Una Flor en el hielo

XI - ¡Di mi nombre!

***

Solo observaba como se desarrollaba la situación, la sangre empezaba a manchar el suelo con cada gota que se derramaba. Los gritos aumentaban o disminuían. La agonía y dolor era palpable en las miradas de las progenitoras de aquellos mas jóvenes "tatars".

¿Como podían reaccionar?

Ver como acababan con su propia sangre, y saber tu, serias el siguiente. No era agradable.

Voltee la mirada, Oyuki estaba petrificada en su asiento. Sus temblores no pasaban desapercibidos. Toque suavemente su hombro, esperando alguna reacción. Recibiendo un quejido de sorpresa como respuesta.

«Todavía esta procesando la situación»

Un suspiro escapo de mis labios, frunciéndose al cerrarlos.

Comencé a escuchar como los verdugos anhelaban arrancar mi alma de mi pecho. Sus voces denotaban su excitación por llevarlo a cabo. Observe como sus ojos denotaban aquel pensamiento, como si lo escuchara en mis propios oídos. Aun así, no pude evitar que un escalofrió recorriera por mi columna.

—¿Triqui?

Escuche como una voz temblorosa y asustada hablaba a mi derecha, Oyuki. Su voz que era tan dulce como de costumbre, ahora estaba mezclada con el sabor del miedo.

—Si, Majesty. Aquí estoy.

Ella me miraba temerosa. Se había dado cuenta. No costaba adivinar como esos ojos claros siempre visualizaban la cruda verdad.

—¿Te iras, cierto?

—Perdóneme, Majesty.

—No me llames Majesty. ¡¿Podrías alguna vez llamarme por mi nombre?!

Escuchaba sus suplicas con calma, trataba de mantener mi fachada de una sirvienta callada y devota, pero con cada suplica, mi autocontrol se iba por los suelos.

—Lo lamento, Majesty.

—¡Tan solo di mi nombre, por favor!

—Lo lamento, Majesty —volví a repetir, entrelazando mis manos para mantenerme cuerda.

Volví a lamentarme, aquellas manos me acercaban cada vez mas a mi final. Sus miradas estaban posadas sobre nuestras figuras, y no podía evitarlo.

Di otro suspiro con pesadez, observando otra vez a Oyuki.

—Lo lamento de verdad, Mi Majesty.

Me lamente por ya cuarta vez, pude presenciar como sus mejillas comenzaban a empaparse con sus lagrimas.

—Di mi nombre, te lo ruego. Por favor.

Un quejido se escapo de mi boca al sentir sus manos apretando con fuerzas mis hombros.

—Tatar miserable.

—Es hora. Deja de hacerlo peor para nosotros.

Escuche sus comentarios, y mis hombros se relajaron.

—No sirve da nada, Majesty —le dije mientras mis verdugos me hacían quedar de rodillas y bajar la cabeza al suelo.

Mi mirada observo como tu padre te arrastraba lejos de mi presencia, y el como tu te agitabas tratando de alcanzarme.

—Lamento no poder servirle mas, Oyuki.

Con una sonrisa y lagrimas adornando mi rostro, logre decir tu hermoso nombre. Antes de sentir como todo se volvía oscuro, y ya no escuchaba nada.

Mi cabeza ya había sido arrancada de mi cuerpo.




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