Una Flor en el hielo

Prologo

***

Tartarys.

Un Imperio forjado por el frío, y endurecido por la indiferencia.

El invierno no era una simple estación, era una sentencia.

No era solo el viento helado lo que congelaba a aquellos que osaban pisar sus tierras, sino por las personalidades de sus habitantes; de unos corazones endurecidos, demostrando un carácter cruel, duro, burlón, y sin humanidad

No era solo el viento helado lo que congelaba a aquellos que osaban pisar sus tierras, sino por las personalidades de sus habitantes; de unos corazones endurecidos, demostrando un carácter cruel, duro, burlón, y sin humanidad. En Tartarys, la crueldad no era nada nuevo, sino que normal. Y la calidez, un mito entre ellos.

Sus Emperadores, una joven pareja unida ni por amor ni por deseo, sino que en algún pasado fueron unos jóvenes obligados a ser unidos en matrimonio, solo para cumplir una responsabilidad en específico.

Gobernar.

Tomando la decisión de formar una familia.

En algún rincón de su pasado quizás hubo una chispa de ternura entre ellos, pero se enfrió al igual que la vida de sus súbditos.

Entre esta unión, nació la primogénita; Oyuki. Quien en un futuro seria la futura emperatriz.

***

La sorpresa entre los habitantes no fue mucha al principio, pero al expandirse la noticia de que la criatura era 'anormal', la sorpresa fue evidente.

Solo bastó un simple detalle, un sonido prohibido, para desatar el caos.

Lágrimas.

Un suave llanto que rasgó el silencio como cuando se rompe un cristal.

—¡¿E-esta llorando?! —exclamo el doctor, mientras entre sus brazos cargaba a la recién nacida.

—¿¡Cómo?! —expresaron ambos gobernantes. Sus rostros demostraban una verdadera antipatía, aunque la sorpresa era clara en sus voces.

—A-así como lo oyen de mi lengua, sus majestades —respondió el médico, volviendo a mantener el rostro duro.

Tanta fue la sorpresa entre los emperadores al igual que en los ciudadanos, además de ser claramente evidente. Ya que en todo el Imperio ningún recién nacido se caracterizaba por llorar al nacer.

La pequeña fue apodada de inmediato como, 'la anormal', 'La rarita', entre otros cada vez más hirientes.

La noticia trascendió las fronteras del imperio, llegando incluso a los oídos y a las cortes de sus enemigos y rivales.

—Novedoso.

—Inusual...

—Increíble.

Decían los ciudadanos de los reinos vecinos, los cuales no sabían si burlarse o temer. Porque un Imperio helado no da a luz a una bella flor, a menos que empezaran a aparecer unas grietas.

Solamente el Imperio debía de esperar, porque el hielo ya estaba crujiendo.




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