Dallas
Estiro los brazos y le doy vueltas al cuello para eliminar la tensión. He pasado un par de horas desarrollando un nuevo caso. Nunca he entendido porqué Dios permite que unas personas reciban la bendición de un bebé cuando son malvados. Es una de las cosas que me desquicia. Y me pondré firme hasta lograr arrancarlo de ese ambiente hostil.
Miro mi taza de café vacía y exhalo con cansancio.
Y como por arte de magia entran Chloe y Sandy por la puerta de mi despacho.
—Hola señorita Dallas,¿quiere galletas?
—¿Y chocolate?
Las niñas han entrado con una aromática taza de chocolate con malvaviscos y unas inconfundibles galletas de avena.
—¡Niñas, creo que las amo!
Las dejan en el escritorio y ellas se sientan en las sillas frente mí mientras muerdo una galleta. Bajo la galleta lentamente, sonrien como el que trama una travesura.
—¿Qué sucede?—pregunto con suspicacia.
—Señorita Dallas me preguntaba si podría darnos unos consejos de mujer enamorada.—dice Chloe pizpireta.
Mordisqueo la galleta intentando poner cara seria pero la sonrisa me puede.
—Queremos saber, qué debe hacer un hombre para no ser un sapo. No queremos besar un sapo—puntualiza Sandy con una mueca.
—Sí, muy importante no besar sapos.. a ver... cómo les explico...
Me pongo a pensar en lo que me gusta de un hombre cuando veo por la ventana al doctor Andrew jugando béisbol con los niños ¿acaso no es mono como se agacha para que la bola toque el bate del niño al lanzarla? Y la forma que los alienta y rie. Me recuesto cerca de la ventana y acuno mi taza con aire soñador.
—Que sea tierno y divertido y le encanten los niños.
—Y guapo—dice Chloe poniéndose a mi lado.
—Y rubio y alto—puntualiza Sandy ocupando el otro espacio cerca de la ventana.
Yo les acaricio el cabello y sonrío por su inocencia.
—Cuando lo consigan me avisan—comento divertida bajando la taza y organizando mi escritorio—. Por cierto, díganle que me encantan los poemas de E. E. Cummings, mi flor favorita son los lirios, y me fascinan los paseos en botes.
Chloe y Sandy se abrazan con alegría y salen escopetadas de mi despacho.
¿Qué ha sido aquello?