Una huella en la oscuridad

Capítulo 17: Alek

Siento que estamos cerca del reino de Okun ya que el ambiente es más cálido. Debemos de estar cerca del mar. Saco el mapa que compré en la aldea de Mori para situarme. Me molestó que ese estúpido hechicero insinuase que soy un mal viajero por haber perdido el antiguo. Seguramente se quedó en Òrain cuando de repente se complicaron las cosas por culpa de alguien.

Intento repetirme que él no tuvo la culpa de eso y miro el mapa. Veo que hay una aldea muy cerca de Okun en la que podremos descansar esta noche. Solo hay que atravesar un bosque llamado El bosque de la Neblina. No me gusta demasiado ese nombre pero la gente suele ponerles nombres extraños a las cosas por cualquier tontería.

Acabamos llegando al llamado Bosque de la Neblina. Como me imaginaba es un bosque corriente como todos los demás y además está bastante soleado.

—Espero llegar pronto a esa aldea, estoy cansado y hambriento —se queja Lucas a mi lado.

—Tú siempre tienes hambre, Lucas —le dice Claudine con una sonrisa divertida.

—¡Mi cuerpo me pide energías después de caminar tanto!

—No te preocupes, este bosque no es demasiado grande. No tardaremos mucho en… —callo enseguida.

De pronto una débil niebla empieza a rodear el bosque, tapando la luz del sol. Nico se tensa y mira hacia todos lados. Parece que los animales están notando algo extraño cerca. ¿Tendrá algo que ver con esta niebla tan repentina? Esto no me gusta.

No me gusta este bosque. Noto una extraña sensación” dice Launeex, detrás de mí como si hubiera repetido mis pensamientos.

—A mí tampoco —dice Shunaxx tomando a Shera en brazos.

 

Seguimos caminando algo inseguros esta vez. La niebla empieza a hacerse más espesa y los árboles de alrededor se ven más borrosos y distantes. No consigo ver más allá de ellos... Si esta niebla no se va pronto nos desviaremos. No sé si el mapa me servirá de algo ahora si no puedo ver el camino.

—Oshan, ¿puedes hacer algo con…? —empiezo a decir pero me doy cuenta de que el hechicero no está aquí.

Ahora mismo solo estamos Claudine, Alexa, Shunaxx y yo. Ni siquiera veo a Launeex cerca. Esto es demasiado extraño, estaban aquí hace un segundo, no pueden haber desaparecido así de repente. ¡¿Dónde se pueden haber metido?!

Mi hermana tampoco está aquí.

—¿Donde se han metido los demás? —dice Claudine, inquieta.

—¡No lo sé, se supone que iban detrás de nosotros! —Shunaxx parece estar bastante nervioso también.

—No deben de estar lejos, vamos a buscarlos —dice Alexa quitándole importancia.

—¡Pero podríamos perdernos más! —le advierte Claudine—. Sería mejor si los esperamos aquí.

Alexa cruza los brazos y resopla. Sé que no le gusta quedarse sin hacer nada, igual que yo. Y menos en un momento así mientras se trata de sus amigos, sobre todo si es Lucas. Puede que nunca lo vaya a reconocer pero tanto Claudine como yo sabemos que él es alguien importante para ella.

—Claudine tiene razón, Alexa. Así solo conseguiremos perdernos más y les será más difícil encontrarnos. Vamos a esperarlos un rato antes de ir a buscarlos.

—Crearé una llama para que puedan vernos más fácilmente —dice Shunaxx haciendo aparecer una bola de fuego en la palma de su mano.

De pronto sentimos una extraña sensación en el ambiente, nos giramos hacia todos lados, alertas. Empezamos a escuchar unos extraños y aterradores sonidos a nuestro alrededor que vienen de todas partes.

Y entonces las vemos.

 

Unas extrañas siluetas que parecen estar rodeándonos con unos espeluznantes ojos amarillos mirándonos son las culpables de aquellos sonidos. No llego a distinguir bien qué es lo que son, pero sus patas son largas y parecen estar encorvadas. Tienen cierto aspecto humano, pero mucho más altos y delgados. Y parecen estar hechos de la misma niebla.

—¡¿Qué demonios es eso?! —dice Alexa desenvainando su cimitarra rápidamente.

En ese momento Shunaxx, que parece estar aterrado, les lanza la bola de fuego que había creado, probablemente para alejarlos. Pero ésta solo atraviesa a uno de ellos y no parece haberlos asustado lo más mínimo. Y ahora parece que las siluetas empiezan a acercarse a nosotros lentamente seguramente enfadadas.

—¡Mira lo que has hecho, estúpido! ¡Los has enfadado! —le grita Alexa, perdiendo la paciencia.

—¡Intentaba asustarlos!

—¡Pues no ha funcionado!

Las siluetas continúan acercándose a nosotros a paso lento, cada vez parecen estar más cerca. Y cada vez parecen más grandes. Claudine carga su arco y empieza a lanzar flechas. Shunaxx a su vez les lanza hechizos, pero ninguno de los dos parece hacerles nada. Al igual que la bola de fuego de antes, las flechas y los hechizos solo los atraviesan.

—¡Es inútil, no se detienen con nada! —dice Claudine desesperada.

—¿Qué debemos hacer ahora, Alek? —me pregunta Shunaxx asustado.

Aprieto la mandíbula, con los nervios atropellando mis latidos. Eso es lo que me pregunto yo, no sé qué es lo que podemos hacer ahora. Parece que nada puede detener a esas cosas y nos superan en número. Incluso si estuviésemos todos aquí, no tendríamos posibilidades de vencerlos.

 

Las extrañas siluetas ya están peligrosamente cerca de nosotros, Nico empieza a gruñir y se pone en posición de ataque. Los demás animales hacen lo mismo, dispuestos a protegernos si hiciera falta. Ahora puedo ver con más claridad sus largos cuerpos. Sus ojos amarillos parecen estar vacíos y sus bocas, enormes, están abiertas y sin dientes dándoles un aspecto siniestro. Sus brazos largos casi rozan el suelo. Como me imaginaba, parecen estar hechos de una especie humo.

Claudine y Shunaxx continúan lanzando flechas y hechizos sin parar. Me giro a tiempo para esquivar el brazo de uno que se había acercado por detrás. Alzo mi brazo para darle una estocada, pero mi espada atraviesa el cuerpo del ser de humo. ¿Cómo se supone que vamos a vencerlos si ni siquiera podemos tocarlos?



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En el texto hay: amor, amistad, fantasia magia

Editado: 08.12.2020

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