Una lágrima por cada sonrisa

Una lágrima por cada sonrisa

El flash de una cámara fotográfica le regresó la mente a la realidad. Emi estaba saliendo del juzgado, y nunca se imaginó que la prensa estuviera esperándola ansiosamente tras revelarse que estaba bajo sospecha de ser una cómplice criminal.

Los flashes saltaban ferozmente a cada disparo fotográfico, le aturdieron un poco. Los entrevistadores hacían preguntas a diestra y siniestra, esperando sacar algo de información del caso que posiblemente iría a juicio en los próximos siete días.

—Nada de preguntas —escuchó detrás de ella la ronca voz de Eraser Head, su antiguo amor, mientras pasaba su brazo por sus hombros como si quisiera protegerla de los insistentes entrevistadores.

La mano del varón la hizo bajar la cabeza, para que no captaran su rostro, y alcanzó a mirar cómo Present Mic, su mejor amigo, trataba de abrirles paso junto a los policías entre el atestado camino de personas. Ambos la escoltaron hasta el auto del rubio, donde conservaron los vidrios polarizados alzados y trataban de salir. Emi nunca había visto que Hizashi golpeara el claxon de esa forma, ni tampoco lo había visto tan cabreado como en ese momento, murmurando obsenidades en inglés sin molestarse en usar sus gafas de sol.

—Tranquilízate, Mic, o jamás saldremos de aquí —le dijo Aizawa al rubio, quién no se molestó en responder y continuó manejando de ese modo.

El azabache soltó un suspiro, y miró por el retrovisor a Emi, que sentada en la parte trasera, miraba perdidamente a la ventana. Aizawa tuvo una indescriptible sensación que le hizo mal, al ver cómo sus ojos, que siempre habían sido brillantes, reflejaban la luz del exterior por las lágrimas que se habían asomado. Sus manos estaban posadas en sus rodillas, empuñadas fuertemente. Podía percibir que contenía la respiración, como si así evitará derrumbarse en ese momento. Pero por sobre todas las cosas, Aizawa se sintió incluso triste de ver que a pesar de todo eso, sus labios temblorosos seguían curvados en una sonrisa de lo más falsa.

¿Qué se suponía que debía hacer? Pensó en que no sería justo de su parte dedicarle algún tipo de aliento, que pese a que fuera realmente malo en subir ánimos, podría arriesgarse a hacerla llorar finalmente, y no quería provocar eso que ella con tanta fuerza de voluntad se esforzaba en evitar. Sólo devolvió la vista al frente, y se dedicó a guardar silencio el resto del camino hasta que llegaron a la gran casa donde vivía la heroína.

En la entrada, ya les estaban esperando Midnight, Rei, Hawks, Mirko y Toshinori, el antiguo símbolo de la paz. En ese momento, Emi se sintió tan afortunada de tener tantos amigos en los que contar. Entonces se percató de que Aizawa estaba hablando por teléfono, y en ese instante colgó cuando Hizashi estacionó el auto.

—¿Quién es? —le preguntó en voz baja.

—Mandalay —respondió—. Estaba preocupada por saber cómo estás.

—Me hubieras dejado hablar con tu novia. —Aizawa simplemente se encogió de hombros y bajó del auto.

Apenas salió, Nemuri se acercó para abrazarla. Después fue Rei, la novia de Hizashi. Los varones le besaron la mejilla y todos entraron en la casa.

—No puedo creer que esos canallas puedan llegar a ser tan inoportunos —se quejaba Midnight mientras entreabría las cortinas para, disimuladamente, verificar que ningún paparazzi estuviera fisgoneando.

—Si no te alejas de la ventana, te aseguro que te demostrarán que tan inoportunos pueden ser —regañó Aizawa cerrando de golpe la cortina, en un gesto un poco grosero que insultó a la azabache.

—¿Cuál es tu problema, Eraser? —cuestionó ofendida—. Podrías tener un poco más de tacto.

—Podrías tener más raciocinio en tus acciones.

—¿Disculpa?

—Chicos, escuchen —interrumpió entonces en héroe alado aquella pequeña discusión—. Sé que todos estamos un poco inestables por todo lo que le está pasando a Emi, pero debemos tranquilizarnos. No queremos que la prensa se haga ideas erróneas. —Hizo una pausa e intercambió miradas con ambos. Después, inhaló profundo para hablar con un tono suave y gentil y dirigirse a la mujer—. Nem, creo que sería buena idea que imitemos a Eraser y nos mantengamos alejados de las ventanas. Los camarógrafos podrían sacar fotos fáciles de manipular.

—Aquí tienes. —La dulce y suave voz se Rei se hizo presente. Salió de la cocina con una charolilla con una jarra de té verde, y le entregó una taza a Emi. Después le besó gentilmente la frente, encima de su flequillo, y la abrazó como cuando consolaba a su hijo después de los abusos de su ex marido—. Todo saldrá bien, ya verás —le dijo en tono suave y meloso, tratando de apaciguar su tormento interno.

—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó Toshinori tomando un poco de té—. La prensa está sobre Emi, pero tal vez podríamos hacer algo para comprobar su inocencia.

—¿Y qué más podemos hacer? —intercedió Mirko, la heroína coneja—. Vamos a rastrear a ese bastardo que engañó a nuestra amiga, lo patearemos tan fuerte que no lo podrá creer, y después haremos que confiese que la engañó.

—Ni siquiera la policía ha podido dar con él, ¿esperas que lo hagamos nosotros de la noche a la mañana? —ironizó Aizawa algo irritado por, lo que él consideró, una idea ilógica.

—Como si la policía cumpliera realmente con su trabajo —se quejó cruzando sus brazos despectiva—. Sabemos que la aparición de los héroes sólo ha servido para hacer más olgazanes a los oficiales.

—Aún así, no podemos simplemente hacer en dos días el trabajo que ellos no han hecho en meses, es absurdo.

—Bueno, yo tengo algunos contactos con la policía ministerial —comentó Hawks de manera un poco descuidada a simple imagen—, estoy seguro de que si yo les pido que me dejen un grupo de detectives, lo harán.

—Yo también conozco a alguien —añadió Toshinori ya un poco cohibido por toda la situación—. Tal vez esté dispuesto a colaborar con el joven Hawks si le explicamos todo.




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