La Torre del Sol y la Luna, una de las torres de hechicería más poderosas que hay en Kewan. Allí los alumnos aprendemos a usar el poder de estos astros para conjurar poderosos hechizos. Al terminar nuestros estudios nos convertiremos en Hechiceros del Sol o de la Luna, según la magia que tengamos en nuestro interior.
En realidad la Torre está compuesta con dos de ellas que parecen querer alcanzar sus respectivos astros. La Torre de la luna, a la derecha, es de un color oscuro que la hace parecer misteriosa. Pero por las noches, algunas de las piedras mágicas con las que la construyeron, empiezan a brillar con un tono blanco azulado. Justo como la que tengo colgada al cuello; La Torre del Sol al contrario es de un color claro y luminoso que parece relucir con la luz del Sol. Hay grandes ventanas por donde entra bastante luz y posee unos candelabros mágicos que se encienden solos por las noches.
El director de la escuela es un amable anciano llamado Elibeus, que siempre está acompañado de Scarlett, una búho de ojos grandes y amarillos que lo observan todo por mi maestro, ya que él no puede. Elibeus es ciego desde muy joven, pero aun así se convirtió en un poderoso hechicero de la Luna. Todos en la Torre lo queremos y respetamos.
Tiempo atrás dirigía la escuela junto su esposa Astrea, una hechicera del Sol muy alegre y cariñosa, que falleció hace unos años, Iba acompañada de un águila dorada llamado Sky. Cuando eso pasó, el maestro Elibeus cayó en depresión, pero nosotros estuvimos a su lado hasta que consiguió superarlo, aunque sé que aún no lo ha logrado del todo. Yo fui el que más lo apoyó, ya que lo veo como un padre. Los míos me maltrataron de pequeño, así que no los considero mi familia.
Soy un aprendiz de hechicero de la luna. Desde pequeño he sentido una gran admiración hacia ella, siempre me ha parecido hermosa y mágica. Una mañana cuando desperté vi que tenía el poder de controlar el agua. Solo recuerdo que antes de eso soñé con un maagilyn celeste con una gema y unos ojos de un azul tan oscuro como el mar. Después de eso tenía la magia de aquel elemento.
Ahora me encuentro sentado en el suelo de la que ha sido mi habitación desde que tenía ocho años, cuando Elibeus y Astrea me rescataron de las garras de esas personas que decían ser mis padres. Once años después, a pesar de que tengo la reputación de ser alguien misterioso en la Torre por mi rostro siempre serio y por no hablar con casi nadie, he llegado a verla como mi verdadero hogar.
Con los ojos cerrados me concentro en un hechizo que llevo semanas practicando. El espíritu de la Luna, uno de los hechizos más difíciles y poderosos del Libro de la Luna, el libro que estudiamos los aprendices de esta Torre y que tanto me gusta tener entre mis manos. El hechizo consiste en invocar a una gran ave de plumaje blanco brillante y el cuerpo creado por una espesa y blanca niebla. Solo unos pocos consiguen dominarlo y hacerla aparecer.
Siento como mi magia me cosquillea por todo el cuerpo cuando pronuncio las palabras del hechizo. Puedo notar una brisa fresca a mi alrededor como si estuviera en medio de un bosque a la luz de luna. Creo que estoy apunto de conseguirlo...
La puerta de mi habitación se abre de repente y se me arruina toda la concentración. La magia que empezaba a llenar la habitación para recibir al espíritu de la luna se esfuma tan rápido como había aparecido. Ya no siento esa brisa ni me cosquillean los brazos.
Maldición. Siento que he perdido toda la tarde en esto.
—Oshan, el maestro Elibeus...—calla de repente mi mejor amigo al ver mi mirada furiosa —. Perdón, no quería interrumpirte.
Shunaxx se queda en la puerta junto a su compañera, Shera, una alegre y enérgica zorra roja. Es uno de los pocos alumnos de la torre que me hablan ya que casi todos me evitan por lo que dije antes: ser alguien serio y misterioso. Algunos incluso ni se atreven a mirarme a los ojos. Pero no me importa, ya estoy acostumbrado a eso.
Mi amigo estuvo conmigo desde que entré en la Torre, él entró antes que yo, pero aún así es un año más joven. Al igual que su compañera, tiene el cabello pelirrojo como el fuego que es capaz de crear y algo rizado. Sus ojos son de color miel y siempre acabo perdiéndome en ellos sin querer. Aunque siempre intento disimularlo.
Al contrario que yo, es un aprendiz de hechicero del Sol, pero aun así solemos estudiar y practicar juntos en el jardín común de la Torre muchas veces. Él dice que se divierte más si estudiamos los dos, ya que le aburre mucho estudiar y además así no se siente solo. Yo tampoco me quejo por tener que pasar más tiempo con él.
Shera se acerca a mí con alegría y lame la palma de mi mano. Le acaricio la cabeza.
—No importa —digo finalmente, levantándome algo frustrado porque se halla estropeado el hechizo—. ¿Qué es lo que ibas a decir, Shunaxx?
Aunque quiera no puedo enfadarme con él por mucho tiempo, su sonrisa de disculpa me hace olvidar todo lo que acaba de pasar. Estos días apenas lo he visto por estar metido en mi habitación aprendiendo todo lo que tenía que saber sobre este hechizo. Sé que Shunaxx ha estado intentando no molestarme y me siento algo culpable por no haber estado con él..
Entra en la habitación con demasiada rapidez, como si me fuese a contar un secreto demasiado importante. Parece estar preocupado.
—El maestro Elibeus quiere verte, parece que tiene algo importante que decirte. Parecía algo nervioso... Te está esperando en su despacho, será mejor que vayas rápido.
Me sorprende que mi maestro quiera verme así tan de repente y más aún el que esté nervioso. Elibeus es un hombre muy tranquilo y rara vez pierde los nervios. Será mejor que vaya a verlo cuanto antes.
—Ahora iré. Tú deberías seguir estudiando el Libro del Sol, sé que aún no te salen bien los hechizos.
Shunaxx resopla y parece apunto de decir algo pero inmediatamente salgo de mi habitación dejándolo solo con Shera. Enseguida me sigue mi compañero, Shadow, un zorro plateado de ojos verdes, que es tan serio y callado como yo. A veces pienso que nuestros amigos animales se parecen bastante a nosotros, es como si estuviésemos destinados a estar juntos.