22 de Diciembre de 2008
El despertador sonó a las 5.30 como cada mañana.Se levantó y encontró en el mueble junto a su cama la caja con cartas.
Mary las había dejado allí, Isabella gimió con disgusto y las dejó donde estaban sin mirarlas. Luego se fue a dar un baño para después leer los diarios mientras desayunaba para después partir al trabajo bien temprano.
Tenía mucho que hacer , ella trabajaría el 24 y 25 , pero sus empleados tendrían licencia a partir del 23..No podía negarles esos días pues era un derecho laboral, de la misma forma nadie podía obligarla a ella a quedarse en casa celebrando.
El día estaba muy nublado, parecía que después de todo iba a nevar tal como lo habían anunciado.
Llegó temprano como siempre, hizo una revisión general de cómo iba todo y luego fue a su oficina para encargarse del trabajo del día. Había muchas cosas que quería dejar listas antes de que sus empleados se marchasen.
Cerca de las cinco de la tarde Julia le pasó una llamada, según parecía había un problema con los terrenos que había comprado recientemente y con la orden de demolición de los edificios existentes en el lugar. Cómo si no hubiese complicaciones , nadie podía ir a ver que sucedía, finalmente decidió hacerlo ella misma.
-¿Está segura Señorita Charles?.Es un lugar bastante alejado y está comenzando a nevar.
-Una nevisca no es suficientemente fuerte para detenerme. – dijo mientras observaba por la ventana la leve nevada que caía-Tengo que arreglar esto hoy, invertí mucho dinero como para que haya inconvenientes y según parece la gente que empleé es incapaz de solucionarlo. Si quiero un buen trabajo debo hacerlo yo misma.
-Bien, pero seguramente le llevará lo que resta del día y mañana...
-Está bien Julia. Sólo asegúrate que se cumpla con las tareas que encargué para hoy, mañana yo me encargaré del resto. Ah, me olvidaba, llama a Manuel Arra y dile que nuestro contrato con él está revocado, los informes que le pedí no llegaron.
-Está bien, señorita Charles yo me encargo.- dijo la muchacha retirándose
A medida que avanzaba por la ruta la nevisca se hacía cada vez más intensa, cuando tuvo que desviarse por un camino secundario estaba tan oscuro como si fuera de noche.
-Por suerte tengo mi GPS – dijo Isabella en voz alta y como si sus palabras fueran una maldición vio como el costoso navegador dejaba de funcionar.
-¡Maldición!- exclamó y siguió conduciendo otro trecho, hacía mucho tiempo que había dejado atrás las zonas habitadas . Además el camino por el que avanzaba cada vez se hacía más agreste igual que se intensificaba la nieve, de hecho era un temporal que apenas la dejaba ver hacia donde iba.
Como si eso no fuera suficiente, el auto se detuvo. Intentó una y otra vez hacerlo arrancar, incluso bajó para ver si el problema estaba en algo del exterior que ella pudiese visualizar, pero no logró ponerlo en marcha.
No importaba, llamaría algún servicio mecánico que viniese a buscarla, con ese clima y lo lejos que estaba le costaría un dineral pero ella podía afrontarlo.
Buscó su celular y entonces se dio cuenta que lo había olvidado en la oficina.
Aún conservaba la calma, ella era Isabella Charles, se especializaba en salir de situaciones complicadas, claro que en general tenían que ver con situaciones económicas y no con la inclemencia del tiempo ni la maldición del destino.
Empezaba a pensar que el mes entero de Diciembre debería ser erradicado del calendario.
Empezó a analizar todas sus opciones. Si se quedaba allí temía que la nieve terminara por impedirle salir y quedar congelada. No era fatalista, pero la calefacción había dejado de funcionar.
Optó por lo menos sensato, pero no podía quedarse sin hacer nada. Se puso su abrigo y salió al exterior. Tal vez encontrara algo de ayuda , aunque si había alguien que no creía en milagros ,esa era ella.
¿Cómo podía haberse acumulado tanta nieve en tan poco tiempo?
Los copos caían sin cesar y difícilmente podía guiarse, además el frío comenzaba a metérsele en los huesos, la ropa la tenía mojada .Por suerte su estado físico era bastante bueno, la misma disciplina que tenía en los negocios la tenía para salir a correr y hacer ejercicio. Agradecía tener esa resistencia ahora, pero no aguantaría mucho más.
De pronto a pesar de la cortina de copos blancos, distinguió un destello. Una luz, a pocos metros había una luz.
Se alegró inmensamente, aunque no fuese a admitirlo ni en un millón de años.
Era una casa, no, en realidad alcanzaba a distinguir la forma de una iglesia, pero junto a esta había una casa y de allí provenía la luz.
Jamás estuvo tan feliz de ver una ventana iluminada.
Llegó hasta allí con lo último de sus fuerzas y golpeó a la puerta.
Cuando se abrió, pareció que toda la luz del interior se volcaba sobre ella hasta que algo la opacó. Alguien, un alto hombre que la miró sorprendido y luego cuatro niños que se asomaron desde atrás de él.
-¿Puedo pasar?- preguntó ella con la voz pastosa, apenas era capaz de hablar.
-Por favor , adelante – dijo el hombre haciéndose a un lado y ella pasó al interior mientras cinco pares de curiosos ojos la estudiaban.
-¿Está bien?- preguntó el hombre y entonces ella pudo observarlo con cuidado. No era como los hombres que ella estaba acostumbrada a ver. Vestía informalmente con un jean y un sweater negro, nada era de marca. Era alto , llevaba el cabello un poco largo, era oscuro y levemente ondulado, tenía ojos azules y cuando llegó a ellos se dio cuenta que lo había estado mirando como una tonta. El hombre era atractivo , aunque no era elegante , pero en aquel momento estaba segura de que ella no se veía mucho mejor y encima él parecía creer que tenía algún tipo de daño cerebral.
-Estoy bien – contestó ella reaccionando finalmente – Mi auto se arruinó, olvidé mi celular y me perdí...yo...