Capítulo 13: Oshan

Me siento en un ambiente muy pesado y estoy algo confuso. Abro los ojos y miro a mi alrededor. Todo está muy oscuro y noto un frío que me cala hasta los huesos. No sé dónde estoy ni por qué estoy aquí. De pronto empiezo a escuchar dos voces que me resultan familiares en la lejanía. Camino hacia ellas para averiguar de quienes son, aunque no estoy seguro de estar caminando realmente o son ellas las que se acercan.

—Oshan —me llaman aquellas voces.

Cuando me acerco veo dos siluetas que se encuentran más allá de donde yo estoy y acelero el paso para alcanzarlas. Pero me quedo atónito en cuanto veo que delante de mí se encuentran aquellas personas que me han dado la vida. Y las personas a las que más odio. No entiendo qué está pasando. Tengo ganas de echar a correr en dirección contraria. Pero las palabras salen solas de mi boca.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —pregunto, dudoso.

—La magia es de seres endemoniados, ¿qué hemos hecho para merecerte a ti y a ese maldito don? Eres un demonio —dice aquella a la que alguna vez he llamado madre.

—No mereces llamarte nuestro hijo —sigue mi padre.

Aprieto los puños, dolido. A mi mente vuelven aquellos recuerdos pasados de todas las veces que mis padres me han insultado y maltratado por tener dones para la magia. La cabeza empieza a dolerme con fuerza y empiezo a sentir los golpes por todo mi cuerpo.

—Habría sido mejor si no hubieses nacido —dice mi padre, abalanzándose hacia mí y echándome las manos al cuello.

Forcejeo intentando quitarme a aquel hombre de encima, pero fue en vano. Siento que vuelvo a ser aquel niño que no entendía nada. Empiezo a sentir que me falta el aire y boqueo procurando recuperarlo. Instintivamente preparo un hechizo de hielo que se clava en su hombro, haciéndolo sangrar. Mi padre grita de dolor y se aparta de mí. Toso cuando por fin me libro de su agarre.

Mi madre me mira horrorizada y se acerca rápidamente a mi padre, que se ha quedado en el suelo retorciéndose de dolor e intentando sacar la aguja de hielo de su hombro.

—¿Qué es lo que le has hecho? ¿Cómo te atreves a atacar así a tu propio padre? ¡Eres un monstruo! —me dice con repulsión.

Intento disculparme, decirle que yo no quería hacerle daño. Pero mi madre me mira con disgusto y rabia. Entonces se levanta furiosa y da unos pasos hacia mí. Veo como en su mano lleva el cinturón con el que solía golpearme. A veces lo cambiaba por cualquier otro objeto que tenía a mano.

—Te arrepentirás de esto, hijo —me dice, alzando el cinturón hacia mí.

Cierro los ojos con fuerza, esperando el golpe al que estaba tan acostumbrado. Pero el golpe no llega y cuando abro los ojos ella y mi padre han desaparecido sin dejar ningún rastro.

Jadeo, aún atemorizado. ¿Qué es lo que acaba de pasar? Esto tiene que ser una pesadilla. Empiezo a caminar buscando la manera de salir de este lugar, pero este sitio parece no tener fin. Empieza a recorrerme un sentimiento de ansiedad. Quiero salir de aquí

Pasan lo que me parecen horas y finalmente me dejo caer en el frío suelo sin saber que más puedo hacer. No sé cuanto tiempo llevo aquí, ¿por qué no consigo despertarme de este horrible sueño? En mi mente pienso en que tal vez nunca lo haré. Que estaré atrapado en este siniestro lugar para siempre. Quizás esta pesadilla la esté controlando esa hechicera. Me abrazo las rodillas angustiado.

Un rato después creo oír a alguien corriendo hacia mí, levanto la mirada y lo reconozco enseguida. Vuelvo a sentir una esperanza que creía que ya había perdido. Shunaxx se está acercando rápidamente hacia aquí. Me levanto enseguida y empiezo a correr hacia él. Los dos acabamos fundidos en un abrazo. Siento la calidez de su cuerpo y el aroma de su pelo. Pero todo vuelve a ponerse extraño de nuevo.

—¿Por qué hiciste eso, Oshan? No deberías haberlo hecho —dice Shunaxx, con tristeza en su voz.

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? ¿Hacer qué? —le pregunto confuso.

No entiendo qué le pasa. Sabe que no podía dejarle allí y dejar que esos dos le matasen, sabe que no haría. Shunaxx me mira con una profunda tristeza y se le empiezan a llenar los ojos de lágrimas. ¿Por qué llora tan de repente? Los puse a salvo, ya no tiene que estar asustado por nada. No tiene por qué llorar. ¿Por qué está llorando?

—Mira lo que te han hecho esos hechiceros —me dice, con la voz rota, pero esta vez no me mira a mí, sino a un cuerpo tumbado sobre una cama que se me parece bastante—. Te han matado, Oshan.

Shunaxx se aleja de mí entonces y abraza ese cuerpo que me niego a pensar que soy yo. Me miro las manos y descubro que ahora son traslúcidas. Palidezco. ¿Estoy muerto? No puedo estar muerto. Es imposible.

Recuerdo haber luchando contra los dos hechiceros oscuros. Recuerdo perder la consciencia cuando Hedeom se acercó a mí. Después de que la serpiente de humo me mordiera. Y el frío que empecé a sentir. Me dejo caer de rodillas en el suelo y observo mi cuerpo inmóvil. Se me llenan los ojos de lágrimas.

Estoy muerto.

Shadow aparece allí y se tumba junto a mi cuerpo gimoteando, negándose a separarse de mí. Shunaxx abraza a mi amigo y compañero entre lágrimas. Siento como algo se quiebra en mi interior. Me duele demasiado contemplar esto. ¿Por qué tengo que verlo? Ya estoy sufriendo demasiado.

—Lo siento mucho, Shadow —le dice Shunaxx a mi amigo.

Observo la escena cada vez más abatido, siento como una lágrima empieza a correr por mi mejilla. Esto no puede estar pasando, no quiero que todo se acabe así, aún tengo muchas cosas que hacer junto a ellos. Tengo que seguir mis estudios junto a Shunaxx para convertirnos en hechiceros del sol y luna como siempre habíamos soñado. Ahora que sé lo que siente por mí podríamos estar juntos como algo más.

Y tampoco podré volver a ver a Naja y disculparme con ella y con los demás por haberme llevado a Launeex. Nunca podré seguir conociéndoles ni podré ayudarles a recuperar la gema. Quería ayudarles. No podrán enfrentarse ellos solos a los hechiceros oscuros. Podrían morir. Por mi culpa. Debería haberme ido con Shunaxx en lugar de quedarme allí y luchar contra Kala y Akuro.