Una loca suelta en Navidad

Capítulo 5

Al despertar me encuentro entre los brazos de Emiliano, lo miro un largo rato y sonrió al recordar lo sucedido, lo único malo es que volví a ser la otra, él había engañado a Laura conmigo, cómo iba a hacer ahora para vivir con esto.

No quise pensar mucho en eso y me acurruque con él, aspire el aroma de su piel, el cual extrañaba, aún usaba la misma loción, esa que siempre me gustó.

Ambos nos encontramos recostados sobre el heno, estábamos sin ropa, tapados con una manta polar, la cual no cubría mucho el frío.

—¿Emiliano? —le hablo mientras acaricio su rostro con mi mano.

—¿Qué pasó? —dijo y me abrazo con más fuerza.

—Tenemos que irnos de aquí.

—¿Por qué? Si mañana nadie trabaja, no te preocupes, nadie vendrá.

—Eso lo sé, pero hace mucho frío —por fin abrió sus ojos y me miró, luego me beso.

—Podemos solucionarlo ahora —sus manos comenzaron a recorrer mi piel desnuda, pero lo detuve.

—Nos vamos a enfermar, es mejor volver a la casa.

—¡Está bien! Tienes razón, pero dormiré en tu cama, aprovechando que tu amigo se fue, nunca me creí que fue tu novio —me quedé muda, pero no iba a admitir nada.

—Emiliano, esto no pasará más, no sé ni porque lo hice, no está bien, Laura, ella es…

—Nada, nunca fue nada, solo somos amigos —me detuve al oír lo que dijo, me di la vuelta y lo mire, dejé de cambiarme y me acerque hasta él.

—¡Repite lo que dijiste!

—Fue todo mentira —en ese momento sentí un calor recorrer todo mi cuerpo, entonces le lancé con mi campera.

—Eres un… ¿Por qué? —estaba que echaba fuego por los ojos.

—No había otra manera de acercarme a ti, sabía que si aparecía no ibas a querer saber de mí, te amo Marilina —llego hasta mí y me acorraló entre sus brazos.

—Eso quiere decir que tu sabías que ella y Augusto estaban cogiendo en las pesebreras.

—No tenía ese dato, pero si sabía que ella quería algo con él, a ambos nos sirvió mentir, porque logré estar contigo y no quiero dejarte escapar nunca —sus palabras eran sinceras, en ese momento me di cuenta de que todo tenía sentido, nunca los vi besarse o hacer cosas juntos.

—¿Y ahora qué hacemos? Vamos a la casa y largamos la bomba ¡Feliz navidad familia!

—Va a ser difícil, pero podremos hacerlo, nunca estuve con Laura.

—¿Y cómo dormían? Eso no lo puedes negar.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—Con tu amiguito Nicolás —me hace reír ver su cara de celoso.

—¡Qué malo eres! —golpeo su pecho con mi mano— Tampoco hice nada, solo dormimos, nada más.

—Está bien, pero voy a perdonar tu mentira si me llevas a tu habitación y me dejas hacerte el amor una vez más.

—¿Mi mentira? La tuya fue peor, pero ya no hablemos de ello, vamos a mi habitación—nos terminamos de cambiar y salimos, para ir dentro de la casa, afuera había dejado de nevar, motivo por el que hacía mucho más frío que antes.

 

25 de diciembre

 

Al abrir mis ojos me encuentro en mi habitación, con Emiliano durmiendo al lado mío, pero está vez estábamos más cómodos y calentitos, así abrazados estuvimos casi toda la noche y lo que resta de la mañana.

—¿Marilina? —me asusto al oír a Jimena del otro lado de la puerta, la manija se movió, pero la puerta no se abrió, ya que le había puesto llave.

—¿Qué pasó? —le contesté y desperté a Emiliano, él quiso decir algo y tape su boca con mi mano.

—Augusto y Laura no están ¡Ábreme la puerta!

—¡Estoy sin ropa! —dije lo primero que pensé, aunque eso es cierto, solo que no estaba sola.

—Cámbiate y ábreme, es urgente —blanqueo mis ojos ante su insistencia.

—¿Qué? —susurra Emiliano y me encojo de brazos.

—Si no le abro no sé va a ir, vístete y métete en el clóset —le ordenó, pero no le gustó.

—Es pequeño.

—Pues lo siento, por caliente no quisiste ir a la habitación de Laura, si me hubieras hecho caso, esto no estaría sucediendo, ahora te callas y haces caso —Emiliano hizo caso y luego le abrí la puerta a Jimena quien entro rápido.

—Creo que esos dos están en problemas.

—¿De qué hablas?

—Esta mañana salí temprano a dar una vuelta, no me fui lejos, debido a que está muy frío, pasé por las pesebreras y encontré a Laura con Augusto, no solo eso, en la cabaña de heno había una manta, al parecer tuvieron sexo ahí también.

—Por eso vienes a despertarme, no sé, dime ¿Están vivos?

—¡Sí! ¿Por qué?

—No sé, hace frío, aunque ellos debieron sentir mucho calor —me reí al decirlo, ya que me estaba burlando.

—Están bien, ahí hay calefacción, por eso te dije que al parecer estuvieron primero en cabaña de heno.

—En serio Jimena, quería pasar toda la mañana en cama, además no seas envidiosa, ya quisieras que te regalen una noche de pasión en navidad.

—¿Y Emiliano? Ese hombre es un imbécil, pase por su habitación y al parecer aún duerme.

—Deja al imbécil descansar y a mí dormir —la corrí de mi habitación y se fue, cerré con llave y me apoyen contra la puerta, tape mi rostro y largué una carcajada, en ese momento Emiliano salió del clóset.

—¿Con qué imbécil? —me dice y me atrapa entre sus brazos.

—Sí, te lo dice una loca suelta en Navidad —se acercó a mí y me beso.

 

******************

 

Felices fiestas, gracias por acompañarme en esta loca aventura con Marilina y Emiliano, dos almas gemelas que se encontraron en el momento equivocado, no iniciaron bien, cometieron errores al engañar, pero al final tuvieron su felices para siempre.

Nadie tiene la fórmula perfecta para el amor, ni tampoco podemos asegurar que no nos pasará como a ellos porque no sabemos qué pasará en el futuro, a veces nos enamoramos de quien menos pensamos, aquella persona que nos fastidia, pero muy adentro sabemos que es la ideal, solo no dañemos a terceros, vayamos siempre con la verdad porque al final terminamos lastimando a los demás o a nosotros mismos.



#3119 en Novela romántica
#970 en Chick lit
#1236 en Otros
#270 en Relatos cortos

En el texto hay: navidad, amor, oportunidades

Editado: 30.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.