Una Familia para navidad

Un novio malvado

Doctor Andrew Garfield

Me voy caminando, la casa hogar queda a dos calles de mi casa y yo llevo los casos de los niños huérfanos. Me gusta echarles una mano de vez en cuando y con el tiempo me he convertido en su doctor, plomero, mecánico, carpintero, electricista y en época decembrina me convierto en el decorador navideño oficial.

Por esa razón Dallas fue temprano al consultorio, para pedirme ayuda. Con esos ojos azul cielo y rostro más lleno de pecas que cielo estrellado ¿cómo negarme?

Al llegar me recibe la hermana Mary, es de las monjas que usan hábito blanco. Su gesto casi todo el tiempo está serio. He intercambiado conversaciones con ella y me consta que le importan los niños. Ella y Dallas son la fuerza impulsadora de la casa hogar que se beneficia de las donaciones de los creyentes católicos y parte del Estado.

Dentro de los orfanatos de la zona, la Casa Hogar Nuestra Señora de la Divina Misericordia es un lugar decente y cálido para niños sin hogar. Y con un nivel aceptable de niños adoptados.

Al entrar a la sala veo a Jesse. Es un niño genial, muy despierto y sociable, que gusta las actividades al aire libre. En este año le he atendido por una fractura de brazo, una habichuela incrustada en su nariz y un enorme chichón en la cabeza que no pasó a mayores.

Me saco una tarjeta de béisbol de Terry Hammond de Los Phillis y se la doy a Jesse como obsequio de cumpleaños.

Más tarde la hermana Mary y Dallas me llevan afuera para inspeccionar  las áreas exteriores. El techo parece que resistirá otro año nuevo. Le he puesto un par de parches en otras ocasiones.

—Creo que podemos empezar poniendo las luces y en el transcurso de la semana sacaré momentos para subir a Frosty y a Santa.—digo pensando en mi agenda.

—Sería tan lindo que la carroza de Santa tuviera todos sus renos este año, pero solo conseguí que me donaran dos y ninguno era Rodolfo—suspira Dallas.

—Hay que conformarnos con lo que Dios tenga a bien darnos.—musita la hermana Mary con aplomo.

—Es que para los niños la navidad es una época tan especial que me gustaría tener más que darles. 

—Ya le das tu cariño Dallas  y eso lo más valioso para ellos—le pongo mi mano en el hombro como muestra de aprecio.

—El doctor Garfield tiene razón. Dallas ¿por qué no buscas las luces navideñas?Así aprovechamos para ponerlas antes de que caiga la noche.

—Sí, hermana. Esperamos que nos acompañe para el cumpleaños de Jesse, Doc.

—No puedo negarme a un buen pastel de chocolate.

La hermana Mary suelta un suspiro al ver a Dallas alejarse.

—Dallas está muy triste últimamente. Tenía la esperanza de adoptar a Jesse. Ahora parece imposible.

—Que yo sepa estaba prometida con su novio el abogado ¿no se casaban el mes que viene?

—Ese hombre malvado le dijo que si se casaba con él se olvidara de los niños. A Dallas eso la afectó demasiado y terminó la relación.
—Una pena...
—¿Usted cree doctor? Dallas es un alma bondadosa que vive y respira por estos niños y quien no sepa ver su corazón, no la merece.

La hermana Mary adora a Dallas.

Veo que viene con una montaña de luces navideñas y me acerco para ayudarle. Nos enfrascamos en desenrollar las luces navideñas, no sé como terminamos enrollados entre ellas.

Dallas sopla los rizos pelirrojos que caen en su rostro. Su cuerpo Delgado cerca del mío y su mirada cristalina despiertan algo que hace brincar mi corazón.

Y pienso algo que no había pensado durante estos años,  como si la conversación con la hermana Mary hubiera abierto un velo. La preciosa Dallas está soltera.

 




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