Una loca sorpresa

Capítulo 8: Viper

Me desplomo en mi amado sofá de terciopelo verde agua, ese que parece abrazarme con sus cojines cada vez que mi vida decide golpearme con un drama.

El día fue un caos absoluto y yo detesto sentirme estresada. Antes de todo esto, mi vida era casi perfecta, con un trabajo que me encantaba, una carrera en ascenso, amigas increíbles y relaciones casuales que podía cortar sin dramas. Nada complicado, nada fuera de control. Y, en cuestión de días, todo se fue al traste.

Primero apareció Thiago en el bufete. No lo vi como una amenaza al inicio, aunque todavía creo que sus mentiras terminarán hundiéndolo solo. El verdadero problema es que ahora estoy casada con un hombre que no escogí, que no me quiere y que, para colmo, tiene novia. Una novia que no es cualquier novia, sino una mujer complicada que jura amarlo y que planea casarse con él de verdad.

—Me estás matando con la intriga. Dejé a Archer con Fox solo para enterarme de todo —dice Lexy, acomodándose como reina en el sillón frente a mí.

Ruedo los ojos y le lanzo una mirada.

—Igual te ibas a enterar cuando Dogan se lo contara a Fox y él a ti.

Lexy sonríe como si le hubiera dado un premio.

—Sí, pero soy buena amiga. Estoy en primera fila.

—El suspenso me gusta en novelas, no en la vida real. Anda, cuenta, Vi —interviene Sky, mientras se roba mi copa de vino sin el menor remordimiento.

Exhalo y dejo que el aroma del vino me acaricie la nariz. El sabor me recuerda a los viernes por la noche, cuando el mayor drama de mi vida era elegir si pedía sushi o pizza.

—Thiago, alias “el idiota”, me interceptó en el bar. Dogan saltó en mi defensa y todo fue un caos. Casi se pelean, aunque se detuvieron. El guardia sacó a Thiago y Dogan y yo terminamos yéndonos juntos. Según él, debíamos casarnos—me río, aunque en realidad me dan ganas de llorar—. Las cámaras no nos enfocaron, así que nadie vio nada. Estábamos tan desorientados que bien podríamos haber jurado amor eterno a un poste de luz.

Mis amigas asienten, como si este nivel de drama ya les pareciera normal.

—O sea, se fueron juntos y terminaron casándose. —resume Sky con una naturalidad que me mata, como si hablara de ir por pan.

Lanzo un alarido digno de perro atropellado.

—No sé como llegamos a eso. El rompecabezas está incompleto, las piezas desaparecieron y ya ni importa. Dogan y yo dejamos de intentar entender cómo pasó porque no cambia nada. Lo único claro es que queremos deshacer este matrimonio. Y no he conseguido un juez que quiera hacerlo sin tanta burocracia.

—Dogan no podrá seguir ocultando la verdad a su novia. Yo, en lugar de ella, lo dejaría sin pensarlo. —opina Sky.

—La familia de Dogan y Fox lo celebraría —aclara Lexy, encogiéndose de hombros—. Aunque si Portia tiene razón y ella lo quiere por interés, dudo que lo deje solo por esto.

Me acomodo en el sofá, como si el mueble entendiera mi miseria.

—No la conozco y no me interesa. Solo sé que es complicada y probablemente tenga más secretos que un museo. Si Dogan quiere casarse con ella, allá él. Yo quiero mi libertad. Este fin de semana veré a mi juguete Héctor en su hotel. Cena, noche juntos, y hasta dijo que sería mi acompañante en tu boda, Lex.

—¿Eso está bien? —pregunta Sky, arrugando la frente.

Lexy suelta una carcajada.

—¿Y cuál es el problema? Dogan tiene novia, ella puede tener a Héctor. Aquí nadie engaña a nadie.

—No me parece bien mentirle. —responde Sky con cara de madre regañona.

Alzo la cabeza y le clavo la mirada.

—¿Por qué no? Esto no es amor, solo un papel firmado por accidente. —comento.

Me encojo de hombros y dejo que el olor de comida frita del bar vecino entre por la ventana.

—Exacto —concuerda Lexy, feliz de encontrarme la razón.

—A Héctor le daría igual —añado—. Por eso lo mantengo como mi juguete cuando está en la ciudad. Incluso le parecería divertido. Y Dogan no puede opinar porque tiene novia y ningún derecho sobre mí.

—Todo esto es tan raro… —musita Sky, con su tono de narradora trágica—. Parece sacado de una novela de romance que leo antes de dormir, donde los protagonistas se odian, luego ya no tanto y al final terminan juntos.

Río y dejo que el sonido del cristal de mi copa golpeando suavemente la mesa rellene el silencio.

—Adelante, inspírate en mi tragedia para tu novela.

—No es mala idea —responde Sky, mirando de reojo su teléfono mientras se recuesta—. Podría escribir cómo la vida de alguien se complica en un segundo.

—Hazlo una comedia romántica —le digo, riendo—. El drama ya lo tengo yo.

—Aun así, creo que deberías esperar a divorciarte antes de estar con alguien más —insiste.

Lexy niega con la cabeza y yo arqueo una ceja.

—Nunca te había visto tan… necesitada.

Me paso una mano por el cabello.

—Necesito dejar de pensar en la noche que pasé con Dogan y no sentirme confundida por lo que pasó.




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