Seguimos charlando por varios minutos hasta que decido levantarme de la mesa y lo invito a subir a una de las habitaciones. Al principio parece querer negarse a mi petición, pero no le queda de otra que aceptar.
Luego de haberle dicho descaradamente que quiero tenerlo, creo que ha captado muy bien cuáles son mis intenciones, sin necesidad de haberle dicho directamente. Luego de eso, nos trajeron nuestra orden y nos pusimos a cenar. Para cuando terminamos la cena y nuestra conversación seguía siendo nula, no me quedó de otra que idear un plan rápido, y aunque no me gusta hacer las cosas a la ligera (menos cuando había dicho que esta noche no saldríamos para nada más que cenar), en momentos así mientras más rápido actúe, mejor.
Le pido a la recepcionista que me dé la llave de una habitación vacía, y cuando me la da, voy directamente hacia el ascensor. Joel no dice ni una sola palabra en todo el trayecto al cuarto, parece estar acongojado o algo parecido, no logro descifrar con exactitud su expresión, solo puedo decir que se ve un tanto afligido.
Abro la puerta de la habitación y le invito a pasar. Una vez adentro, cierro la puerta y me acerco a él para apoyar mis manos por su espalda.
—Te veo afligido—susurro en su hombro.
—No, para nada—musita.
Sonrío antes de rodearlo y ponerme frente a él. Dejo un casto beso en su barbilla y desprendo lentamente su camisa sin dejar de mirarlo. Evita mantener contacto visual conmigo y yo disfruto a lo máximo verlo tan vulnerable, aparentemente. Cuando termino de quitarle la camisa, le doy a vuelta y lo tiro a la cama, para quedarme parada al borde y disfrutar verlo tan sumiso para mí. Mira al techo y cierra los ojos un momento cuando subo sobre sus piernas y acaricio su abdomen con mis manos. Tiene un cuerpo muy atlético y atractivo. Aunque la madurez aun no le llega en el físico, me atrae mucho.
Comienzo a quitarme el vestido y lo obligo a abrir los ojos, para observarme. Debe darse cuenta de que soy una verdadera mujer, que como yo no encontrara en ninguna otra parte, y que estar conmigo esta noche debería hacerlo sentir afortunado.
Sus ojos brillan cuando observan mi cuerpo y yo sonrío con satisfacción. Desciendo lentamente hacia su cuello mientras acomodo mi cabello a un lado, y cuando llego a mi objetivo, paso mis labios por su piel, dejando pequeños chupetones a mi paso. Se estremece cuando lo muerdo un poco, pero sé que no es dolor, es producto de su agitación. Ello me alienta a continuar con mi recorrido y esta vez bajo a sus pectorales, luego a su abdomen, pero cuando estoy por llegar más debajo de su cadera, me detiene.
—Es mi momento de dar caricias—dice, antes de levantarse y colocarse encima de mí.
(…)
—¿Te sientes bien?—pregunto, mientras me abrocho el sostén.
—Uhum—murmura desde la cama.
Volteo a verlo y lo noto afligido, tal y como había estado desde el momento que subimos a la habitación. En un momento de la noche empezó a cambiar de actitud y comenzó a comportarse como un hombre de verdad, un hombre que supo llenarme como mujer, pero eso no duró mucho. Aun no se ha puesto la camisa, solo el pantalón. Se mantiene sentado al borde de la cama, mirando a un punto cualquiera del piso, perdido en sus pensamientos. Hago un gesto despreocupado y continúo vistiéndome hasta que habla.
—Tengo novia—dice de pronto, sin dejar de observar el piso—y acabo de acostarme con usted.
Me quedo quieta un momento, tratando de procesar sus palabras. No me sorprende que tenga novia, se supone que es algo normal teniendo en cuenta su edad, y claro, ¿por qué no tendría novia?. Pero lo que si me sorprende es que me haya dicho eso recién.
—¿Y que hay con eso?
—Que no puedo seguir engañando a mi novia—me observa.
Ignoro su comentario y termino de vestirme para luego acercarme y quedarme parada frente a él.
—No quiero sonar muy dura, pero—hago un chasquido con los labios y los frunzo—me importa poco o nada la relación que tengas. Solo quiero que sepas, que si tú te atreves a rechazarme, tu puesto en la empresa estará en juego—sonrío.
—Pero…—intenta decir algo pero lo interrumpo.
—Y me encargaré personalmente de que tú no puedas conseguir trabajo en otra parte. Te prometo que me valdré de lo que sea, pero de mi parte tendrás muy mala referencia.
—No puede hacer eso solo porque no quiero acostarme con usted—se queja.
—¿De verdad cree que no puedo hacerlo?—lo desafío, colocandome en una postura dominante, con mis manos en mi cadera.—Soy capaz de eso y mucho más por obtener lo que quiero.
—¿Entonces qué debo hacer?
—Acatar mis órdenes y peticiones.
Se queda pensativo y suspira.
—Está bien.
—No pongas esa cara—me agacho hacia él y acaricio su cabello—. Te recompensaré. Además, ¿acaso no te gustó estar conmigo?
—Si—se frota la nuca—, es solo que no me gusta ser sumiso.
—Desde ahora, serás mi sumiso cada vez que yo lo desee—le doy un beso en la mejilla.
Me enderezo y acomodo mi vestido. Le digo que se apresure en vestirse para irnos de una vez. Ya es madrugada y debo dormir al menos una hora antes de ir a la empresa nuevamente.