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La sangre se extendía en el piso, formando un escenario macabro que impregnaba el ambiente. Los gritos, llantos y lamentos, tan desgarradores aun inicio, se hacían cada vez mas inaudibles e incoherentes con el paso de los minutos.
Sin embargo, las risas, aun permanecían presentes en la corte, resonando como ecos perversos que se entrelazaban con los murmullos de los presentes.
El estruendo metálico de las espadas seguían resonando en el aire con cada golpe que proporcionaban. Desde cualquier rincón de la sala era visible aquel liquido carmesí manchando la gran alfombra con cada gota que salia de esos golpes.
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Paralizada. Así me encontraba.
No podía mover ningún musculo, ni siquiera podía pronunciar palabra alguna. Ni un simple gemido de sorpresa o temor. Solo permanecía quieta.
—Majesty, reaccione.
Escuche como mi edecán me llamaba. Pero, aun así su voz era otra cosa de las que mi mente por el momento pasaba por alto.
¿Que podía hacer en un momento como este?, ¿como esperaba Triqui a que reaccionara a esta matanza?
Presencia como personas, y niños de mi edad, mas o menos, perecían frente a mis ojos. Y yo..
¿Yo?
No pude hacer nada...., nada.
Nada, solo me quede observando y escuchando sus gritos de agonía.