Una hija para el senador

Capítulo 5

Valentina


 

Hoy marca el inicio oficial de mi nueva vida como asistente personal del senador Ramírez. La anticipación y los nervios se entremezclan mientras me preparo para enfrentar este día lleno de responsabilidades desconocidas.


 

La mañana comienza con una sorpresa inesperada: el senador sugiere que vayamos a desayunar. Este gesto me toma por sorpresa, ya que la formalidad del entorno político no suele dejar mucho espacio para momentos informales.


 

Nos dirigimos a un elegante restaurante cercano, donde la atmósfera refinada se combina con el aroma tentador del café. Sentados en una mesa bien dispuesta, el senador y yo comenzamos a discutir los detalles del día.


 

—Hoy es un día importante para mí, senador. Quiero asegurarme de estar a la altura de sus expectativas.


 

—Valentina, confío en que tu dedicación y habilidades marcarán la diferencia. Además, quiero que te sientas cómoda y parte de este equipo.


 

La mesera se acerca con un menú tentador, y me encuentro en la encrucijada de elegir entre las opciones del desayuno. El senador, notando mi indecisión, espera pacientemente.


 

—Buenos días, ¿están listos para ordenar?


 

—Valentina, ¿tienes alguna preferencia? ¿Quizás algo que te guste especialmente?


 

—Todo suena delicioso. ¿Alguna recomendación, senador?


 

—Personalmente, disfruto mucho de los huevos Benedictinos. ¿Te gustaría probarlos?


 

—Sí, suena bien. Optaré por los huevos...


 

—Benedictinos —completa el senador.


 

Mientras la mesera toma nota de nuestros pedidos, agradezco al senador por su sugerencia.


 

La conversación fluye entre temas laborales y personales, creando una dinámica que va más allá de la relación estrictamente profesional. Aunque aprecio la oportunidad de conocer al senador en un ambiente más relajado, mantengo en mente la necesidad de equilibrar la cercanía con los límites profesionales.


 

La comida llega, y mientras compartimos el desayuno, mi mente se sumerge en la complejidad de esta nueva realidad. Este primer día no solo se trata de cumplir con tareas asignadas, sino de establecer una base sólida para esta colaboración. La elegancia del restaurante contrasta con la simplicidad de mi pasado, pero estoy determinada a enfrentar este nuevo desafío con gracia y determinación.


 

La mañana avanza, y el senador me informa que me acompañará a una reunión importante. Mientras ingresamos al lugar de la reunión, un hombre presente parece mostrar un interés particular hacia mí, manifestando actitudes coquetas que no pasan desapercibidas.


 

—Valentina, este es el Sr. González, un colega con el que necesitamos discutir algunos asuntos clave.


 

—Encantado de conocerte, Valentina. Parece que hoy es mi día de suerte al tener tu compañía —sonríe de manera exagerada.


 

La situación se vuelve incómoda cuando el Sr. González cruza la línea del respeto. Puedo percibir la molestia en la expresión del senador, quien esperaba una reunión de negocios seria.


 

—Sr. González, estamos aquí para tratar asuntos importantes. Apreciaría que nos centráramos en los temas de la reunión.


 

Mi rol en la situación se vuelve ambiguo, ya que no quiero comprometer la relación profesional con el senador. Mantengo una postura profesional y respondo de manera diplomática.


 

—Aprecio la cortesía, Sr. González. Sin embargo, estamos aquí para abordar los asuntos que nos convocan.


 

La reunión transcurre en una sala de conferencias elegante, con documentos dispersos sobre la mesa y la atmósfera cargada de seriedad. A pesar del intento del Sr. González por desviar la atención, el senador Ramírez retoma el control de la situación, enfocándonos en los temas clave.


 

—Comencemos por discutir los detalles del próximo proyecto de ley. Valentina, por favor, toma nota de los puntos que debemos abordar.


 

Mientras el senador expone los detalles del proyecto, me sumerjo en la toma de notas, asegurándome de registrar cada detalle importante. La profesionalidad en la reunión se vuelve crucial, especialmente después del incidente inicial.


 

—Valentina, ¿alguna vez has considerado trabajar en el ámbito político? Podrías tener un impacto significativo —el señor Gonzales vuelve a sonreírme.


 

—Agradezco el comentario, Sr. González. Sin embargo, mi enfoque está en apoyar al senador en sus funciones actuales.


 

La reunión continúa con la discusión de temas legislativos, presupuestos y estrategias políticas. A pesar del intento del Sr. González por mantener una atmósfera más relajada, el senador mantiene la seriedad del encuentro, asegurándose de que cada detalle sea abordado de manera adecuada.


 

La majestuosa mansión del senador Ramírez se erige frente a mí, y una oleada de emociones me envuelve al llegar. Sin embargo, entre la grandiosidad del lugar, mi enfoque principal es Sofía, quien, al verme, despliega una sonrisa radiante.


 

La seguridad de sus pequeños brazos rodeándome es reconfortante. La tomo en mis brazos, sintiendo el lazo especial que compartimos. La mansión, aunque imponente, se vuelve un trasfondo secundario mientras me sumerjo en el abrazo reconfortante de mi hija.


 

—Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —beso su cabeza.


 

Sofía responde con risas y gestos juguetones, absorbiendo el nuevo entorno con curiosidad.


 

—Valentina, me alegra verte con tu hija. La familia es importante, y quiero que te sientas cómoda aquí.


 

La lluvia cae con intensidad, creando un telón sonoro que envuelve la mansión del senador Ramírez. Con cada gota que golpea las ventanas, la idea de salir bajo esa lluvia se vuelve menos atractiva. El senador, percibiendo la situación, sugiere una opción que no había considerado.




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