Han pasado seis días desde la magia oscura se manifestó en Naja. Desde ese día ha estado partiendo las ramas de los árboles o las piedras en un descontrol repentino de su magia. Alek la ha estado observando preocupado y nos ha pedido a Shunaxx y a mí que la ayudemos a controlarla antes de que le haga daño a alguien, pero ninguno de los dos sabemos cómo. La magia oscura es diferente a la nuestra y no sabemos nada sobre ella, además de que a Shunaxx le da cierto temor.
Su humor tampoco ha ido mejorando, se la ve más seria que de costumbre y responde de manera cortante. Parece una persona totalmente diferente a la chica alegre y entusiasta que conocí. Estoy seguro de que esa magia maligna que ahora forma parte de ella tiene algo que ver con su cambio de personalidad.
Mientras, nos dirigimos hacia Sikar. Aunque aún nos falta bastante para llegar hasta el reino helado, siento que la temperatura ya empieza a bajar. Me cubro más con mi capa negra. Por suerte estamos preparados para no congelarnos de frío cuando lleguemos a la nieve.
Paramos en un claro que hay junto al camino en cuanto el sol empieza a esconderse tras unas montañas que se ven en el horizonte. Están cubiertas de nieve por la cima. Me pregunto si en una de esas montañas se encontrará la Torre Oscura. Me siento un poco inquieto al pensar que dentro de poco tendremos que enfrentarnos a ella y a sus hechiceros. ¿Y si no somos capaces de vencerlos? Estamos en una clara desventaja.
Un fuerte crujido me saca de mis pensamientos y veo como una rama cae estrepitosamente contra el suelo, chamuscada. Me giro hacia Naja, que se mira las manos con una mueca de terror.
Shunaxx y yo nos miramos, preocupados y vamos junto a nuestra amiga. Él es el primero en hablar.
—¿Estás bien, Naja?
Ella se aleja un paso de nosotros, como asustada por algo.
—¡No os acerquéis a mí! No quiero haceros daño…
—Naja...—digo, preocupado.
—No vas a hacernos daño, sé que no serías capaz de eso —la tranquiliza Shunaxx cogiéndole las manos—. ¿Lo ves?
Naja parece tranquilizarse y sonríe levemente.
—Ahora, ¿qué te parece si intentamos ayudarte a controlarlo? —le dice Shunaxx alegremente—. Estoy seguro de que Oshan puede llegar a ser un buen maestro.
Enrojezco levemente, algo incómodo por su comentario y él me mira con diversión. Me aclaro la garganta.
—Vamos a alejarnos un poco de aquí por si hay accidentes —les digo.
Caminamos hasta estar lo suficientemente lejos como para saber volver luego. Aunque si nos llegamos a perder tenemos a nuestros compañeros para guiarnos hasta los demás. Acaricio la cabeza de Shadow y me giro hacia Naja.
—¿Qué te parece si empiezas reteniendo esos rayos en tus brazos?
Ella me mira con una mueca de preocupación y se mira las manos.
—No sé si quiero hacer eso y tampoco sé como.
—Tendrás que hacerlo si quieres controlarlos.
Parece que mis palabras no le ayudan ya que da un fuerte resoplido y deja caer los brazos con pesadez. Shunaxx me lanza una mirada alterada y va junto a Naja.
—No te preocupes, Naja. Estoy seguro de que podrás hacerlo —le asegura—. Es una de las primeras cosas que nos enseñan en nuestra Torre. No es muy difícil, observa.
Entonces cierra los ojos y se concentra. Unos pequeños hilos de fuego le empiezan a recorrer todo el brazo derecho hasta parar en la palma de su mano, formando una pequeña llama anaranjada que me hace recordar a su cabello pelirrojo. Siempre ,e ha sorprendido la facilidad con la que usa su magia, no entiendo por qué siempre parece ir más atrasado que sus compañeros en la Torre del Sol.
Naja la observa, sorprendida y acto seguido intenta hacer lo mismo. Unos pequeños rayos violetas aparecen en su brazo, iluminándole el rostro. Éstos se van acercando rápidamente hacia su mano y entonces…
Un rayo sale disparado hacia algún punto lejano del bosque. Los tres nos quedamos petrificados por el susto y a nuestros compañeros se les eriza el pelaje. De uno de los arbusto sale corriendo un conejo, asustado por el estruendo.
Naja se lleva las manos al rostro y suspira pesadamente por la frustración.
—¡No puedo hacerlo! ¡Es imposible! ¡Esta magia del demonio no me obedece!
—No creo que a tu hermano le gustaría oírte decir hablar así —menciono.
Ella se da la vuelta, frustrada. Shunaxx le pone una mano sobre el hombro para tratar de tranquilizarla. Nunca la habíamos visto así.
—Tienes que ser paciente, a mí también me costó controlar el fuego. No te imaginas la de cosas que quemé cuando empecé a estudiar en la Torre del Sol. Casi quemo mi propia habitación...
—¡Pero yo no quiero aprender a controlarla! ¡Solo quiero librarme de ella!
—Sé que tiene que ser difícil para ti, pero tienes que aguantar. Al menos hasta que…
—¡No! —dice girándose violentamente al mismo tiempo que un rayo sale disparado hacia Shunaxx, acertándole en el brazo derecho.
Con el que suele crear sus hechizos.
Un grito de dolor sale de sus labios y cae al suelo de rodillas mientras se agarra su brazo herido.
—¡Shunaxx! —grito.
Voy rápidamente hacia él y subo la manga de su túnica. Su brazo está chamuscado y sangrando. Noto como mis ojos se llenan de lágrimas debido al horror. Shera, la compañera de Shunaxx se acerca corriendo y chillando, colocándose entre sus brazos para intentar reconfortarle. Escucho la voz de Naja que nos observa unos pasos más allá.
—Y-yo… No quería…—empieza a decir.
Le lanzo una mirada furiosa mientras trato de calmar a Shunaxx. Formo una bola de agua en la palma de mi mano y la coloco alrededor de su brazo para aliviarle el dolor. Naja se arrodilla frente a nosotros y acerca su mano para coger la de Shunaxx. Pero la detengo.
—¡No, ya has hecho suficiente! ¡No te acerques más a él!
La loba de Naja empieza a gruñir, pero entonces Naja tras observarme con una mirada culpable se levanta y se aleja de allí rápidamente y Aliska va detrás de ella.