Una Fecha Muy Especial

Capítulo 4: "Confusión"

Aliss tras acabar su rutina, agradeció al público, al tiempo que las luces se prendían y de las graderías le arrojaban rosas rojas y peluches.

 

—¡Gracias¡ ¡gracias por tanto cariño¡ — decía Aliss, mientras unas mujeres le ayudaba a recoger los presentes, al tiempo que un apuesto rubio se ponía de pie en las graderías para bajar de estas.

—«Llego el momento de pedírselo» — pensaba el rubio mientras bajaba presuroso del lugar. Aliss, Aliss, espera — agregaba el rubio, mientras seguía a la nombrada, que iba a varios metros delante suyo. Aliss, espérame hermosa, necesito hablar contigo — decía el rubio mientras caminaba presuroso tras la joven, al tiempo que esta detenía sus pasos y giraba a ver a la persona que lo llamaba.

—¡Bastian¡ —dijo Alisse, deteniendo sus pasos.

—Si yo hermosa, ¿te gusto mi presente?, ¿leíste la tarjeta?, ¿si gusta te lo digo de manera personal? — respondía el joven sonriendo.

—¿No sé a qué te refieres?, no he abierto tu presente es más te lo pienso devolver ahora mismo, ya te lo dije hace algún tiempo solo te veo como amigo — pronunció Aliss, luego de ello continuo su camino.

—¿Qué?, no, claro que no, eso es para ti y si, si recuerdo bien que es lo que hablamos aquella vez, pero yo no puedo aceptar solo ser tu amigo, tú me gustas y mucho Aliss, además tú no andas con nadie, podríamos intentarlo, dame una oportunidad hermosa y te demostrare lo feliz que puedo hacerte — añadía el joven, mientras caminaba tras Aliss.

 

Mientras Aliss caminaba hacia su camerino siendo seguida por uno de sus admiradores, en la parte trasera de una carpa junto a una jaula de felinos, en medio de la oscuridad de la noche solo alumbrado por la luz de las estrellas, se encontraba Lucas, sujetando con una de sus manos, una bella rosa roja, mientras esperaba la llegada de la niña que amaba.

 

—«Tu número ya debe haber acabado al igual que la función, de seguro diste una gran presentación mi niña hermosa» — pensaba Lucas, mientras suspiraba.

 

Luego de algunos minutos de espera y de haber visto pasar a varios de sus compañeros de escena a sus pequeños camerinos Lucas, decidió ir en busca de Aliss a su camerino.

 

¿Sera que se le olvido nuestro encuentro?, pensaba Lucas con nostalgia.

 

Luego de algunos minutos de caminata el apuesto joven, llego al lugar donde quedaba el camerino de su amiga, pero detuvo sus pasos al verla con un joven rubio que le acariciaba el rostro con una de sus manos mientras parecía decirle algo.

 

—«Está con él, está con él, de seguro él se le volvió a declarar hoy y ella término aceptando sus cortejos» —pensaba Lucas, mientras su vista se nublaba por las lágrimas y hecho a correr sin darse cuenta que su amiga había notado su presencia.

—¡Lucas¡ — dijo Aliss, al tiempo que el rubio que estaba frente a ella la miro y retiro su mano del rostro de la pelinegra.

—¿Ese es el nombre del chico que ocupa tu corazón?, ¿ese el nombre del chico por el cual me rechazas, que es huérfano como tú y por el cual lloraste al contarme las historias de sus padres y de su amistad? — pronunció Bastián.

—Sí, tengo que ir con él, quedamos en encontrarnos hoy en cuanto acabe la función — decía Aliss.

—Entonces ve con el hermosa, no te preocupes por mí, como te dije agradezco tu sinceridad, te deseo lo mejor niña hermosa — contesto Bastián sonriendo.

—¡Gracias¡ ¡gracias por entender¡ — respondió la joven, antes de echar a correr hacia la dirección por donde se fue su amigo.

 

Mientras tanto Lucas corría, corría sin mirar atrás hacia el lugar donde estaban los seres que él consideraba familia, sus felinos.

 

—«Fui un tonto, la perdí, la perdí»  — pensaba Lucas, mientras corría, sin mirar atrás.

 

A varios metros de Lucas, venía Aliss, haciéndose muchas preguntas en su cabeza, en un determinado momento debido a su distracción lo perdió de vista.

 

—¿A dónde fue?, ¿a su camerino o con los felinos? — pronunció en voz baja la jovencita.

 

Tras algunos segundos, Aliss decidió ir al camerino de su amigo, toco, toco por algunos minutos, pero no obtuvo respuesta, entonces decidió ir al lugar donde estaban los felinos.

En este lugar en efecto estaba Lucas, recostando su espalda sobre la jaula, con la mirada entristecida, reprochándose una y otra vez su cobardía, porque según él debido a ella había perdido a Aliss.

 

—La perdí, la perdí, y como buen amigo, tengo que aceptar su elección y desearle lo mejor, sí, eso haré, aunque me duela eso haré — pensaba el apuesto joven, al tiempo que unas lágrimas salían de sus ojos y rodaban por sus mejillas.




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