Una Foto En Navidad

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PARTE 2

Diciembre avanza de trabajo en trabajo, hasta que llega el dia de las fotos de la boda, que cuando entro a ella me quiero devolver, señores, en mi vida había visto tanto rosa, parece fiesta de quinceañera, todo es rosado, las servilletas, los manteles, las flores, los globos, hasta las sillas de los invitados y ni que decir la de los novios, y en un pequeño rincón, que pasa desapercibido, un pequeño detalle navideño, no si ni para que lo pusieron, lo que parece es como si se les hubiera olvidado quitarlo.

Al final y todo el vomito rosado, más mi perspectiva de ver la belleza donde para otro no la hay, logro tomar unas fotos hermosas, gracia a Dios, porque en verdad creí que no lo lograría.

Inmediatamente termino, ese mismo día, como la boda fue en la mañana, deje mis maletas listas y me fui al pequeño pueblo de la señora Margarita, dos días antes, pero es que lo busqué en internet y es demasiado hermoso para ir solo a hacer el trabajo.

Llego a el y quedo maravillada, enamorada, el lugar parece sacada de un cuento mágico, si me pongo a buscar, encontraría una haga, me pregunto mientras busco la dirección de la señora, ya que no hay ni un solo hotel aquí, nadie me manda a no averiguar, yo di por sentado que habría.

La casa de la señora es pequeña, decorada en colores azul cielo con blanco, con un gran jardín lleno de hermosas flores de todos los colores, una valla blanca la rodea, toco la puerta luego de mirar como boba todo el lugar.

— Saludos señora McKillip, soy la fotógrafa Charisse Cyddie del estudio Photo & art C.C. mucho gusto — saludo cuando se abre la puerta y me recibe una anciana de expresión dulce, con un bastón en mano, ella es de las abuelas que vienes todos los días solo para que te hagas unas galletas y te acaricie el pelo, contarle todo lo que te sucede.

— Bienvenida cariño — me invitó a entrar amablemente.

— Disculpe que haya llegado dos días antes, pero el pueblo me pareció tan bonito que quería fotografiarlo, y cuando llegué no encontré hoteles — explico excusándose.

— Hay mi niña, es que aquí solo se alquilan unas cabañas y es con mucha antelación, ya que siempre tenemos viajantes — dijo mientras me guiaba hasta su pequeño, pero colorido salón — tengo una habitación donde puedes quedarte sin problemas.

— Es muy amable señora.

— Llamame Margo.

Llevo mi pequeña maleta y el bulto con mis equipos a la habitación que ella me indicó, me dice que en lo que me instalo ella me preparará para comer, se lo agradezco, para nada que le digo que no, tengo mucha hambre.

Mientras comemos me doy cuenta que la señora vive sola, no se porque ninguno de sus cinco hijos se quedó con ella, me cuenta que la reunión todos los 25 de diciembre lo dejó expuesto su esposo cuando murió, en el testamento que dejó, ellos tendrían sus partes de la herencia solo si lo hacían, sino se quedarían sin nada, al final es solo por interés.

 




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