XIV - Abrazo

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—Se ve cansada, Majesty —murmuro Shimizu con preocupación.

—No es nada, no te preocupes —respondió Oyuki con suavidad, tratando de calmarlo.

El joven la observo con profundidad, sabia que ella estaba dolida por todo lo ocurrido durante el mes. Triqui había sido asesinada, ya no estaba aquí, con ella.

—Lamento... lo de ella —Oyuki le observó con silencio.

—No es tu culpa, fue mía —susurro lo ultimo en un tono bajo.

Shimizo le observo con el ceño fruncido ante sus palabras, tomando una de sus manos con suavidad.

—No. No lo fue.

—¿Cómo puedes saberlo? —le cuestiono Oyuki con la voz rota—. Todo ha sido mi culpa. El Imperio tiene problemas, nuestra gente tiene problemas, y yo, soy la causa de ellos.

El le miro apenado, acariciando su mano.

—Majesty, no tiene que cargar con el peso de los otros. No es bueno para su persona.

—Te lo agradezco Shimizu, pero no puedo evitarlo —murmuro.

Shimizu soltó un suspiro pesado, volteando a ver a la niña a la cara. La cual tenia un aspecto desaliñado, ajeno a como siempre lucia; risueña y alegre, ahora, parecía un zombi. Con el cabello despeinado, los ojos rojos con ojeras, y el rostro hinchado.

—Se ve...

—Patética, ya lo se.

—No, desolada. Usted no es así...

No recibió respuesta, solo un suspiro por parte de ella.

Tomando una decisión, y observando que no se encontraba nadie cerca, dio unos pasos, quedando frente a la princesa.

—Necesita esto, princesa —le dijo en un tono suave.

Sus brazos se abrieron, y con cuidado empezó a abrazar a la pequeña. Esta estaba sorprendida ante su acto, pero no se separó, y poco a poco las lagrimas empezaron a aparecer en sus ojos.

—Solo tiene diez años, princesa —murmuro con lastima. Acariciando los cabellos de la niña con delicadeza.

Los hombros de ella empezaron a temblar por sus sollozos, aferrándose a el joven como si fuera su única ancla de consuelo en ese momento.

—Necesitas amor, Oyuki.