengo de mano derecha a una mujer.

Zinerva hizo una mueca y miró sus uñas, a pulso se había ganado ese puesto, había luchado por el pero muchos pensaban que era acostándose con su jefe pero jamás paso eso a pesar de la fama de la Parka, con ella fue diferente, la trató como una hija según sus palabras era por eso que se sentía mal por la traición que le había hecho hace un par de años atrás, todo por salvar su vida.

Pero hasta el día de hoy, él no lo sabía.

Ella lo miró y sonrió.

—Una mano derecha que tu criaste —soltó el aire retenido y se sirvió un trago — fuiste el padre que no tuve, aunque no puedo decir eso de las arpías que han desfilado por tu casa como la señora.

La Parka río estruendosamente y bebió de su bebida.

—Siempre te han tenido celos, eres demasiado bella dicen — él sonrió con burla y la miró una vez más pero esta vez al recordar a la madre de Zinerva una total exquisitez pero eso no importaba ahora, el padre de ella lo había traicionado y no dudo en eliminarlos pero fue cuando descubrió la hija que tenían, levanto el arma apuntando a la hija pero sus ojos grandes brillantes por las lágrimas lo hicieron detenerse y tomar aquella decisión en ese momento, iba a criarla, su peor venganza seria esa... enseñar lo malo a la hija del mejor policía de la ciudad.

Se agachó junto al cuerpo del padre de la niña, sonrió al verlo con vida aún.

—Confíe en que tomarias la mejor decisión, ser mi cómplice pero no, la honestidad según tus palabras fueron más importantes y mírate tu honestidad no te ha salvado —sonrió con burla y luego miró a la niña —muere tranquilo que tu hija estará bien, yo seré su padre.

El grito de dolor que salió de la garganta del hombre al saber que su hija seria una criminal, hizo que la Parka se sintiera satisfecho.

Se puso de pie y camino hacia la niña, ella estaba asustada, era lógico, había visto morir a sus padres, se puso en cuclillas y la miró a los ojos.

—Seria mejor que te olvidaras de lo que pasó aquí,  ya que te llevaré conmigo.

La niña dejó caer lágrimas silenciosas, mientras sus ojos estaban fijos en su padre.

Zinerva jamás menciono el hecho y la Parka pensó que era lo mejor, pero años después supo por el medico de confianza que la niña había bloqueado sus recuerdos, quizás para no recordar algún trauma y por esa razón ella no tenía recuerdos a partir de sus siete años.

—Eres lo más cercano que tengo de familia, supongo los malditos que me engendraron ni deben de acordarse de mi.

Él no respondió, en lugar de eso bebió de su bebida y luego la miró.

—Eres como la hija que jamás tuve y no me interesó tener —se puso de pie y la miró —no lo arruines —sonrió y está vez él se sirvió otro trago.

—¿De que hablas?

—Me refiero a que espero que siempre estés aquí —la miró por un momento — soy egoísta pero si decides un día formar un hogar, espero que lo hagas con alguien de los míos por que entendería que trabajas para mi.

Ella asintió y miró al hombre que tenía enfrente. Años atrás había hecho lo que creyó correcto para salvarse de una muerte segura, no le importó traicionar a la Parka, ya que debía vivir para saber la verdad de sus padres, quería encontrarlos y que le dijeran por que la abandonaron, ya que de no haberlo hecho estaba segura sería una mujer de bien pero en lugar de eso, era una mujer criminal.

—No te dejaré tan fácilmente —sonrio y encendió el cigarrillo y le dio una calada —Pero sigo pensando que no es buena idea matar a Salomé.

—No me digas que te estas ablandando

Ella sonrió mientras soltaba aquel humo blanco




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