Estoy furiosa. No es justo que Alek me obligue a volver de nuevo a la aldea después de haber llegado hasta aquí, cuando por fin he conseguido salir de ella por primera vez. Creía que esta vez iba a salirme con la mía, pero no ha sido así. Debería haberlo supuesto al saber que es así de cabezota. He soñado demasiado con que esto funcionaría.
Me abrazo las piernas, encogiéndome sobre mí misma. Sin poder evitarlo me he echado a llorar. Aliska me lame la mejilla por debajo de mi brazo intentando animarme, lo que me saca una sonrisa. La abrazo contra mí y siento su suave pelaje en mis manos.
Mi amiga alza entonces la vista hacia el camino por el que hemos venido, creo que ha escuchado algo. Espero que no sea Alek, no tengo ganas de verlo ahora después de lo que ha pasado hace unos minutos. Para mi alivio es Ray quien aparece y se arrodilla frente a mí para abrazarme. Respondo a su abrazo y escondo la cara en su pecho para que no vea mis ojos llorosos.
—Lo siento mucho, Naja —dice, decaído mientras me acaricia el cabello—. De verdad pensé que no se negaría esta vez.
—No es culpa tuya, yo también lo pensaba. Pero así es él. —Me limpio las lágrimas con la mano y me pongo en pie—. Será mejor que vuelva con Claudine a la aldea. No quiero daros más problemas, vamos Aliska.
Aliska me sigue con el rabo casi rozando el suelo, sé que ella está igual de triste que yo. A ella le hacía la misma ilusión poder ir a una aventura juntas ya que al igual que yo no ha salido de la aldea.
La mano de Ray sobre mi muñeca hace que me detenga. Me vuelvo hacia él confusa.
—Si tu no vas a venir yo tampoco. No quiero dejaros solas esta vez.
—¡Pero, Ray, no puedes quedarte! Tú mismo me dices que te necesitan si están heridos tienes que ir con ellos...
Me doy la vuelta y empiezo a caminar para ir junto a Claudine. Pero Ray me adelanta y me obliga a mirarlo de nuevo.
—Casi nunca pasa nada grave, es muy raro que ocurra —empieza a decir—. Además Claudine y Alek ya saben curar heridas ellos mismos, no me necesitan tanto. Por favor, quiero quedarme contigo…
Ambos nos quedamos mirando por un momento. Puedo ver la desesperación en su mirada, pero no entiendo por qué. Sé que me echará de menos y yo también a él como siempre, pero sabe que no puede venir conmigo. No es justo para los demás. ¿Y si esta vez que no va con ellos alguien resulta herido de verdad? No quiero que nada malo pase por mi culpa.
Cuando estoy apunto de volver a insistir que no venga conmigo, Alek aparece junto con Nico. Se acerca a mí para abrazarme pero yo lo rechazo con frialdad y le doy la espalda.
—Naja, por favor. No me hagas esto, sabes que lo hago por tu bien.
—Por mi bien... —repito, irritada—. ¡Ya no soy una niña pequeña! ¡Tengo diecisiete años! ¡Solo tengo tres años menos que Ray y él si puede ir!
—¡Él tiene veinte años, ya es mayor de edad al contrario que tú! —me dice, enfadado.
Resoplo y él suspira intentando tranquilizarse. Ray se mantiene en silencio a mi lado, incómodo y le pido disculpas con la mirada. Mi hermano se coloca frente a mí para que lo mire, pero yo aparto la mirada.
—Mira. Si tanto quieres ir, ¡adelante! Pero luego no me digas que quieres volver a casa porque ya no habrá vuelta atrás.
Lo miro con sorpresa sin saber si he oído bien. Él se cruza de brazos y aparta la vista, pero aún así lo abrazo con fuerza. Alek se sorprende pero acaba correspondiendo al abrazo. Cuando miro a Ray él está sonriendo ampliamente y me coge las manos.
—¡Lo hemos conseguido! —dice, entusiasmado.
Alek pone los ojos en blanco y se va por el camino por el que hemos venido para reunirse con los demás, seguido por Nico. Ray, aún cogiéndome la mano, me obliga a seguirle.
Y ahora sí que por fin, a pesar de todo, puedo empezar esta aventura que tanto tiempo llevo soñando.