Llegará el día en que salgas de mis sueños
Y me veas cara a cara, como siempre imaginé
Cariño, ¿cómo estaré seguro
De que eres quien he estado esperando?
¿Serás inconfundible?

Esa mañana, por primera vez, Daphne ingresó al edificio de Chavanier con alegría genuina reflejada en su semblante. Aún no sabía cómo haría para sacar el tema de su nueva relación amorosa con Eric a su amiga Dánae, pero confiaba en que decir la verdad siempre era la mejor elección. Conocía muy bien a su amiga y sospechaba que lo de Eric había sido un capricho para ella. De seguro solo se enojaría con ella unos días y luego se le pasaría. Eso era al menos lo que esperaba...
El camino a su oficina fue rápido y pronto la vicepresidenta de Chavanier Cosmetics estuvo frente a su amiga y secretaria sin poder disimular su felicidad.
Las observaciones de Dánae no se hicieron esperar.
- Buenos días, Daph. Estás radiante esta mañana. ¿Nos reunimos en el almuerzo para conversar? Tengo mucho para contarte...
- Claro, Dánae. Yo también tengo algo para contarte ¿Tienes los primeros números de la campaña?
- Sí, aquí están. También están los números de publicidad y cinco nuevos clientes que quieren unirse a nuestra marca.
La joven le entregó al menos seis carpetas con documentación para revisar y Daphne tuvo la certeza de que en la mañana y tarde de aquel día se mantendría ocupadísima. Cuando entró en su oficina, sonó el tono de mensaje de su iPhone:
8.25 am
De: Eric
Ya te extraño, linda. Al atardecer me desocupo y paso por tu casa ¿sí? TE AMO
En su vida había contestado tan rápido un mensaje de texto, mientras su corazón vibraba de la emoción:
8.27 am
Para: Eric
Yo también te extraño. Por favor, pasa. Te estaré esperando. TAMBIÉN TE AMO.
No supo de qué manera pasó tan rápido la mañana, cuando Dánae golpeó a su puerta y la invitó a ir a Darcy, un patio de comidas muy cercano a su lugar de trabajo. Tenían comedor propio, pero Dánae estaba muy misteriosa y no quería comentar nada dentro del edificio.
- Cuéntame todo lo que sepas de David Guerrin.
El pedido de su amiga la sorprendió poco y nada. Lo lanzó de repente, mientras pedían un delicioso almuerzo: ensalada, sándwich vegetariano y licuado de naranja.
Daphne la miró con una ceja levantada y pronto se decidió a contarle todo lo que sabía de ese joven hombre de negocios a quien había visto varias veces en cenas y reuniones de negocios:
- Es hijo de Pierre Guerrin, viejo amigo de la familia Chavanier, y quien posee el 25 por ciento de las acciones de nuestra empresa. Sigue los pasos de su padre frente a su imperio empresarial y, ah, es un afamado mujeriego.
- ¡Lo sabía! - exclamó Dánae, chasqueando los dedos - ¡Ay, amiga, salí de Guatemala y me metí a Guatepeor! Con Eric las cosas no progresaron, luego conozco a David, y es tan guapo que me tiene fascinada, pero, claro, tiene que ser un conquistador empedernido. Pasamos la noche juntos el otro día y ni noticias de él desde entonces...
Daphne tomó sus manos para darle ánimos. Tenía muy en clara la personalidad de su amiga, y si bien Dánae era algo alocada, en igual medida era enamoradiza. Demasiado, para su propio bien.
- No sé qué decirte, Dan. Si quieres yo puedo mover algunos hilos. Tengo una buena relación con David. Al menos a mí no ha intentado conquistarme...
- No, de ninguna manera, Daph - negó con énfasis, moviendo las manos -. Si quiere llamarme, que lo haga por propia voluntad. No quiero que nadie se vea obligado a salir conmigo por lástima.
- Entonces...
Daphne comenzó a hablar con lentitud, mientras fingía mirar sus uñas con interés. Era la mejor oportunidad que podía presentársele para hablar acerca de su romance y su felicidad reciente.
- ¿Ya no te interesa Eric?
- ¡Ufff! - exclamó Dánae con fastidio - Es muy complicado. Hace casi dos semanas que no lo veo y no se ha dignado en llamarme. Creo que tiene otro interés amoroso. Con David, en cambio, tuvimos mucha química. ¡Es muy ardiente!
Se sonrojó bastante, en parte por lo que su amiga quería implicar con su última declaración y en parte por lo que debía confesar. Pero no deseaba ocultarle nada.
- Dánae, yo...
- Sí, dime. ¿Qué querías contarme?
Inspiró profundamente para darse coraje y habló lo más rápido posible:
- Eric y yo estamos comenzando algo.
- ¡¿Queeé?! - gritó su amiga, y todo el lugar se dio vuelta para observarla con severidad. Daph le indicó que bajara la voz con un gesto y repitió: - Que Eric y...
- ¡Sí, Daph, te entendí perfecto! Ahora, ¿cuándo me ibas a confesar que a ti también te gustaba Carson? No, ¡si tendría que habérmelo imaginado! Amiguitos de aquí, amiguitos de allá... ¿Por qué me mentiste todo este tiempo? Yo no fui desleal, yo te conté lo que me pasaba con él...
- Dánae, por favor, ¡para!
La interrumpió tomándole sus manos, con las que gesticulaba en forma nerviosa y agregó: - Te relataré todo desde el principio y luego tú sacarás tus propias conclusiones. Pero recuerda que me prometiste que Eric no iba a arruinar nuestra amistad... Además, lo amo demasiado, y bien sabes lo difícil que era para mí volver a amar.

Habían pasado tres semanas desde aquella mañana en la cual Eric la había declarado su novia. Esa denominación sonaba muy dulce a oídos de Daphne y se sentía una quinceañera con su primer amor. Si lo pensaba bien, lo era.
De ninguna manera aquella relación tan destructiva, por la cual se habían anulado sus defensas, su personalidad y su libertad fue una relación de amor, ni siquiera al principio, ahora se daba cuenta...