Abro los ojos algo aturdida. No sé donde estoy ni qué es lo que ha pasado. Noto un leve dolor de cabeza que me impide pensar con claridad. Lo último que recuerdo es que estaba paseando por el reino y después me choqué con un hombre. Pero algo hizo que me asustase, no consigo recordar el qué. Acabo cerrando los ojos de nuevo, quizás solo necesite descansar un poco...
En cuanto los cierro y todo se vuelve oscuro, en mi mente aparecen unos amenazantes ojos violetas que me observan como si fuese alguien insignificante. De repente, escucho una voz que resuena en todos los rincones de mi mente.
“Vas a ayudarme, ¿verdad, Naja?”
—¡Eraxium! —digo incorporándome tan rápido como puedo.
Tengo la respiración agitada y siento algunas gotas de sudor en mi frente. Ahora todo se me viene a la mente en un instante: ese hombre... Eraxium. Recuerdo que me hizo algo con la gema que me produjo un profundo malestar y sufrimiento. ¿Qué es lo que me ha hecho? ¿Qué es lo que ha pasado?
Sea lo que sea no dejaré que me vuelva a hacer nada parecido. La próxima vez estaré preparada. No pienso dejar que me utilice.
Noto como mi cabeza me da vueltas. Siento que voy a volver a desmayarme. Quizás no haya sido buena idea levantarme tan deprisa.
—¡Ah no, bonita! ¡No deberías levantarte aún! —me dice una mujer mientras hace que me tumbe de nuevo—. Necesitas descansar más.
—¿Quién eres tú? No te había visto antes...
Ella se sienta junto a mí y me coloca una mano en la frente. En ella aparece una extraña luz verde e inmediatamente siento una agradable sensación de alivio en la cabeza. Cierro los ojos agradecida.
—Me llamo Erihanne, soy una hechicera de la tierra. Tu hermano me ha dejado a cargo.
—¡Mi hermano! —digo con ademán de levantarme, pero Erihanne me lo impide—. ¿Dónde está? ¿Está bien?
—Tu hermano y tus amigos están bien, ahora estarán yendo hacia algún sitio donde pasar la noche.
Suspiro aliviada. Por un momento pensé que podría haberles pasado algo. Que esos hechiceros oscuros podrían haberles atacado también. Alek debe de estar muy preocupado por mí ahora mismo. Le conozco. Me gustaría verle ahora para que sepa que estoy bien.
Unos segundos después empiezo a sentirme muy cansada. Me pesan los párpados y me cuesta mantenerme despierta. Miro a Erihann y ella me dedica una amable sonrisa. Estoy segura de que es gracias a su magia el que me encuentre tan relajada de repente.
—Duérmete si quieres, mi magia hará que te sientas mejor por la mañana.
Antes de que me de cuenta he cerrado los ojos y empiezo a dormirme.
***
Me despiertan unos lametazos en la cara. Cuando abro los ojos veo a Aliska demasiado cerca de mí. Al ver que he despertado empieza a gimotear y a mover el rabo entusiasmada, no puedo evitar reírme. La abrazo con fuerza y acaricio su suave pelaje blanco.
—Menos mal que estás bien, no sé que haría si te pasara algo.
Me fijo entonces en el gran arañazo que tiene en el hocico.
—¿Qué te ha hecho esa pantera? —le digo acariciándole la cabeza.
Alguien se acerca a nosotras con una bandeja en las manos.
—Buenos días, preciosa. Veo que ya te sientes mejor —dice Erihanne acercándome la bandeja—. Toma, te he hecho el desayuno.
—¡Muchas gracias, Erihanne!
Ella se sienta en una silla junto a la cama y me sonríe.
—Puedes llamarme Eri, así me llaman mis amigos.
Acaricia a mi compañera que ha bajado de la cama y se ha acercado a ella. Le gira con suavidad la cabeza para mirarle la herida y entonces usa su magia de nuevo como hizo conmigo anoche. Aliska se queda quieta mientras ella le cura. Eri habla con tranquilidad mientras hace su trabajo.
—Antes no me dejó hacerlo, parece que estaba más preocupada por ti que por su propia herida. Tuve que dejarla entrar para que se tranquilizase.
Sonrío. Aliska siempre fue así, siempre se ha preocupado más por mí que por ella misma. En ese sentido se parece bastante a mi hermano. Alargo el brazo para acariciarla.
En cuanto Eri termina, Aliska vuelve a tumbarse a mi lado. Ahora en su hocico se ha quedado grabada una cicatriz, parece que la magia de la tierra no puede borrar la herida completamente. Pero lo importante es que ya no le dolerá más.
—Oye, Eri... ¿Cuándo podré levantarme? Me gustaría ir a ver a los demás. Seguramente estarán preocupados.
Su rostro adopta una expresión sombría y fija la vista en un libro que ha traído consigo. No entiendo que le ha pasado de repente, parece ser alguien muy alegre.
—Creo que aún es pronto, necesitas descansar más. Ese hechicero...—calla de repente como si le costara seguir hablando—. Esos hechiceros te hicieron algo horrible… Pero pronto estarás bien, te lo prometo.
¿Por qué actúa de forma tan extraña? ¿Es que hay algo que no sé? Quizás tenga que ver con el dolor de cabeza que sentía anoche...No era uno corriente, como otras veces. Necesito saber qué es lo que pasa. Eri cierra su libro de pronto y vuelve a poner la expresión alegre que tenía antes.
—Para matar el tiempo… ¿Quieres que te cuente por qué me convertí en hechicera de la tierra?
Asiento intentando alejar aquellas preocupaciones de mi cabeza. Entonces Eri acerca más su silla a la cama. Su voz suena algo nostálgica pero también orgullosa.
—Bueno, a mí desde siempre me ha gustado cuidar de las plantas y ver como crecían con el paso del tiempo —empieza a contarme entusiasmada.
>>En el jardín de la casa de mis padres empecé a plantar todo tipo de plantas y flores. Mis padres y la gente de Okun se quedaban impresionados con la facilidad que tenía de cuidar tantas plantas a la vez y de como lograba hacer que creciesen más rápido de lo normal. Muchas personas me pidieron ayuda para hacer que sus plantas creciesen o las curase.