Me encuentro sentado en la mesa de mi despacho, encerrado por petición mía y totalmente a oscuras, solamente con una escasa luz que se cuela por debajo de la puerta . Les he ordenado a mis alumnos que no vengan a mi despacho a molestarme. Hoy no quiero ver a nadie.
Necesito estar solo con mis pensamientos.
He vuelto a caer en la depresión como muchas otras veces desde que Haze se fue. Cuando creo que ya no volveré a caer en ella recuerdo su mirada azul y su suave pelaje blanco y negro, de los momentos que pasamos juntos, tanto como si eran bueno o malos. Cada día que pasa me duele más su recuerdo, que se clava en mi pecho como una dolorosa espina que nunca conseguiré quitar. Siento que enloquezco cada vez más de rabia y de dolor al no poder traerla de vuelta a mi lado. Ella era el único ser que me entendía de verdad y que se quedó a mi lado pasase lo que pasase. Si tan solo pudiese volver atrás en el tiempo… Cuando aún estaba viva. Cuando aún estábamos los dos juntos.
Teníamos un lazo un lazo tan fuerte… Podíamos hablar durante horas a pesar de estar en silencio. No nos hacía falta hablar para comunicarnos entre nosotros con total claridad. Haze era calmada y muy protectora, mi mejor amiga. Ella me enseñó a comunicarme con cualquier otro ser vivo, a entender sus sentimientos con solo una mirada. Es por eso por lo que me siento tan unido a los animales, me parecían una compañía mucho mejor que la de los humanos. Ella fue, también, la que me presentó al rey maagilyn que con el tiempo acabó dándome parte de su magia de tierra.
Aunque sé muy bien que Haze ya no está en este mundo, aún siento su presencia junto a mí. Una presencia pura que me hace sentir paz y calma, como cuando aún vivía. Sé que es ella. Que está aquí, conmigo. Recuerdo cuando me contó sobre la existencia de un plano superior donde van a parar la esencia de todos los seres cuando dejan este mundo. Un plano que los mantiene conectados con los que aún viven, pero que los humanos fuimos olvidando con el tiempo. El plano al que ella aún no ha ido para quedarse a mi lado.
Haze me contó que antaño los humanos lo llamaban “Moea” y que fue la diosa de los animales, Moheia, quien lo creó para que así los humanos pudiésemos seguir conectados a nuestros compañeros aunque ellos aún no estuviesen.
Hay algunas veces que incluso puedo ver un aura blanca a mi lado, justo como ahora la estoy viendo. Noto una mirada azul fija en mí y noto un sentimiento de preocupación y dolor. Sé que está preocupada por mí al verme así de deprimido. Sé que por eso aún sigue aquí.
Alargo el brazo con la esperanza de volver a sentir su suave pelaje bajo la palma de mi mano.
Pero repentinamente se escucha como alguien pega a la puerta de mi despacho. Dejo de sentir la presencia de Haze. Se me escapa una risa cargada de amargura. Se ha ido de nuevo a algún otro lugar. Me palpo la mejilla que ahora está húmeda. ¿Estoy llorando de nuevo?
Se me hace un nudo en la garganta sintiendo de nuevo como la tristeza se clava en lo más profundo de mi ser. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué más me hace falta para poder traerla de vuelta? ¿Qué tengo que hacer para que vuelva a estar conmigo? He intentado de todo para que vuelva a estar a mi lado, pero nada funciona, todo falla y vuelvo a fracasar. Una y otra vez. ¿Cuántos años llevo así? ¿Gastando mi magia y mi energía en algo que parece lejano e imposible? Dejándome consumir cada día más por el dolor...
Bajo la mirada hasta mi mano, envuelta en ondas violetas que giran alrededor de mi brazo. La magia de la vida ahora mezclada con la magia oscura de la gema. La misma magia que utilizo para robarles la energía a aquellos humanos infelices que se aprovechan de los débiles, como llevo haciendo mucho tiempo, intentando eliminar a esas personas de este mundo.
Sería tan fácil usar ahora esta magia contra mí. Desgarrar mi alma y mi ser. Dejar de sentir todo este dolor y sufrimiento que me ha estado consumiendo desde que Haze se marchó. ¿Podría así volver a estar junto a ella…? ¿Podríamos irnos juntos a Moea? Aprieto los ojos con fuerza, sintiendo las lágrimas correr por mis mejillas. Lo único que quiero es dejar de sufrir.
Concentro la energía en mi brazo mientras lo voy acercando lentamente hacia mi pecho, dispuesto a acabar con esto de una vez por todas, ignorando los golpes desesperados contra la puerta.
Hasta que la puerta se abre con algo de violencia y a mi despacho entran Hedeom y Kala, interrumpiéndome. Me limpio las lágrimas casi con furia.
—Chicos… —digo, con voz apagada y rota—. ¿Qué no entendéis cuando digo que no quiero que nadie me moleste?
Siento la presencia de ambos detrás de mí. Siento la pena de sus Storm, el lobo de Hedeom, y Sphinx que han leído en mi mente lo que estaba apunto de hacer.
—Estábamos preocupados por ti, maestro Eraxium —dice entonces Hedeom.
—Llevas tres días encerrado aquí y la mujer de la cocina nos ha dicho que has rechazado el almuerzo —continúa Kala con tono de preocupación—. ¿Te encuentras bien? Nunca te habías encerrado durante tantos días, maestro.
Me doy la vuelta para encararlos, procurando tener una expresión serena. Ambos se percatan de la concentración de magia en mi brazo y ponen una expresión horrorizada. Kala me abraza con fuerza, como si me fuese a esfumar de un momento a otro. Hedeom me mira con más preocupación que antes.
—¿Qué es lo que pretendías hacer?
—No es asunto vuestro lo que haga o no haga. Ahora dejadme solo.
Kala aprieta su agarre, como si aún fuese esa niña pequeña que rescaté de la calle.
—No puedes dejarnos así. Toda la Torre te necesita, eres muy importante para nosotros.
—No soy tan importante. Muchos ya estáis cualificados para enseñar a otros, como por ejemplo vosotros dos —digo mirando a ambos.
Bajo la mirada para encontrarme con la de mi alumna. Parece estar a punto de llorar. No quiero que sufran por mí. Tienen que dejarme ir.