Una huella en la oscuridad

Capítulo 20: Naja

Después de salir del Bosque de la Neblina, pasamos la noche en una aldea que hay un poco más allá del bosque. Los habitantes nos miraron asombrados cuando escucharon que conseguimos salir de allí con vida. Por un momento creí que no conseguiríamos escapar. En parte todo ha sido gracias a Launeex, si ella no hubiese estado con nosotros para hablar con la hadas de la niebla, no lo hubiésemos logrado. Shunaxx y Claudine despertaron al llegar y ambos parecían estar bien.

Ahora luego de estar unas horas caminando, por fin hemos llegado a Okun, el reino de la costa. Alek ha dicho que nos quedaremos aquí varios días para descansar, así que he decidido ir a explorar un poco el reino. Como los demás están algo cansados solo estamos Aliska y yo.

A mi alrededor hay un montón de colores y aromas diferentes que provienen de las tiendas del reino. Todas tienen una infinidad de objetos y joyas que no había visto nunca antes. A lo lejos puedo ver un puerto donde hay muchos barcos juntos que deben de ser de los mercaderes que hay por aquí. Seguro que todos estos objetos los habrán traído de muy lejos, puede que incluso más lejos de Kewan.

 

Aunque disfruto caminando entre las tiendas y mirando los distintos objetos, empieza a agobiarme todas las personas que hay alrededor de ellas. Todas hablan a la vez y se empujan unas a otras. Así que me alejo un poco para respirar el aire fresco y sentir la brisa salada en la cara. Esta es la primera vez que veo el mar, pues mi aldea está bastante alejada de él. A lo lejos se escuchan los graznidos de las gaviotas que sobrevuelan las casas del reino.

Más allá está el que debe de ser el castillo de Okun, que está situado bastante cerca del agua. Es muy diferente al castillo de Teyrên, ya que en lugar de estar construido de piedra, éste parece estar hecho con perlas y caracolas de mar. Es precioso, parece como si hubiera salido del fondo del océano.

Me quedo distraída observándolo y choco contra un hombre por accidente. A veces me distraigo con mucha facilidad.

—¡Disculpe! No le había visto…

Levanto la vista para mirarlo, es un hombre bastante alto. Tiene el cabello rubio y largo recogido por las puntas. Viste con una capa azul. En ese momento se gira hacia a mí y me quedo sorprendida cuando clava su mirada en mí. Sus ojos son de color violeta. Él me sonríe amablemente, no parece tener más de treinta años, pero las ojeras bajo sus ojos parecen hacerle más mayor.

—No hace falta que te disculpes, pequeña. Yo también ando algo distraído.

Su voz es tranquila y amable, es una alivio para mí que no se haya enfadado. No me gustaría molestar a nadie, a diferencia de las personas que hay por las tiendas. Aliska se acerca al hombre para olisquearlo y enseguida empieza a mover el rabo, parece que le ha caído bien enseguida. Él se agacha para acariciarle la cabeza.

—Hola, preciosa. —El hombre levanta la vista para mirarme—. ¿Puedo preguntarte por su nombre...? Aunque tal vez también debería preguntar por el tuyo.

—¡Oh, claro! Yo soy Naja y ella se llama Aliska. Nos conocemos desde que éramos muy jóvenes.

El hombre so pone una sonrisa que me resulta triste y se incorpora. Se gira para observar el mar con aire distraído.

—Yo también conocí a mi compañera cuando era joven —dice con cierta voz melancólica.

—¿Y dónde está ahora? —pregunto.

Pero me doy cuenta demasiado tarde de que no debería haber preguntado. La sonrisa del hombre se desvanece enseguida y en sus ojos noto una profunda tristeza.

—Falleció hace ya mucho tiempo —me dice con voz ronca y apretando los puños con fuerza—. Un día se puso muy enferma y no pude hacer nada por ayudarla, ni siquiera con mi magia. Uno de mis mayores deseos es volver a verla. Y presiento que estoy muy cerca de conseguirlo.

 

Me quedo petrificada unos segundos. Esa historia me suena demasiado, es como la que nos contó Zelphar cuando fuimos a la aldea élfica. Un hechicero que enloqueció de dolor al perder a su compañera...Me fijo mejor en él y en la ropa que oculta bajo la capa azul. Una túnica de un violeta oscuro con un símbolo muy similar al que me describió Oshan un día. Una gema ovalada rodeada con humo violeta.

—Era una tigresa blanca, se llamaba Haze.

Él se gira hacia mí y yo me alejo unos pasos. Su rostro ya no tiene la mirada amable que tenía al principio, ahora tiene una mirada aterradoramente inexpresiva, como si nunca hubiese tenido sentimientos. Intento que mi voz no demuestre el miedo que corre por mis venas ahora mismo.

—¿Cuál es tu nombre?

Él vuelve a sonreír con esa sonrisa llena de amabilidad pero que ahora se me hace extraña y retorcida. Se me ponen los pelos de punta cuando habla.

—Mi nombre es Eraxium.

No puede ser. No puede ser él. ¿Cómo es que está vivo? Puede que haya pasado un siglo desde que aquello ocurrió, es imposible que siga con vida. ¿Y por qué está aquí ahora? Tengo que salir de aquí, éste hombre es peligroso.

 

Sin vacilar ni un segundo me doy la vuelta para echar a correr, cuando una mujer de pelo negro me agarra desde atrás y me tapa la boca, impidiéndome pedir ayuda. Me retuerzo y pataleo con brusquedad para soltarme de su agarre, pero es imposible, tiene bastante fuerza.

Aliska viene enseguida a protegerme, pero una pantera negra y un gran lobo gris se ponen en medio, ambos enseñando los colmillos y gruñendo amenazantes. Mi compañera empieza a gimotear desesperada y se coloca delante de mí con el rabo entre las piernas. Es imposible que derrote a esos dos ella sola.

Eraxium se acerca a mí sin dejar de sonreír junto a otro hombre con el rostro serio y un chico que parece tener mi edad. Parece que estos son los hechiceros oscuros de los que nos hablaron Oshan y Shunaxx. No debería haberme ido a explorar yo sola.

—No temas, pequeña Naja. Solo te necesito por un rato, así que haz el favor de calmarte —dice con amabilidad—. No me gustaría que nadie saliese herido.



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En el texto hay: amor, amistad, fantasia magia

Editado: 08.12.2020

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