Me llamo Laura. Tengo 16 años y... voy a ser directa, trabajo con la mafia. No es por que yo me metiera en ella, es solo que mi padre es el jefe del grupo Seth, el grupo mas podereroso de nuetra ciudad; Enyc. Y, en fin, yo trabajo con y para él.
- ¡Laura! ¡Ven de una vez! -dice mi padre bruscamente. A regañadientes bajo al salón, hace calor, pies estamos a pleno mes de julio, así que me pongo mis chanclas y bajo. Al llegar al salón, me encuentro con unos señores con una edad bastante avanzada. Miro a mi padre confusa.
- Estos son los dueños de una pequeña parte de nuestro clan. Vienen en son de paz a hacerte una oferta. -y acercándose a mi, me dice al oído: -Y tú la aceptarás.
- Señorita, venimos a pedirle que trabaje con nosotros en un caso.
- ¿En qué consiste? -pregunto con cierta curiosidad.
- Queremos cojer algo que no es nuestro sin preguntar y sin querer devolverlo. -dice un calvo con barba blanca grisácea.
- O sea, queréis robar a un millonario o algo por estilo, ¿no? -digo con un deje de groseridad.
- Mmm... -el señor mira mi padre con una sonrisita nerviosa - Sí. Podríamos decir que si.
- ¿Qué ganaré a cambio? -pregunto. Se miraron unos a otros.
- Ganarás... ganarás dinero, muchísimo dinero. -dicen.
- No me interesa el dinero. Quiero algo... algo más. Algo más digno de la heredera del clan Seth.
- ¡Ja! Me gusta esta chica. Bien, te daremos lo que sea, pero necesitamos tus servicios a cambio. ¿Aceptas? -mira a mi padre esperanzado.
- Si. Acepto. ¿Que hay que robar?- estamos hablando un rato de estrategias para robar a personas que se daban cuenta de todo. Al parecer yo solo tengo que distraerlo y hacer que confíe en mi (un poco), para después, ellos entrar en acción.
Estamos planeando este asalto día y noche hasta que decidieron que yo estaba preparada.
Me ponen a trabajar en una tienda de marca, a la que ese tipo siempre va. Me dedicp a estar detrás del la sección de pantalones y observar que, a medida que avanzava la mañana, las señoras y señores mas mayores empezan a entrar. Sobre las doce y media, estoy a punto de tirarme de los pelos. No hay rastro del hombre al que debía seducir.
¡TILIN! ¡TILIN!
- Buenos dias. -dice una voz suave y melodiosa.- ¿Los pantalones gucci?
- Esa señorita le atenderá señor McDofnall. -al escucar el nombre, se me pone el corazón a mil por hora. ¡Ese és el señor al que tengo que estafar!
Hay algo que no está bien. En el momento que el señor McDofnall se me acerca, y se me queda mirando.
Pero entonces, sin explicación alguna, un hacha cae del techo y corta la cabeza del señor McDofnall, que rueda por el suelo empapando las alfombras de marca, con sangre. Me entran náuseas y noto que me mareo.
- ¡Policia! ¡Llamad a la policia! -grita el dueño de la tienda mientras los clientes corren hacia la puerta. Una señora se desmaya y otra empieza a gritar.
Yo me quedo donde estaba, sin saber qué hacer o que decir. Mi cabeza está llena de preguntas y de dudas. ¿Qué acaba de pasar? ¿Eso era parte del plan? Pensaba que el plan era sencillo, atraerlo hacia la sección de pantalones y que los demás le robaran la billetera y lo que querían. Pero no había pasado eso.
Unos minutos después un coche de policia para delante de la puerta y unos 5 chicos (jóvenes de no más de 18 años y bastante guapos) salen de el.
-Que nadie se vaya de aquí. -dice un chico joven, y luego, dirijiéndose al dueño de la tienda, dice-. Necesitamos que los clientes estén tranquilos. Déeles un café o algo así.
- Por supuesto, ¿pudo hacer algo más por ustedes?
- Si. Que todos, tanto clientes como trabajadores, hagan una fila en la pared.- después, él y dos de sus compañeros se encierran en el despacho, y pasados unos 10 minutos, salen con pruebas, en bolsas de plástico.
No se que hacer. No me dajan salir y mi padre y el resto del clan deben estar preocupándose, quizá piensan que soy demasiado blanda, y no he querido robarle nada al señor McDofnall, no, ¡claro que no! Ellos no tienen nada que ver, y yo no soy una blanda.
- Perdone señorita, si no le importa, deje esa bufanda donde estaba. La está arrugando. - miro confusa al señor que tengo delante. Ah, claro, es el jefe de la tienda, y luego miro mis manos.
Sin darme cuenta, he cojido una bufanda azul y rosa chillón, y la estoy apretando. Mis nudillos ya están blancos como la cal. Dejo la bufanda donde estaba y doy media vuelta dispuesta a marcharme. Me dirijo a la puerta y la abro.
Justo en ese instante, un policia me coje del brazo obligándome a girarme y quedarme frente a él. És joven, de no mas de 1,78 cm. Tiene el pelo marrón oscuro y la piel paliducha. Para mi, és bastante feo, pero él va vestido como si fuera the new boy aesthetic. Intento zafarme de un tirón pero él me tiene bien agarrada.
- Perdone... -dife con voz grabe.
- Disculpas aceptadas.- digo cortante sin dejarle acabar la frase.
- Tiene que volver adentro, ya sabe para el interrogatorio, mas vale que lo haga usted misma, no me gusta cargar con mujeres. -dice con el ceño fruncido y una sonrisa falsa. Eso me harta.
Le pego una patada en la entrepierna y otra en el costado, luego, salgo corriendo de la tienda para llegar al punto de encuentro. Mientras corro, escucho las balas silvar junto a mi. Pero ninguna me da, o eso creo. Corro hasta el callejón de la calle Mynie, y veo el coche de mi padre esperando.
- ¿Qué ha pasado niña? -dice mi padre saliendo del coche y acercándose a mi preocupado. Un dolor empieza a recorrer mi hombro, al parecer, sí me han dado.
- Alguien llegó antes que nosotros- digo y hago una muca de dolor- McDofnall cayó cuando pisó la cuerda y la cabeza... cayó un hacha del techo e hizo un corte limpio rebanándole la cabeza.- me estremezco al reordarlo.
- Vale. Teanquila. ¿Han llamado a la...? -se calló de golpe mirando fijamente a un punto detrás de mi.- ¿Alguien te ha seguido?