Hemos estado caminado durante días parando a descansar en diferentes aldeas hasta llegar a un bosque con árboles tan altos que parecen querer llegar al cielo, y un montón de plantas de colores y tipos diferentes que he visto en ningún otro lugar. Este lugar parece estar mucho más vivo que cualquier bosque en el que haya estado. No puedo evitar sonreír ante la belleza de este lugar. Ray me cuenta que en este bosque pueden haber incluso hadas. Pero que es muy posible que no veamos ninguna ya que como casi todas las criaturas mágicas nos temen.
Oshan, a mi lado, también parece estar maravillado pero aún así no dice nada y solo se dedica a observarlo todo con Shadow entre sus brazos.
Seguimos un río de agua clara y cristalina que hace que me apetezca tocarla. A Launeex, que se ha metido dentro, le parece divertido salpicarnos a todos. Leo, el lince de Lucas, se aleja corriendo del río, asustado por el agua y se lava el pelaje. Ray y yo estallamos a carcajadas y por primera vez escucho la risa de Oshan, haciendo que los dos nos miremos con la boca abierta. Él deja de sonreír como si le diera vergüenza haciendo que volvamos a reírnos.
Paramos a descansar a la sombra de un gran árbol que parece tener años de edad. Tiene un tronco muy grueso y rugoso y parece ser algo más alto que los demás. Unas cuantas plantas se enredan en él, adornándolo de un verde brillante. Para mí sorpresa es Oshan quién empieza una conversación.
—¿Dónde se encuentra supuestamente Òrain? Nunca he oído hablar de ella y por aquí no parece haber nadie —dice, mientras le da unas bayas a Shadow.
Alek parece mirarlo de reojo e ignora completamente su pregunta para seguir hablando con Claudine. Tanto ella como yo le lanzamos una mirada molesta. ¿Cómo puede ser tan descarado? Oshan no le ha hecho nada, solo quiere saber lo mismo que quiero saber yo. Es verdad que aquí no parezca haber ninguna aldea
—Es una aldea que se encuentra oculta en este bosque, solo nosotros y sus habitantes conocen la entrada y nos dejan entrar —dice Claudine, respondiendo por él.
—¿Por qué está oculta? —pregunto, confusa.
—Ya te lo contarán cuando lleguemos —me responde Lucas—, aunque quizás te expulsen de allí si les cansas con tus constantes preguntas.
Le miro asustada, creyéndolo como una tonta y él lanza una carcajada. Ray también se ríe con él y yo lo empujo fingiendo molestia, aunque no puedo evitar sonreír.
—No le hagas caso, Naja —me dice Claudine. Noto algo de seriedad en su voz—, seguro que estarán encantados de responder a tus preguntas.
Alek se pone en pie entonces y todos le miramos. Nico también se levanta imitándolo.
—Bueno, se acabó el descanso; tenemos que seguir si queremos llegar antes del anochecer.
***
Llegamos a una gran cascada que hay al final del bosque y donde se corta el paso. No entiendo porque todos se han parado, está claro que por aquí no se puede continuar. Quizás Alek se haya perdido.
—¿Cómo vamos a seguir? Ya no podemos continuar hacia delante —le digo a mi hermano.
—Espera un momento, no seas impaciente, Naja —me dice Alek, sonriendo.
Le hace una señal a Nico, que empieza a aullar. Entonces el agua de la cascada empieza a dividirse, creando una especie de arco de agua. Yo me quedo mirando la cascada impresionada. ¿Qué es lo que acaba de pasar? Escucho la risa de Alek, que empieza a caminar hacia la cascada.
—Vamos, la entrada se cerrará en un momento.
Nos adentramos en un pasillo que hay tras la cascada la cual se cierra detrás de nosotros. El pasillo está iluminado por unos extraños hongos que brillan en la oscuridad con un color verde azulado. En el suelo unas piedras relucen cuando pasamos por encima. Launeex parece maravillada con ellas y empieza a pisarlas con fuerza para ver como centellean. Me fijo en que la gema azul de su frente también esta iluminada, igual que el colgante que me regaló Oshan. Todo esto es precioso.
Para mi desilusión, llegamos hasta el final del mágico pasillo. El cielo ya se empieza a teñir de un color anaranjado y se pueden ver algunas estrellas brillando con timidez. Frente a nosotros hay una gran puerta doraba con dos guardias protegiéndola. Pero no parecen ser humanos.
Tienen el cabello largo y liso y sus ropas son muy diferentes a las que vestimos nosotros. Las suyas son túnicas blancas con unas preciosas decoraciones doradas. Entre su pelo destacan unas largas y puntiagudas orejas. Al lado de cada uno hay un serval que deben de ser sus compañeros. Cuando mi hermano les sonríe estos les devuelven la sonrisa con una leve inclinación de cabeza y nos abren la puerta que da a la aldea.
—Bienvenidos a Òrain, es un placer volver a veros —dice uno de los elfos con una melodiosa voz.
No es la primera vez que escucho sobre los elfos, mi hermano al igual que Claudine y Ray, ya me habían hablado sobre ellos. Pero esta es la primera vez que los veo, son muy altos y sus rostros son hermosos y con facciones delicadas.
—A nosotros también nos alegra haber vuelto —les responde Ray, con una sonrisa.
Después de que mi hermano y Lucas intercambien unas palabras con ellos, entramos en la aldea. Pero escuchamos de pronto como las lanzas de los guardias chocan. Nos giramos para ver lo que está pasando. Le han cortado el paso a Oshan que mira asustado a los elfos. No entiendo qué es lo que pasa.
—¿Qué hace aquí un hechicero? —pregunta uno de ellos.
—Los hechiceros no sois bienvenidos aquí —dice su compañero, enfadado—. Márchate ahora mismo.
Todos miramos a Alek para que haga algo pero él solo se limita a sonreír. No se qué es lo que le hace tanta gracia. Entiendo que no le caiga bien Oshan pero no podemos dejarlo ahí. Oshan nos mira preocupado, me da mucha pena. Él no ha hecho nada.
Claudine le da un codazo tan fuerte a mi hermano que creo que le hace daño, ya que suelta un quejido de dolor. Le mira molesto y ella se cruza los brazos, creo que se ha pasado un poco. Parece estar de mal humor desde que nos dirigíamos hacia aquí. Alek acaba resoplando pero acaba por ir junto a los elfos.