Una Gota de Amor

XII. Una pesadilla.

Chloé Rioux.

Sabía que la fiesta de Aye iba a estar super buena, pero yo no lo pase tanto así.

Antes de jugar a beso o siete minutos en el cielo, fui al patio trasero intentando buscar a Daphne o evitar a Alejandro, cualquiera de las dos y me encontré con mi novio y Alizée.

Yo no lo podía creer, yo de enserio pensaba que Jeremié era el novio ideal, yo pensé que era uno de esos chicos que salieron de un libro, un chico perfecto, tal vez estoy exagerando o solo debi creerle a Daph cuando dijo que la perfección no existe.

Luego, fui incapaz de llorar ahí, en una fiesta, en el cumpleaños de mi amiga, capaz cayeron dos o tres lágrimas, pero las limpie y me fui con mis amigas.

En la ronda, deseaba para mis adentros que no me tocase con Alejandro. Desde el beso de mi casa, las cosas habían estado tensas.

Como si el mundo me odiara, me tocó Alejandro, así que ahí estábamos, en el cuartito y la tonta vela aromatizada.

Su pelo castaño esta revuelto y sus ojos verdes se clavan en mi como dos alfileres.

—Hola... —le digo nerviosa.

—Hola—contesta y me sujeta la mano, mientras entrelaza nuestros dedos.

—¿Podemos olvidarnos de lo que pasó en mi casa? —le pregunto, antes de eso, el era como un mejor amigo, pero desde ese maldito beso todo estaba tenso o como diría mi hermano "Una pesadilla"—. Yo quiero un amigo y... Y tu eras uno muy bueno... Y... Y...

—¿Amigos? —dice el con incredulidad. Nuestras manos ya no están juntas—. ¿Quieres que seamos... Amigos?

—Si... Bueno, yo tengo novio y...

—Tu novio se estaba besando con una porrista en el patio—me contesta en seco, enojado. No digo nada, agacho la cabeza avergonzada y el mira a la nada, pero luego a mi—. No quiero ser tu amigo.

Levanto la cabeza y encuentro esos preciosos ojo verdes, los cuales fueron la razón por la que empeze a hablar con el.

—¿Y entonces? —le pregunto en lo bajo y me acerco más a su cuerpo.

—Quiero que seamos novios.

Eso me deja aturdida, pero la puerta se abre, salgo de ahí rápido, no miro a nadie, pero siento las pisadas de Jeremié atrás mío. Salgo al patio y el aire frío golpea mi rostro.

—¿Tienes una aventura con Alizée? —le pregunto pero el no contesta, luce furioso. Se acerca a mi rápido y me sujeta del brazo con mucha fuerza, tanta que me hace dolor—. Oye, suelta mi brazo. Dejame.

Intento irme pero el es más fuerte que yo.

—¿Que pasó ahí adentro, Chloé?

—Nada que te importe—le contesto y el me pega. No se en que momento me lanzo a el suelo, solo se que me duele mucho la mejilla—. Idiota.

—Eres una maldita perra, Chloé Rioux, y haré que todo el mundo se entere de que eres una infiel—levanta la mano para intentar pegarme de nuevo, pero la mano de Ale lo frena.

—Ni se te ocurra tocarla otra vez, Nevé—lo empuja al suelo y le pega unas cuantas veces, hasta que su labio y nariz sangran.

Jeremié, asustado, se va corriendo. Ale se acerca a mi y me ayuda a levantar.

—¿Estas bien?, ¿Te hizo algo? —me pregunta preocupado, mientras me observa como si fuera una pelota de cristal apunto de quebrarse.

—Estoy bien, solo es idiota engreído—digo y luego lo miro—. Gracias—me acerco y lo beso.

El tarda en procesarlo pero continua el beso. Entramos a la casa y subimos a el piso de arriba, muchas habitaciones ya están ocupadas, así que escogemos el baño, entramos y cerramos la puerta. El se sienta en el retrete y yo encima de el, lo beso, el me besa y le saco la remera, el me esta sacando el vestido y buscando protección, mientras yo lo beso en el cuello, para ir bajando por sus abdominales y...

Freno cuando se escuchan gritos y el ruido de la sirena. Mierda, la policía, nos vestimos rápido y la personas se van tan rápido como pueden. Alejandro y yo, correemos hasta mi casa. Frente a la puerta, lo observo.

—Adiós, Alejandro—lo saludo con un beso. Nos separamos.

—Adiós, Chloé—dice tras alejarse y desaparecer.

Entró a casa, cierto la puerta y me apoyo en esta. Suspiro, porque se que hay muchas cosas mal, pero las ignoro. No se oye ningún ruido, ya que mis padres deben estar dormidos. Voy a la cocina por un vaso de agua, pero me freno a ver el cuadro que esta colgado en la pared, soy yo junto a Connor de chiquitos en los columpios.

A mi me faltan las paletas, pero sonrio sin problema, y Connor... Luce muy feliz.

Su recuerdo es uno feliz y triste, se que debo avanzar, pero aveces solo quiero estar junto a el otra vez. Poder pelearlo o molestarlo.

Subo las escaleras y voy a su habitación. Mamá aún no saca sus cosas y cada día, la limpia, por si algún día el decide volver. Enciendo la luz y veo los póster de las bandas que tanto escuchaba a todas hora y yo tanto me quejaba, pero ahora solo deseaba poder escuchar otra vez. Aún están los trofeos y varias cosas de el, aunque hay una foto, estoy yo, Aye, Daph y el.

Lágrimas caen de mis ojos al recordarlo. Quiero gritar o solo quiero desaparecer, pero a la vez quiero vivir la vida al máximo. Solo quiero que alguien me escuche.

Me siento en su cama y ahí me quedo, ya casi esta amaneciendo pero no me importa. Por la puerta, se asoma mi padre.

Bastián Rioux era un padre perfecto, o eso era antes de que empezará a obsesionarse por el trabajo.

—¿Que haces aquí, cielo? —me dice y toca mi cabeza, me limpia las lágrimas, se sienta a mi lado y me abraza.

—Tengo miedo... —le confieso en un sollozo y más lágrimas a mi padre—. Quiero que el vuelva...

—Es normal, pero debes afrontarlo Chloé, ¿Que te tiene tan asustada?

Tengo un nudo en la garganta, no puedo responder, pero aún así, consigo voz.

—Que Connor no volverá... —le digo con la voz quebrada, para luego llorar en su hombro.

A veces, necesitamos un hombro en el cual llorar para saber que no estamos solos en este mundo cruel, hay personas que siempre te darán su hombro para que llores, pero depende de esa persona como consolar esa lágrimas.




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