Una flor para el alfa

Capítulo 5

Orestes permanece mirando a la nada desde su habitación la conversación que tuvo con el lobo gris no le dejo un buen sabor de boca mando a sus hombres a cerciorarse que no tengan a ningún invitado en sus tierras que no fuera deseado al final no confía en ese hombre así como él no confía en él, pero el bien común es lo único que los une.

—No hay nadie alfa — Hermes anuncio su entrada.

—Solo no bajen la guardia — ordeno sin siquiera voltear a verle.

— ¿Qué fue lo que te pidió?

—Necesito que tú y un par de hombres lleven cinco lobos al terreno de los Itreque — se quedó en silencio.

— ¿Puedo preguntar para qué?

—Solo necesito que vigilen y traigan un informe detallado de lo que vean — dice sin ganas tomando asiento en uno de los sillones de la habitación.

—No me gusta Orestes, el lobo gris es un hombre despreciable si por él vamos a ir a tierra de los Itreque significa que él tiene planeado algo contra ellos — dice midiendo sus palabras.

— Eso es algo que no está en nosotros, tratos son tratos — dice mirándolo molesto, no desea dar explicaciones de sus acciones.

—Bien, entonces haremos el viaje lo más pronto posible — Hermes lo deja solo.

Orestes se quedó ahí escondido de todos no era algo normal en él, un ligero toque de su puerta lo hizo girarse, Alba entro lentamente sentándose a su lado.

—Orestes, ¿Por qué me has alejado tanto estos días? — dice con su voz modulada en un tono sensual que solo utiliza para él.

—He tenido cosas más importantes — dice secamente.

—Siempre pasas de mí, intento besarte y tú simplemente no quieres — dice intentando controlar su molestia.

—Tú y yo no somos nada Alba creo que eso te lo he dejado claro muchas veces, además tú aceptaste esto... yo no te ofrecí nada y aun así lo tomaste — la mira duramente, esa conversación no desea tenerla en ese momento.

—Eres injusto Orestes yo estoy enamorada de ti y aun así pisas mis sentimientos — la voz de la mujer se corta por las ganas de llorar.

—Pero yo por ti no siento nada...

Alba sintiéndose humillada sale de la habitación, Orestes en ningún momento se mueve de lugar él había sido claro desde un principio y ella lo acepto por Alba no siente nada tiene tiempo creyendo que amar no es para él. Siempre lo ha admitido vivirá solo y morirá solo es algo que su corazón le dicta. Lo único que le mantiene con vida y con fuerza es Alysa esa pequeña que llego en el momento que creía todo perdido dándole motivos, esa niña que no tiene la culpa de nada ni de como llego al mundo, tiene una deuda con ella y la cumplirá.

—Tío Ore — y ahí estaba la voz de ella asomándose desde la puerta, Orestes golpea una de sus piernas y la pequeña corre a sentarse.

— ¿Qué sucede?

— ¿Estás enojado? — dice mirándolo fijamente.

—Respondiendo con una pregunta, no, no estoy enojado... ¿Qué me vas a pedir? — la conoce perfectamente.

— ¿Puedo ser amiga de Dalia? —dice ella haciendo que  Orestes abra sus ojos en sorpresa

—No eran amigas ya — contesta acariciando su cabello.

—Bueno si, pero sé que debo pedirte permiso, ya que ella no es como nosotros — dice agachando su cabeza.

— Si la consideras digna de ser tu amiga por mí está bien, pero si quieres ir con ella debes avisarle a alguien no puedes irte sola, entendido — ordena.

—Muy bien, gracias, tío Ore — le abraza y le da un beso para después bajar de sus piernas y salir corriendo muy alegre.

Orestes no sabe que pensar de Dalia, pero al final Alysa es una niña inteligente y perspicaz si algo la atrae a Dalia para ser su amiga no debe de ser una mala persona, pero sigue siendo una humana y eso le inquieta.

Dalia permanece en el jardín de Ágata mirando cada una de las flores, se quedó ahí después de ese ataque de ansiedad intentando controlarse y relajarse al final debía buscar un modo entre todo eso para buscar una salida un control, piensa en las palabras de Alysa en su dolor, también piensa en Orestes un hombre que esconde mucho, pero algo en ella no está bien se siente angustiada por no saber de él, ese hombre que se presentó ante los dos da miedo y un escalofrío la recorre cada vez que piensa en él.

La noche llega rápido el frío se empieza a sentir cada vez más cerca Dalia permanece sentada en el balcón mirando hacia el bosque esa necesidad de correr entre los árboles ha crecido en su interior, pero no deja de lado su parte lucida la que le dice que es peligroso. Siente en un momento que es observada desde el otro lado de los árboles que prefiere entrar a su habitación de prisa cuando se dispone a cerrar frente a ella aparece Orestes asustándola.

—Existe algo que se llama puerta ¡dios qué susto! — dice llevando su mano al pecho.

—No tengo tiempo es mal fácil por aquí — dice serio.

— ¿tu visita aquí es por? — lo mira entrecerrando los ojos tratando de entender que hace ahí.

—Alysa quiere ser tu amiga, no confió en ti, pero ella lo hace y aunque se lo niegue se escapara para verte solo quiero que las cosas queden claras...




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