Una Luna para cada Lobo

Capítulo 4

  Pasaron los días y todos estaban listos para viajar. Cada uno salió de su casa con sus maletas preparadas para reunirse en el aeropuerto.
  Era 15 diciembre, varios días faltaban para navidad y la mayoría estaban de vacaciones, excepto Margret y Lion, pero ellos no se iban a perder un viaje con todo pago cortesía de Julián. Margret convenció a su jefe para que le diera ese tiempo libre con la condición que cuando regresara trabajará hasta en sus días libres y Lion simplemente renunció porque no le iban a dar vacaciones.
  Sandra dejó a su perrita Cristal en la casa de su madre. Carolina estaba feliz que su hija viajara y disfrutara la vida.
  Todos se encontraban en el aeropuerto listos para viajar, pero hubo un gran problema, Lion tenía miedo de volar en avión.
—Tienes que ser valiente Lion -le dice Magnu sacudiéndolo por los hombros.
—Pero y sí se cae el avión -responde él asustado.
  Lion se sentía aterrado. Nunca viajó antes en una avión. En algunas películas el avión fallaba y explotaba.
—No nos des mala suerte -comentó Margret.
—¡Vamos! ya estamos por subirnos en el avión. No armes un espectáculo aquí -lo regañó Magnu.
—¿Tú crees que yo haría algo así? -Lion se sentía ofendido.
—Sí -respondieron todos.
—¿Y dicen ser mis amigos?
—Porque somos tus amigos es que te conocemos -responde Johana.
—Sigue caminando y entra al avión -lo empuja Gus.
—Pero déjenme respirar primero -exige Lion.
—En el avión también hay oxígeno ¡entra!
—Quiero calmarme antes.
—Tuviste mucho tiempo para calmarte -dice Óscar también empujándolo.
 A Lion no le quedó otra opción que subir al avión. Todos se encontraban en puestos cercanos. Sandra, Johana y Margret estaban juntas. Gustavo, Lion y Enmanuel se encontraban atrás y Óscar en la fila de al lado.
—¡Genial! Nos tocó aguantarnos a Lion todo el viaje -se quejó Gus.
—Te estoy escuchando -responde éste molesto.
 El avión comenzaba a despegar.
—Se está moviendo -se asusta Lion agarrándose fuertemente del asiento.
—No me digas -contesta Óscar con sarcasmo.
—¿Y cómo quieres que vuele sin moverse? -pregunta Sandra desde el puesto de adelante.
—Ustedes me están poniendo como un idiota -reclama Lion bastante molesto por el trato de sus amigos.
—Pierdes la cordura cuando estás asustado -contesta Magnu.
—Yo no estoy asustado.
—Eres todo un actor, porque parece que realmente estas asustado -dice Gus con sarcasmo.
—Dejen de burlarse. Se va a caer el avión.
—¡Idiota! Está despegando -dice Johana.
—¡Cállate! Y quédate tranquilo -le ordena Margret.
 Las horas pasaron y Lion se pudo controlar porque se quedó dormido. Así las horas pasaron rápido.
  Óscar escuchaba música con los ojos cerrados. Magnu, Lion y Johana se durmieron. Sandra y Margret charlaban y Gus jugaba un videojuego en su celular.
  Al final todos se durmieron ya que era un vuelo largo.
—Lion despierta -le dice Óscar.
—¿Qué? -respondió con fastidio- Tengo sueño.
—Ya llegamos.
—¿Llegamos a dónde?
—¿Cómo que a dónde? A nuestro destino -responde Johana.
—¿Destino? ¿Estamos muertos? -Lion se termina de despertar y se da de cuenta que siguen en el avión- ¡El avión chocó!
—Si hubiera chocado estaríamos todos muertos. Ya llegamos -contesta Sandra.
—¿Tan rápido? -se sorprende él. Eran como 10 horas de viaje.
—Fue un alivio que te durmieras. Sería una molestia aguantar tus quejas todo el viaje -comenta Gus.
  Bajaron del avión y recogieron sus maletas. Les llegó un mensaje al grupo de Julián "Voy llegando al aeropuerto " decía.
—Ya viene -dice Magnu.
  No tuvieron que esperar mucho, Julián llegó rápido. Al verlo Sandra corrió a abrazarlo y éste la levantó. Luego todos se saludaron y fueron hasta el auto de Julián. Quedaron asombrados de lo lujoso que era. Ni trabajando toda su vida ellos se comprarían un auto así.

***
  Bajaron del auto. La mansión de Julián era grande, bastante costosa y con un amplió jardín.
—¿Esta es tu casa? -Gus preguntó asombrado. Sabía que Julián tenía un buen sueldo, pero no esperaba tanto. Las fotos que él solía mandar era dentro de la casa, pero nunca afuera.
—Sí, es mi casita.
—¿Casita? Esto es una mansión.
—¿Cuánto dinero ganas? -pregunta Óscar sin poder creerlo.
—Te sorprendería saber la cantidad -responde Julián.
—Nosotros somos unos pobretones al lado tuyo -comenta Lion.
—Ustedes siempre serán mis buenos amigos, pobretones -se burla Julián.
—A alguien el dinero se le subió a la cabeza -dice Sandra con sarcasmo.
  Dieron un vistazo a la casa de Julián, era amplia y hermosamente decorada. Parecía una mansión de revista.
—La sala es más grande que mi pieza -dice Margret en voz alta.
—Mi habitación es más grande que tu pieza -responde Lion.
—Soy una mujer independiente. Es lo que puedo pagar.
  Sandra llamó a su mamá para avisarle que llegó sana y salva. En el estante se encontraban muchas fotos, de los padres de Julián que fallecieron hace algunos años y varias fotos de ellos. Sandra sostuvo una fotografía "Era la graduación de bachillerato. Sandra y Julián se abrazaban en la foto" 《Que hermoso recuerdo》 pensó ella.
  Trajeron las maletas y Julián le mostró su habitación a cada uno. 
—Esta es tu habitación -le dice Julián a Sandra.
—Es muy grande.
 Sandra la examinó. Las paredes tenían un hermoso color durazno. La cama era grande con sábanas blancas con flores naranjas. Entró al baño que era una belleza y al salir por estar distraída, su pie chocó con la puerta —Ahhh.
—¿Qué te pasó?
—Nada, sólo me golpeé con la puerta -dice ella sobándose el pie.
 Él se puso a reír con fuerza. Él imagino que era algo grave.
—No te rías, eres malo.
—¿Te noqueó la puerta? -se burlaba él.
—Muy gracioso, es que no vi bien al voltearme y me golpeé. En vez de reírte deberías preocuparte.
—De acuerdo ¿estás bien? La puerta no lo hizo con mala intención.
—Dale, síguete burlando -Sandra le saca la lengua fingiendo estar molesta.
—Vente para consolarte -él la abraza.
—Claro ahora sí.
—Deja de pelear por todo, señorita -y la carga para sentarla en la cama.
—Me encanta pelear contigo -dice ella con una sonrisa.
—Extrañaba pelear contigo.
 Julián la abraza y la sacude muy fuerte.
—Me estas aplastando, ordinario -se queja ella.
  Él la carga hacia arriba como a un bebé y ella se sacude tratando de bajarse.
—Julián bajáme.
—Es tu culpa por no pesar nada. Que fácil es cargarte. Pareces una muñequita -dice él burlándose mientras la sostenía.
—Me voy a vengar por esto, vas a ver.
  Sandra estaba molesta, pero a la misma vez se divertía. Extrañaba pasar el rato con Julián.




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