Después de lo que pasó el otro día hubo dos terremotos más que pude mantener a raya con algo de esfuerzo. Cada vez son más largos y más fuertes, no sé cuanto tiempo más podré seguir parándolos. Si esto no acaba pronto derrumbará la Torre Oscura. Si esto sigue tengo que sacar a mis alumnos de aquí.
La noche cae y me obligo a dejar de pensar e irme a dormir no sin antes asegurarme de que todo está bien. Si pasa algo he a los animales, sobre todo a los que vuelan, que me avisen cuanto antes.
Cuando por fin puedo volver a mi habitación a descansar, empiezo a sentir esa tristeza que siento todas las noches y que me resulta más dolorosa cada día que pasa.
En cuanto me acuesto sobre mi cama mis pensamientos vuelven a ella, a la mirada azul que siempre lograba hacerme feliz y me animaba siempre que estaba triste, cuando nadie más lo hacía. La compañera que hacía que me olvidase de los problemas. Noto como mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo, como todas las noches. No sé cuánto tiempo más aguantaré sin estar a su lado, cada día se me hace más difícil seguir levantándome.
Si no fuera gracias a alumnos seguramente ya me habría rendido mucho tiempo atrás y habría terminado acabando con mi propia vida. Si no lo he hecho todavía es por ellos, pero sobre todo por ellos tres, Hedeom, Kala y Akuro. Ellos me han hecho sentir como un padre. Intento pensar en ellos para olvidarme de esta tristeza que me va rompiendo por dentro cada día.
Ahora el Rey Maagilyn viene hacia aquí. Pronto acabará todo esto.
Sé que pronto estarás aquí conmigo de nuevo, Haze.
Finalmente acabo cayendo dormido sin darme cuenta.
***
Me despierto de golpe al escuchar un estruendo que parece venir del piso de abajo. Me visto lo más rápido que puedo y salgo rápidamente de la habitación. ¿Qué es lo que está pasando ahí abajo? ¿Otro terremoto? Les dije a los animales que me avisaran, ¿Por qué no lo han hecho? Aunque no parece que sea un terremoto.
Bajo las escaleras que llevan a la planta inferior y me quedo petrificado al verlo. En la pared de la Torre Oscura hay un gran agujero provocado por tres maagilyns que se han colado en ella a la fuerza en su forma de dragón. Los tres están teniendo una lucha de magia y garras contra mis alumnos.
Kala consigue escapar de los ataques de uno de ellos y viene corriendo hacia a mí seguida de Hedeom. Ambos han sido heridos levemente.
—¡Maestro Eraxium! ¡¿Qué hacemos?! —me dice Kala, desesperada.
Observo la lucha que se está llevando a cabo en mi Torre. Mis alumnos atacan a los dragones con todo tipo de hechizos pero solo consiguen hacerles pequeñas heridas. Recuerdo lo que me dijo Launeex hace unos días: “Nosotros tenemos la magia de miles y miles de gemas. Os derrotaríamos antes incluso de que lo intentaseis”
Mi mirada repara en alguien que cae al suelo más allá, agotado y herido. Se trata de Akuro.
Corro rápidamente hacia allí y me coloco entre el dragón y él. Mi alumno se va rápidamente de allí
—¡Basta! —le digo al maagilyn.
El maagilyn me observa con esa mirada inexpresiva que los caracteriza. En su hocico se dibuja una especie de sonrisa.
<<Aquí está él, majestad>>.
Entonces otro maagilyn, del cual no me había fijado hasta ahora, sale de entre las sombras y se acerca hasta a mí lentamente.
Éste no está transformado en dragón y empiezo a darme cuenta del por qué en cuanto se va acercando más a mí. Sus ojos sin brillo son de un negro tan profundo que parecen dos profundos agujeros sin fin. En su frente tiene un agujero tan oscuro como sus ojos y de él salen unas líneas negras que zigzaguean por todo su cuerpo. Puedo sentir como le quitan la vida poco a poco.
Me quedo sin aire y el mundo se vuelve aún más oscuro de lo que ya era para mí. El volverlo a ver después de tanto tiempo remueve sentimientos que creí extintos. Una parte de mí, la que siempre he intentado ignorar todos estos años vuelve en sí con un sentimiento que he estado intentando borrar: culpabilidad. Una honda y angustiosa culpabilidad.
Puedo sentir el dolor que lo está consumiendo poco a poco, como una pequeña llama de fuego bajo la lluvia. Se está muriendo. Y todo por mi culpa. Estoy matando a una de las criaturas a las que tanto me gustaba observar y admirar. Y de las que Haze me contó tantas cosas mientras charlábamos junto a ellas.
Recuerdo el día en el que enloquecí por su perdida y lo ataqué con mi magia, arrancándole la gema a la fuerza. Recuerdo su mirada aterrorizada y sus gritos pidiéndole ayuda al antiguo rey. Le provoqué mucho daño a una criatura tan pequeña e indefensa.
Y todo por mi locura y egoísmo.
Y ahora está aquí. Ha crecido tanto...Sin poder usar su magia. Sin poder enseñar a su hija a usarla. Y ahora se está muriendo. Por mi culpa.
Soy un monstruo.
Lo soy desde aquel día.
Caigo de rodillas al suelo y observo al rey maagilyn, que ahora se encuentra frente a mí con una mirada seria. Percibo sus sentimientos de furia.
<<¿Dónde está mi hija?>>.