Miro a mi alrededor sin saber muy bien que hacer. Es imposible ver nada y no consigo disipar la niebla con mi magia, es como si una extraña fuerza la detuviese. No sé en qué momento nos hemos separado de los demás. De repente, cuando nos hemos dado cuenta, ya no estaban delante de nosotros. Todo esto es muy extraño.
—Es imposible, no puedo hacer nada —les digo, rindiéndome.
—Tenemos que encontrar a los demás, este bosque me da escalofríos —dice Lucas con los brazos cruzados—. Además sigo teniendo hambre.
Observo a Shadow, que está olisqueando el suelo intentando rastrear a los demás. Noto que está algo tenso, ¿qué es lo que habrá en este bosque que esté inquietando tanto a los animales?
—Pues no sé cómo vamos a encontrarlos sino podemos ver nada —se queja Ray mientras tranquiliza a su perro.
“Noto una extraña presencia en este bosque”
Launeex mira a todas partes buscando algo sospechoso en el bosque. Empiezo a escuchar extraños sonidos y unas risas infantiles y cantarinas que parecen venir de todas partes. Se me hiela la sangre. Launeex eriza las púas asustada y la cojo en brazos para calmarla. Necesito saber qué es lo que está pasando y qué son esas risas.
—¿Puedes sentir algo, Launeex?
Ella cierra los ojos y la gema de su frente empieza a brillar levemente.
“Siento una magia poderosa que proviene de unas pequeñas criaturas. Parecen estar escondidas por todo el bosque”
Pequeñas criaturas con una poderosa magia que pueden usar para crear una espesa niebla… Creo que me suena de algo. ¿Quizás podrían ser…?
—Hadas de la niebla...—digo al recordarlo—. Leí algo sobre ellas en la biblioteca de la Torre. Crean esta niebla para que los humanos se pierdan en el bosque y no logren salir.
Vuelvo a escuchar las risas infantiles como si hubiese dado en el clavo. Naja y Ray se abrazan asustados. Las hadas serán las que impiden que use mi magia para despejar la niebla. No podremos salir de aquí si ellas no nos dejan, y no creo que permitan que salgamos del bosque si odian a los humanos.
—Launeex, ¿puedes comunicarte con ellas?
“Puedo intentarlo”
Vuelve a cerrar los ojos y los demás esperamos impacientes. Escucho de nuevo los siniestros sonidos de antes, y se me eriza la piel. Shadow se esconde entre mis piernas aterrado.
Launeex vuelve a abrir los ojos tras unos minutos y nos mira con un aire apenado.
“No os van a dejar pasar. Dicen que solo dejarán a los animales y a mí. Lo siento.”
—¡Pero no somos malas personas! —dice Naja algo nerviosa.
De repente escuchamos un grito no muy lejos de aquí. Parece ser de Claudine. Echamos a correr hacia el lugar de donde viene.
Cuando llegamos junto a ellos nos quedamos congelados. Vemos a Alek y Alexa luchando contra unos monstruos que parecen estar hechos de niebla. Asumo que las hadas los habrán creado ya que ellas mismas no podrían atacarnos con sus pequeños cuerpos.
Busco rápidamente a Shunaxx con la mirada y lo encuentro en el suelo inconsciente, detrás de Alexa. Voy junto a ellos rápidamente para ayudarlos.
Me coloco junto a Alexa para proteger a Shunaxx y lanzo hechizos de hielo hacia los monstruos. Pero como me esperaba el hielo los atraviesa. Pienso rápidamente qué hacer, analizándolos. Uno de ellos se abalanza sobre mí pero consigo esquivarlo a tiempo. Le lanzo un hechizo de hielo a la cabeza y el ser de humo desaparece. Sonrío, satisfecho.
Consigo darles a varios monstruos pero siguen apareciendo más. Parece que las hadas no van a rendirse tan fácilmente. Y parece que las hemos hecho enfadar aún más.
—Los humanos no estáis invitados a este bosque —dice uno de los seres con una voz que al mismo tiempo parecen ser varias voces.
—No deberíais haber entrado en él — sigue diciendo otro.
—No nos importa qué tan fuertes seáis, no lograréis salir de aquí con vida —concluyen las voces.
Aparecen más seres de humos que parecen moverse con más rapidez.
De repente algo comienza a brillar con tanta fuerza que tenemos que taparnos los ojos. Cuando los abrimos nos quedamos sorprendidos al ver que Launeex se ha transformado rápidamente en una pequeña dragona y empieza a volar por encima de nosotros.
Su cuerpo se ha alargado, como el de una serpiente. Unas púas violetas recorren todo su lomo y en su cabeza sobresalen dos pequeños cuernos. Sus patas tienen unas poderosas garras cubiertas del pelaje blanco que tiene en su forma de maagilyn.
Entonces hace un fuerte rugido que resuena en todo el bosque. Para mi sorpresa los seres se detienen.
“Parad ahora mismo. Soy la princesa maagilyn. Estos humanos están conmigo para ayudar a mi padre, el Rey. Así que dejadnos pasar antes de que me enfade.”
Launeex… Nunca la había visto así hasta ahora, siempre tiene un tono alegre y juguetón. Es la primera vez que su tono suena serio, parece más adulta de lo que es. Esto debe de haberla alterado demasiado.
Los seres de humo desaparecen y la niebla se va esfumando lentamente entonces. Parece que ha conseguido asustarlas lo suficiente. Launeex baja hasta el suelo y vuelve a su forma original. Veo unos pequeños cuerpos acercándose a ella.
—Sentimos haberos causado problemas, alteza —dice una pequeña hada haciendo una reverencia.
Tienen la piel de color azul ceniza y unos ojos completamente negros. Algunas tienen el pelo de diferentes tonos de azul y otras de color gris o blanco. Visten con ropa hecha con pétalos de alguna flor azul y unas finas alas transparentes se agitan en sus espaldas.
En los bosques que rodean las Torres del Sol y la Luna hay hadas del agua y hadas del fuego, el maestro Elibeus nos mandaba a observalas desde lejos para que aprendiésemos de ellas a controlar el agua o el fuego. Pero es la primera vez que veo un hada de la niebla y tan de cerca. Se parecen un poco a las del agua.