Una huella en la oscuridad

Capítulo 1: Naja

Mi vida en Shahar es sencilla y tranquila, sin ningún tipo de riesgo o de peligros. Aunque eso hace que me resulte monótona y aburrida. Todos los días me parecen iguales, siguiendo la misma rutina de siempre. Todas las mañanas nada más levantarme ayudo a mi hermano mayor con las tareas de la casa en la que solo vivimos nosotros dos y nuestros lobos, ya que nuestros padres murieron cuando yo era muy pequeña; luego me paseo por las tiendas de la aldeas, a veces solo para observar. Y por último paso la tarde con Ray, mi mejor amigo, en un claro que hay justo al lado de la aldea. A veces también paso el día leyendo un libro que Claudine, la mejor amiga de mi hermano, me presta.

 

Pero mi hermano, como muchas veces, se va de viaje con su grupo dejándome a mí y a mi compañera solas en la aldea, ya que tanto Ray como Claudine lo acompañan en sus viajes. Yo en cambio no he salido más allá de las afueras de Shahar, todo porque mi hermano piensa que podría ser peligroso para mí ir con ellos. Me trata como si todavía fuese una niña pequeña aunque ya haya cumplido los diecisiete años.

Cuando bajo de mi habitación esta mañana, Alek ya se está preparando para irse a uno de esos viajes. Me mira sorprendido al ver que me he levantado tan temprano y abre la boca para decir algo, pero yo no lo dejo hablar.

—Quiero ir con vosotros.

 

No es la primera vez que le digo esto, pero tengo que volver a intentarlo. No quiero quedarme aquí de nuevo sin saber qué hacer para distraerme mientras él se va de aventuras por el mundo. No hay muchas cosas que hacer y por mucho que me guste vivir en esta aldea empiezo a cansarme un poco de ella.

Antes de que comience a hablar ya sé qué es lo que va a decirme.

—Es peligroso, Naja. No voy a dejar que le pase nada a mi hermana pequeña —me dice, mientras guarda cosas en su zurrón—. Además sé que luego te arrepentirás y querrás volver corriendo a casa.

¿Arrepentirme? ¿Por que iba a arrepentirme por eso? Siempre he querido salir de esta aldea para visitar otros reinos y conocer a otras personas, ya conozco todas las caras de por aquí. Nunca he salido de esta zona, no puede saber qué es lo que sentiré en cuanto lo haga. Él nunca ha estado anclado en un lugar sin poder ir a otros sitios. ¿Por qué no puede entenderme? Sé que nuestros padres eran viajeros y yo también quiero serlo.

Hago un mohín y cruzo los brazos sobre mi pecho, molesta. Alek pone los ojos en blanco ante mi gesto.

Nico, el gran lobo negro de Alek, bosteza ajeno a nuestra conversación y se tumba junto a la puerta.

—Sé cuidarme sola, Alek —digo poniendo los brazos en jarras—. Además, Aliska estará conmigo, ella me protegerá si es necesario.

Mi compañera ladra cuando la menciono conforme con mis palabras. Es una loba blanca, divertida y juguetona a la que le gusta jugar con todos, sea la especie que sea y al igual que yo soy hermana de Alek, ella es hermana de Nico.

Siempre tiene ganas de jugar y divertirse, puede que se parezca algo a mí como me ha dicho muchas veces Ray. Quizás por eso nos llevamos tan bien. Sé que ella también está deseando salir de aquí de una vez.

Alek deja escapar un suspiro pesaroso, cansado de mi persistencia. Lo que me demuestra que definitivamente no va a cambiar de opinión tan fácilmente. Deja lo que estaba haciendo y se dirige hasta la puerta donde se encuentra su lobo, que se levanta enseguida para marcharse juntos.

—Hablaremos más tarde, Naja; tengo que ayudar a Claudine a preparar a su caballo para mañana. Vamos, Nico.

Alek siempre está ayudando a Claudine con cualquier cosa. Pasan mucho tiempo juntos y se llevan muy bien. Estoy segura de que mi hermano siente algo por ella, suele ponerse nervioso en cuanto la menciono. Pero creo que todavía no se atreve a decirle lo que siente.

Desayuno algo rápido y me preparo para salir. Tengo un día entero para hacer que Alek cambie de parecer, no pienso rendirme esta vez.

—Vámonos, Aliska —le digo a mi compañera que me mira con entusiasmo.

Decido ir con Ray, él siempre sabe escucharme y ha sido mi cómplice al intentar hacer cambiar de opinión a Alek, aunque nada de lo que hacemos haya funcionado. Todavía.

 

Encuentro a mi amigo tumbado en la hierba junto a su compañero, un perro mediano negro con el vientre marrón claro y con ojos de distinto color. Este empieza a mover el rabo en cuanto repara en nosotras. Ray abre sus ojos marrones y sigue la mirada de su compañero. Me dejo caer junto a él soltando un largo suspiro.

—¿Y bien? —me pregunta, incorporándose, esperando lo que he venido a decirle.

—Ha dicho lo mismo de siempre. —Me tumbo en la hierba y miro el cielo—. ¿Por qué es tan cabezota? Yo solo quiero salir de esta aldea. Estoy cansada de quedarme aquí mientras vosotros viajáis... —digo, cerrando los ojos y pensando en las historias que él mismo siempre me cuenta al volver de sus viajes.

Ray contempla distraído como su perro Colt corre divertido detrás de Aliska. Vuelve a tumbarse sobre la hierba y mira hacia el cielo.

—Sólo se preocupa por ti —me dice simplemente.

Giro la cabeza para mirarle, sigue mirando al cielo abstraído. Ojalá él pudiese quedarse conmigo mientras Alek viaja. Pero cuando se lo pedí una vez me dijo que le necesitan, puesto que es el único que sabe de medicina si alguno de ellos resulta herido.

Se incorpora de golpe, asustándome. Se gira hacia mí con una gran sonrisa, le conozco lo suficiente para saber que se le ha ocurrido algo.

—No podrá negarse si tu ya estás lejos de la aldea, ¿no?

—¿Qué quieres decir? —pregunto, confundida.

—Puedo decirles a los demás que yo saldré antes, puedo llevarte conmigo hasta que estemos lo suficientemente lejos. Cuando nos reunamos todos, Alek no podrá decir que no y tampoco podrá dar marcha atrás. Odia perder el tiempo.

Me quedo callada unos segundos, analizando todo lo que me ha dicho. Empiezo a sentir la adrenalina corriendo por mis venas. Sonrío ampliamente inconscientemente al pensar que por fin podré salir de la aldea.



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En el texto hay: amor, amistad, fantasia magia

Editado: 08.12.2020

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