Una gordita llena de amor

Capítulo 18

Steve Tomlinson

Miro a Atenas ella se encuentra explicándonos el trabajo que hizo, no lo voy a aceptar en voz alta, pero me ha callado la boca, hizo el informe, las cuentas, hablo con los encargados de llevar el pedido hacia la fiesta que hará el presidente este viernes, todo lo hizo ella sola en menos de dos días, creo que la subestime bastante.

Nos encontramos en el salón de reuniones, al otro extremo de la mesa está sentado Salvatore que le presta la misma atención que yo a mi asistente, nos tiene muy sorprendidos con el buen trabajo que ha hecho, es muy eficiente, lo hizo muy rápido, no tiene ningún error, incluso está bien escrito y en orden, realmente pensé que se le haría difícil, que estaría estresada y mal humorada en estos momentos estaba muy equivocado.

Ella se miraba fresca, viva, con mucha energía, eso se me hacía algo raro porque en mi presencia mayormente está de mal humor, lazándome dagas a morir con los ojos.

Veo la manera con la facilidad que se desenvuelve, habla con propiedad, no se le ven indicios de burla o querer matarme, está en modo profesional, camina de un extremo a otro frente a la gran pantalla donde se muestra su trabajo en un programa de software.

Otra cosa que no voy a admitir en voz alta es que se ve bonita, tengo que aceptar que ella siempre viene bien vestida al trabajo, profesional pero bonita.

Pero hoy por alguna razón que desconozco, se ve más bonita que antes, no sé si es que mi mente me está jugando una mala pasado o es por la forma que esta vestida hoy.

Mi mirada la recorre de abajo hacia arriba con algo discreción, lleva puesto unas botas en cuero hasta las rodillas de color beige, lleva una falda con patrones de tabla también color beige, sus piernas anchas se ven muy bien con ese tipo de falda, la falda tiene líneas de colores marrón oscuro y crema formando pequeños cuadros, lleva una camiseta manga larga de lana hasta el cuello de color blanca, tiene su cabello corto suelto en ondas, esta levemente maquillada nada exagerado, sus ojos azules se ven preciosos.

Por alguna razón me imagino nosotros dos solo aquí en la sala de reuniones uno pegado al otro, sus manitas rodeando mi cintura, me imagino pasando mis manos por sus mejillas regordetas dando pequeñas caricias, con sus mejillas sonrojadas mientras ella me sonreí de una manera única para mí, es como si encajáramos a la perfección, no puedo negar que se siente cálido.

Niego asustado cuando caigo en cuenta por donde va mi imaginación, me quedo quieto en mi silla todo aturdido, paso una mano por mi cara, siento mi corazón demasiado acelerado, paso la misma mano que pase por mi cara ahora sobre mi pecho intentando calmarme.

¡Que carajos hago pensando de esa manera sobre Atenas, es jodidamente imposible!

No puede llegar atraerme o gustarme Atenas... No puede ser...

Ella no es el tipo de mujer que pega conmigo...

Ella es gorda...

No es lo que me conviene, además yo la detesto tanto como ella a mí.

¡Así que no!, jamás podría verla como mujer simplemente es mi asistente y además de gorda.

Por la única razón que ella está trabajando para mí, es para cobrarme las cachetadas que me dio, ella está aquí para yo cobrarme cada uno de sus desplantes, para hacerle entender quién es el que manda, que ella está por muy debajo de mí.

¡Concéntrate, Steve Tomlinson Vannicelli!

¡Concéntrate, Steve Tomlinson!

¡Concéntrate, Steve!

Me repito una y otra vez, mientras juego con mis manos, moviendo mi pie derecho en un tic nervioso, suspiro comenzando a irritarme.

Simplemente estoy cansado y por eso ando imaginándome cosas donde no las hay...

- ¡Steve!

Salgo de mi pelea interna cuando escucho que Salvatore grita mi nombre, me doy cuenta de que ambos me miran, pestañeo varias veces, vuelvo a pasar la mano por mi pecho, carraspeo un poco mi garganta, paso la mirada de Salvatore a Atenas y viceversa.

- ¿Qué pasa?, ¿porque gritas Salvatore? -pregunto aun confundido.

Tanto mi amigo como mi asistente se miran confundidos, para luego mirarme nuevamente a mí.

- Te estuvimos hablando y solo te quedabas mirando un punto fijo

Me dice Salvatore, Atenas no habla, pero si asiente suspiro un poco mi mirada va hacia la mano de Atenas donde tiene un sobre blanco fino, con detalles en oro con el sello de la casa blanca miro rápidamente a Salvatore con una ceja alzada.

- Eso es...

- Si es la invitación para la fiesta del presidente, el Sr. Lennox nos envió tres invitaciones yo le di una a Atenas por el buen trabajo que ha hecho

Sigo mirándolo con una ceja alzada, paso la mirada a Atenas ahora esta se encuentra de brazos cruzados mientras me mira seriamente.

- Si no quiere que vaya solo dígalo, pero no me va a importar voy a ir de todas maneras

- No he dicho nada señorita Ivanov, tiene bien merecido esa invitación ha hecho un excelente trabajo

Intento calmarla antes de que ella se descontrole termine insultándome, veo la sorpresa en sus ojos asiente aun con duda, entonces puedo ver asomarse una pequeña sonrisa en sus labios, ese simple gesto hace que vuelva a pensar en lo bonita que esta.

Niego levemente espantando todo rastro de Atenas de mi cabeza.

- ¿Estas bien Sr. Tomlinson?

Pregunta con preocupación solo que no se si es de verdad o está fingiendo, ahora soy yo quien la mira con sorpresa y ella lo nota.

- Solo pregunto por cortesía y la invitación por supuesto

Atenas me mira con inocencia fingida y una sonrisa burla mientras agita la invitación frente a mi cara, suelto un bufido de fastidio a la vez que pongo mis ojos en blancos, Salvatore suelta varias carcajadas.

- Atenas me caes muy bien

- Gracias, aunque tu a mí no tanto -le sigue Atenas.

Ambos ríen nuevamente como si hubieran hecho un buen chiste, los miro molesto, siento como me hierve la sangre, ella nunca ríe así conmigo, me levanto de mi silla de golpe, mi amigo y mi asistente se quedan mirándome.




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