Una loca suelta en Navidad

Capítulo 4

Besos y calor

 

—¿A dónde estoy? Acaso estoy muerta —toque el rostro de Emiliano y me gustó, era hermoso despertar en el más allá con él al lado mío.

—Tranquila, no paso nada grave, solo te golpeaste la cabeza —en ese momento sentí la humedad de mi cuerpo y escuché el agua del río correr, entonces supe que había caído.

—Pero… ¿En dónde está Nicolás? —lo último que recordaba era que estaba con él, en cambio aquí estaba Emiliano ¿Cómo es eso posible? Hay no, seguro él lo mato, ¿Dónde habrá tirado el cuerpo? Me preocupé ante lo sucedido.

—Fue por ayuda.

—¡Es mentira! Tú lo mataste —dije con lágrimas en mis ojos.

—¿Qué? Creo que el golpe te hace decir estupideces, trata de calmarte, nadie murió, te caíste y estoy ayudándote.

—¿Y cómo? No soy tonta, yo estaba con mi amigo, no contigo.

—Pasaba por aquí, pero espera… ¿Tu amigo?

—No me cambies de tema ¿Qué hacías tu por aquí? Acaso me estás siguiendo —se me había escapado lo de mi amigo y traté de cambiar el rumbo de la conversación.

—Ya te dije que no, solo salí a caminar y tu amigo fue en busca de ayuda.

—¿Mi amigo? ¿De quién hablas? Hay no… creo que voy a desmayarme de nuevo.

—¿Qué sientes? —se preocupó por mí y le mentí.

—No sé, me voy… —cerré mis ojos y me hice la desmayada, luego escuché voces, me levantaron y llevaron a la casa.

—¿Qué le pasó? —escucho a mi madre hablar con preocupación.

—Cayó al agua, tranquila, solo se desmayó —respondió tranquilo Emiliano.

—Por suerte eres médico.

—Si no despierta la llevaré al hospital —dice y me preocupo, no podía ir, si no me había pasado nada, entonces abrí mis ojos lentamente.

—¡Despertó! —grito eufórica Jimena.

—¡Gracias a dios! Qué susto hija —se acercó mi abuela quien traía una bolsa de hielo en la mano.

—¿Qué pasó? —me hago la boba.

—Te caíste al agua y debido al golpe te desmayaste, pero tranquila ya estás en casa y el doctor te va a atender —me dice mi madre, la veía un poco más calmada y eso me alivio, no debí hacerme la desmayada, aunque si me desmaye, pero la primera vez.

—¿Por qué estoy mojada?

—Ya te dije, caíste al agua… —Emiliano me reviso y dio su visto bueno de que estaba bien, además no me había golpeado fuerte.

Mi madre me ayudó a subir a mi habitación, me di una ducha caliente y luego a la cama, ya que me había helado al estar mojada y afuera estaba fresco.

—¿Cómo estás? —ingresa en la habitación Nicolás, mi amigo.

—Mucho mejor, solo que el agua no me ayudó, estoy un poco congestionada —limpie mi nariz y mi amigo se rio de mí.

—Eso pasó por tantas mentiras y maldades que hiciste.

—¿Tú crees? Porque yo no, además no debiste dejarme con él.

—No podía dejarte sola, él es médico.

—Sabes que no creo eso que me dijo, que justo pasaba por allí.

—Tú supones que nos estaba siguiendo.

—Sí, o porque no se fue a dormir con Laura, es raro todo.

—¿Cómo lo nuestro? Crees que sea mentira.

—No, eso no, mejor olvídalo —no podía crear expectativas con respecto a él, su pareja es Laura, no seré una vez más su amante, merecía mucho más que eso.

—Bueno, para cambiar de tema quería que sepas que mañana debo regresar a casa.

—Pero es 24.

—Por eso, siempre la paso con mamá y mi abuela, lo pensé bien y ellas están solas.

—Tienes razón, puedes irte hoy si quieres, ya sabes la carretera se pone pesada ese día.

—¿Estarás bien si mi?

—Lo peor ya pasó, la verdad es está, él y Laura son pareja, no puedo hacer más nada.

—Lo lamento tanto, ojalá pudiera ayudarte más.

—Ya hiciste mucho y eso para mí es más que suficiente, antes de irte pasa por la cocina, te prepare una canasta con cosas dulces, te las iba a dar mañana, pero te adelantaste, ve con mi abuela Magda, ella te la va a entregar.

—Te quiero mucho Marilina, solo te pediré que no insistas en donde no es, porque solo te haces daño tú —me dijo y me dejó un beso en la frente, luego se fue y me quedé pensando lo que dijo, él tenía razón, donde no es, no es.

 

Al día siguiente

 

24 de diciembre

 

Me levanté pasada las diez de la mañana, el día afuera estaba gris, al parecer había nevado, por fortuna Nicolás me hizo caso y se fue antes.

—Buenos días, familia —los saludo a todos y me ubico al lado de Augusto para desayunar.

—¿Estás bien? —me consulta mamá, se acerca hasta mí y deja un beso en mi mejilla.

—Sí, lo de ayer no fue nada.

—Por suerte estaba Emiliano —aclara Laura y noté que él no estaba, lo cual me preocupé.

—Sí, le debo una disculpa.

—Se la puedes dar, ayudándole está tarde, quiere dar una vuelta en Trueno, y sabes que odio los caballos —me sorprende ella con su pedido.

—¿Cómo? Pero no puedo.

—Claro que puedes, de la cena se encarga Magda, papá y Sonia.

—Es cierto, además ¿Por qué tu novio se fue? —consulta Augusto, todos me miraban esperando una respuesta.

—Si y lo hizo justo después de que te accidentaste, para novio así, prefiero estar sola —se burla Jimena.

—Nicolás vino por complacer mi capricho, ayer entendí que su mamá y abuela solo lo tienen a él, entonces decidí que lo mejor es que ellos estén juntos, aquí los tengo a todos ustedes, no puedo ser egoísta.

—Fue muy lindo de tu parte cariño, ganaste el cielo con ese chico —me halaga mi abuela y sonreí feliz, sobre todo porque les tapé la boca a Augusto y Jimena, mis hermanos.

La tarde llegó y los nervios aumentaron, dentro de la casa se sentía los aromas de la exquisita comida que hoy comeríamos en la cena, mis hermanos y Laura se encontraban jugando cartas, mientras que yo no me despegaba de mi celular.

—Marilina —levanto mi vista y me encuentro con Emiliano delante de mí.

—Eh sí.

—Vamos, me dijo Laura que podré montar a Trueno contigo.

—Sí, ve adelantándote, yo voy por mi abrigo —Emiliano asintió y salió de la casa, rápido fui mir mi campera y salí, al llegar al establo él ya se encontraba esperando por mí.



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En el texto hay: navidad, amor, oportunidades

Editado: 30.12.2022

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